viernes, 9 de abril de 2021

ABSOLUTOS

David Torres es un escritor que publica regularmente columnas en el diario Público bajo el nombre genérico de “Punto de fisión”. Hace años las leía con asiduidad porque rara vez me dejaban indiferente: o bien me daban ganas de hacerle una estatua o bien quería enviarle a aquella famosa cárcel de papel que aparecía en la revista La Codorniz.

Con el tiempo dejé de leerle porque dejó de provocarme reacciones y cuando lo hacía, casi siempre era la de enviarle a reflexionar a la cárcel aquella. Reconozco que tiene un estilo poderoso pero no tanto como para leerle por puro placer estético.

 

He hecho una excepción.

Hace tiempo que he dejado de leer periódicos, antes de que comenzaran a restringir el acceso a noticias y artículos pero ahora con más razón[1]. Apenas leo titulares y rara vez entro en las noticias aunque tenga el acceso permitido, pero cuando vi que la columna de Torres del 6 de abril se titulaba “Pido perdón” y estaba acompañada de una imagen de la entrada del campo de exterminio de Auschwitz Birkenau me pudo la curiosidad.

Sucede que el día anterior había publicado una columna de título “Ayuso va hacia arriba” y él mismo explica el error en que incurrió[2]: “Equiparar a los ciudadanos del Madrid gobierno del PP con los judíos prisioneros en Auschwitz no fue sólo una hipérbole desafortunada o una comparación lamentable, sino una estupidez”.

Hasta aquí de acuerdo y como la memoria es floja recordaré que los del PP tampoco tienen derecho a rasgarse las vestiduras porque Esperanza Aguirre, a la que Ayuso debe su carrera política, comparó a los peperos con los judíos que vivían en la Alemania nazi cuando gobernaba Rodríguez Zapatero.

Más peligroso me parece este otro párrafo: “No, no hay nada con lo que comparar Auschwitz, porque Auschwitz es el mal absoluto, el horror absoluto, el pozo sin fondo de la civilización occidental”.

 

Obras humanas

No tengo nada que añadir sobre Auschwitz a lo que escribí a finales del 2014 cuando reivindicaba a Czeslawa Kwoka. Pese a no ser muy extenso fue uno de los textos que más me ha costado escribir porque realmente sentía cada palabra, pero eso del mal absoluto me da un cierto miedo, dado que aunque ahora no practique sigo siendo historiador de oficio y de vocación.

 

Hace tiempo que observo una corriente de opinión que considera la Alemania nazi como un periodo más allá del tiempo y del espacio, como si el demonio hubiera bajado a la tierra para encarnarse en un tipo de bigote ridículo que manoteaba mucho al hablar. Me da la impresión de que viene de Estados Unidos y hasta se ha encarnado en una fórmula que dice que el primero que saca a relucir el nazismo en una discusión, pierde.

 

No es difícil describir la época nazi[3]. Duró veinticinco años desde que Hitler entra en el DAP (Partido de los Trabajadores Alemanes) por orden de su superior en el ejército hasta que se suicida en el búnker de la Cancillería. De ellos, aproximadamente la mitad cubren el camino de la nada a la toma del poder y la otra mitad el ejercicio de este, a su vez divisible en dos mitades: la paz y la guerra.

Es cierto que no se puede comprender el nazismo sin la figura de Hitler[4], pero Hitler no surge de la nada. Hay todo un ambiente ideológico en el que él entra con ganas, una mezcla de pangermanismo, antijudaísmo, y elitismo, entre otros factores. Hay decisiones externas a él y a Alemania que ayudaron a su éxito, como el Tratado de Versalles. Hitler se refirió al Tratado de Versalles en todos los discursos que pronunció antes de llegar al poder y se sabe que sus seguidores esperaban ese momento porque ahí Hitler se entregaba a fondo. Los Aliados tardaron en comprender su error pero, como dice el refrán, más vale tarde que nunca. Acabada la segunda guerra, no sólo no impusieron sanciones económicas a los vencidos sino que les ayudaron a recuperar su economía a través del Plan Marshall.

 

Ciertamente, hay cosas que llaman la atención sobre la idea que tenían de Hitler sus contemporáneos. Muy poca gente leyó su libro con atención y los pocos que lo hicieron se desesperaban porque todo estaba ahí y nadie pareció hacerles caso. Ahora hay quien se ha puesto a revisar las publicaciones estadounidenses de la época y se ha escandalizado de que trataban a Hitler de forma similar a como lo hacían con las estrellas de cine. Stalin no quiso creer en la invasión alemana cuando ya se había producido porque pensaba que Hitler era incapaz de traicionarle[5]...

 

Entender Auschwitz

Resulta difícil. No sólo ponerse en la piel de los que estaban en los barracones de los presos sino también entender el comportamiento de los que ocupaban los de los guardias. Pese al tiempo transcurrido sigue siendo difícil comprender que una de las guardesas, famosa por su crueldad, creyera que después de la guerra iba a hacer carrera en el cine. O que un comandante interino tratase de “humanizar” el campo, ¿Cómo era posible tal cosa[6]?

 

El momento de mayor actividad en Auschwitz coincidió con la deportación de los judíos húngaros en 1944. Hungría formaba parte del Eje pero como casi todos los aliados de Alemania no hizo nada por favorecer el exterminio de los judíos. Una cosa era dictar leyes prohibiendo que alguien pudiera ejercer el oficio para el que se había preparado y otra proporcionarle la muerte o colaborar en la tarea. De modo que Hitler, harto de la pasividad húngara, invadió el país para que se pudiera organizar el traslado y la consiguiente masacre. Los hornos de Auschwitz no fueron suficientes y los cadáveres se quemaban al aire libre. Los que llegaban al campo lo veían pero estaban tan agotados después de un viaje terrible que no tenían capacidad de reacción y se dejaban conducir a la muerte, quizá contemplándola con alivio...

Si se repara en las fechas en que tuvo lugar, el extermino de los judíos húngaros resulta difícil de entender porque coincide con el desembarco de Normandía, el hecho esperado por todos que certificaría la derrota alemana en caso de tener éxito. La lógica parece decir que en aquellos momentos el gobierno alemán debería haber dedicado hasta el último céntimo y el último hombre a la guerra pero no fue así.

Entonces cabe pensar en otras “lógicas”. ¿Puede que supieran que estaban derrotados y querían terminar la tarea que se habían impuesto en el poco tiempo que intuían que les quedaba o quizá se trataba de un pensamiento mágico que confiaba en que muerto el último judío europeo desaparecería la amenaza?

 

No hay más absoluto que el cero Kelvin

La deportación de los judíos húngaros tuvo lugar entre el 15 de mayo y el 9 de julio de 1944[7]. 434.000 fueron enviados a campos de exterminio, en su mayoría a Auschwitz, y el 80% gaseados a su llegada. El procedimiento es conocido: cuando se abrían los vagones, un oficial del campo y un médico decidían si el ganado transportado iba a la izquierda o a la derecha. Si formaban en la columna izquierda ni siquiera se les tomaba la filiación, iban directos a la muerte sin mayores ceremonias. Aunque todos los muertos son importantes, hay una foto que resulta terrorífica.

 


El exterminio de tutsis y hutus moderados en Ruanda tuvo lugar entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994. Murieron entre 500.000 y un millón de personas y se calculan entre 250.000 y medio millón de violaciones. Aquí todas las incineraciones fueron al aire libre y recuerdo un caso en que la gasolina la proporcionó un convento de monjas.

 

Diría que la comparación con Auschwitz es adecuada. Por supuesto, la pregunta principal es por qué se recuerda algo que sucedió hace 75 años y no lo que sucedió 50 años después, cuando muchos ya éramos adultos. Pero esa pregunta tendrán que responderla los que no quieren recordar...

 

 



[1] Hace poco leía a un experto que decía que aunque la cantidad de gente dispuesta a suscribirse a servicios de televisión de pago es muy grande, calculaba en unos 300.000 el número máximo de españoles dispuestos a pagar por leer un periódico en Internet. El tiempo dirá...

[2] El artículo original ha sido modificado. Entiendo la justificación pero sigo estando en contra, me recuerda demasiado a 1984.

[3] Nazi es un término despectivo que en alemán tenía connotaciones de “paleto”, los seguidores de Hitler nunca lo utilizaban para referirse a sí mismos.

[4] A veces no importa repetirse: la mejor biografía de Hitler es la que escribió Ian Kershaw, precisamente porque nunca olvida el contexto en que Hitler surge como figura pública.

[5] Ahora se reivindica mucho el papel de la URSS en la guerra y se recuerda que fueron las tropas soviéticas las que entraron en Berlín o liberaron Auschwitz y es cierto. Pero también lo es que Stalin fue fiel al pacto de amistad germano soviético hasta que Hitler le traicionó, dos años después de empezada la guerra. Entre las cláusulas del pacto estaba el reparto de Polonia y lo llevaron a cabo como dos buenos amigos.

[6] Fue ejecutado al final de la guerra pero en el juicio varios presos testificaron a su favor.

[7] Todos los datos que siguen están tomados de la Wikipedia en castellano. Caben matices pero no refutaciones importantes.

martes, 23 de marzo de 2021

CONVOCATORIA

 


La Fundación Pedro el Negro convoca la primera edición de los Premios Teja, cuyas bases se exponen a continuación[1]:

 

La convocatoria se divide en tres categorías: Estudio Histórico, Ensayo y Análisis Político, cada una con sus correspondientes requisitos.

Cada autor es libre de presentarse a más de una de ellas, pero deberá especificar a cuál de ellas concurre por existir peligro de confusión.

El fallo del jurado será inapelable.

La entrega de premios se efectuará en fecha sin especificar y en lugar no anunciado con el fin de evitar la exposición pública.

 

Los requisitos para cada categoría son los siguientes:

 

 Estudio Histórico:

Debe tratarse de un trabajo original de una extensión de entre 3 y 50.000 palabras en el que se contenga la fecha y lugar de la invención del Patriarcado. No se valorarán las aportaciones que no contengan esos dos datos de forma destacada.

El premio consiste en un cheque de 37,56 € y una reproducción en escayola de la Victoria de Samotracia. En caso de haber más de un ganador, el cheque se repartirá equitativamente y la figura se sorteará entre los ganadores.

 

  Ensayo

Trabajo sin límite de extensión que relacione sin necesidad de aparato bibliográfico el carácter racista, patriarcal y colonialista del Neoliberalismo con Barack Obama, Margaret Thatcher (se puede sustituir por Golda Meir) y la República Popular China.

El premio consiste en una edición de las obras completas de Gorgias.

 

  Análisis Político

Al mejor trabajo que explique que el fascismo es la reacción del capitalismo ante la crisis. Se concederá un único premio y hasta 200 finalistas.

El premio consiste en una multa de 50 euros para el ganador y 5 € para cada finalista.

 

En Barcelona, a 23 de marzo de 2021

 

Pedro el Negro

 

 



[1] De acuerdo al éxito de la presente convocatoria el patronato de la Fundación decidirá si la convocatoria reviste carácter excepcional o bien pasará a convocarse con alguna periodicidad aún por determinar.

lunes, 2 de noviembre de 2020

PERIODISMO DE BALCÓN

 El título es rotundo: Los violentos no son de Vox y la entradilla también es potente: “Los he visto en primera persona. Y no pertenecen a nada que no sea el ejército del crimen que campa a sus anchas en España”.

Reproduciré el primer párrafo y el último de tan aprovechable artículo[1]:

Comienza así: Escucho gritos, ruido de explosiones, insultos. “¡La policía tortura y asesina!”, “¡Abajo el capital!”, “¡Fuera fascistas de nuestros barrios!”, todo en catalán. Me asomo al balcón y veo a una multitud de encapuchados tirando a los Mossos vallas, piedras, petardos que estallan de manera mucho más virulenta cuando son arrojados a las hogueras que han encendido. Amenazan a los vecinos que nos hemos asomado. “¡Hijos de puta, meteos en vuestras casas!” nos gritan, también en catalán. El mal no desea que lo vean actuar. Se reagrupan. La calle, mi calle, es estrecha, como todas en el Barrio Gótico. Podría ser una ratonera a poco que la policía decida cortarles la retirada. Pero los Mossos se lo toman con calma. En ese estira y afloja[2] transcurren veinte minutos que a mí se me hacen eternos. Los violentos han destrozado los cristales del Ayuntamiento de Colau, la que protege a los que, según ella, “tienen derecho a la indignación”. Los mismos que asaltan un Decathlon para robar bicicletas y patinetes eléctricos que son puestos a la venta inmediatamente en Wallapop. Son los de siempre, los que difícilmente son detenidos. Viven entre nosotros. Pero, al caer la noche, se arrancan los ropajes de vecinos emergiendo la bestia que llevan dentro”.

Y así termina: Yo no. Yo lo he visto. Yo lo he oído. Yo lo sufro y padezco a pie de obra. Yo lo cuento. Quizá por eso me odien tanto. Porque al testigo presencial no pueden venderle milongas.

 

No sólo es testigo presencial sino que es testigo privilegiado hasta tal punto que, para ver todo lo que ha visto, debería vivir en el panóptico que ideó Jeremías Bentham y que se trató de poner en práctica en el diseño de la Cárcel Modelo de Barcelona. Porque para ver lo que ha visto desde un balcón en una calle estrecha del Barrio Gótico hace falta tener vista de lince. Lo sé yo, que también tengo un balcón en una calle estrecha del Gótico. Pero hagamos como que le creemos...

El problema aparece cuando decreta que los que han destrozado los cristales del Ayuntamiento de Colau son los mismos que asaltan un Decathlon para robar bicicletas y patinetes eléctricos porque no hay panóptico en Barcelona desde el que se pueda comprobar aquello. No ya porque no hay edificio con la suficiente altura como para poder observar ambos sucesos con nitidez, sino porque, si se me permite el barbarismo, necesitarían un pancrónico, porque ambas cosas sucedieron en días diferentes. La que la policía sospecha que pudo haber elementos de Vox es la que acabó en saqueos. En la de los perroflautas del día siguiente se rompieron los cristales del ayuntamiento pero nadie robó.

 También es muy bueno cuando dice que “viven entre nosotros. Pero, al caer la noche, se arrancan los ropajes de vecinos emergiendo la bestia que llevan dentro” cual si fueran los malos de los cuentos infantiles o los vampiros o los zombies, pero después dice que “Ignoro la relación causa y efecto  que eso pueda tener, pero los violentos de extrema izquierda se retiran. Tal vez sea porque son las nueve tocadas de la noche y sus mamás les esperan con la cena a mesa puesta”. Queda claro que los que al caer la noche, se arrancan los ropajes de vecinos emergiendo la bestia que llevan dentro no son de extrema izquierda.

 

Ahora me toca a mí contar lo que he visto y oído. El viernes me despertaron, lo que sólo consigue la cabalgata de los Reyes Magos el cinco de enero. Sucede que yo duermo por la tarde porque no pertenezco a la España que madruga sino a la España que trasnocha. Bien hubiera querido yo trasnochar por haber estado de juerga hasta la mañana siguiente pero no he sido tan inteligente como para conseguir vivir sin trabajar y como consolación he conseguido un trabajo nocturno, que es el que se adapta a mis ritmos vitales. El viernes me despertaron ruidos de pelotas de goma (de espuma en este caso), de sirenas y gritos de libertad, no de llibertat. Recién salí de casa encontré bolsas de basura abiertas, restos de vidrio, cascotes y barricadas. El sábado no me despertaron. Cuando salí a la misma hora no encontré cascotes, ni vidrios rotos ni bolsas de basura abiertas. Sí pintadas en castellano y catalán, de las que he querido reflejar una que es perfectamente bilingüe. Y que me gusta su texto en castellano, qué coño...

Porque si se trata de hacer periodismo desde el balcón, el mío es tan bueno como el suyo. En realidad, el mío es un poquito mejor porque adjunto imágenes.



[1] Como siempre, aquí va la referencia para leerlo entero y que cada uno juzgue: Miquel Giménez: Los violentos no son de Vox. Vozpópuli, 02/11/20. Las negritas son suyas.

[2] En castellano se dice tira y afloja y en catalán estira i arronsa. Este catañol que no obedece a propósitos humorísticos es siempre síntoma de pocas lecturas.


jueves, 1 de octubre de 2020

TANTO NADAR PARA MORIR EN LA ORILLA




Pedro Gómez Carrizo es editor y según su ficha de la Biblioteca Nacional es responsable de obras clásicas imprescindibles como Don Limpio y sus geniales trucos de limpieza o Don Limpio y sus geniales trucos para el baño. En su tiempo libre escribe artículos y recientemente nos ha deleitado con uno de título rotundo: “El Gobierno del recuerdo del odio”[1].

 

La tesis del artículo se resume perfectamente en la entradilla: El autor argumenta que, una vez que el relato de la Guerra Civil que había triunfado en España era el de la izquierda, remover ese pasado no le beneficia en absoluto, y además agita el enfrentamiento.

 

El problema es que dedica tres cuartas partes del texto a hablar del pasado y cuando llega al presente se le amontonan los asuntos, lo que también es una ventaja para el comentario.

El propio autor resume la parte histórica en una sola frase, que copio tal cual:

Lo repetiré por si no ha quedado claro: cada vez son más los españoles que entienden y justifican la sublevación de 1936.

Y añade en párrafo aparte:

Esto es gravísimo, y la responsabilidad de ello es enteramente de quienes han pretendido revivir la historia, desde Rodríguez Zapatero hasta Pedro Sánchez.

 

Esta es buena. Al comienzo Gómez Carrizo recuerda su larga militancia en el partido de los catalanistas propietarios de la marca “socialistas”, que es una manera algo recargada de escribir que estuvo en el PSC. Como no puede evitar utilizar alguna derivación de la palabra “maniqueo” al describir la visión de la República frente al golpe que en algún tiempo estuvo en su cabeza y de ahí deduce que también está en la cabeza de los demás tampoco puedo yo evitar que mi cabeza se vaya a San Agustín. San Agustín fue maniqueo, de los de verdad, y cuando pasó al otro bando no perdió ocasión de escribir contra ellos. Lo llaman el furor del converso y creo que en este caso hay que tenerlo en cuenta. Porque lo que escribe sobre Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez es mentira y no deja de resultar fascinante que un artículo que reivindica la verdad histórica se cague en la verdad histórica, por decirlo finamente.

 

Vamos a los hechos. El revisionismo histórico entendido como defensa del golpe militar o condena de la República o ambas a la vez se produjo durante el gobierno de Aznar. Era la época del triunfo de Pío Moa, que comenzó con la publicación del primer volumen de su trilogía en 1999 y tuvo su gran momento de gloria cuando el irascible Carlos Dávila le entrevistó en la televisión pública en febrero del 2003. Otros, menos valientes, empleaban tácticas sinuosas como intentar convencer a sus oyentes de que la biografía de Franco escrita por Paul Preston era una basura y la buena era la de Luis Suárez Fernández[2]. Toda esa primera fase de apología oral y escrita del bando golpista o de condena de la República o de ambas cosas terminó precisamente con la llegada a la presidencia de José Luís Rodríguez Zapatero. Durante su primer mandato se conmemoró el 70 aniversario de la Guerra Civil y no creo que resulte difícil comprobar en Internet qué emitió la televisión pública entonces.

Moa fue dejado de lado por los que le promocionaban cuando empezó a hacer explícito su entendimiento y justificación de la sublevación de 1936 y cuanto más solo se quedaba más aspavientos hacía, llegando a decir que si la República hubiera triunfado, España sería como Cuba, demostrando su falta absoluta de sentido histórico porque si el bando franquista hubiera perdido lo que era imposible jamás hubiese existido una Cuba castrista.

En fin, supongo que como editor Pedro Gómez Carrizo espiará a la competencia más allá de la directa que suponen Fairy, Mistol o Tenn con bioalcohol y sabrá perfectamente cuándo nace y cuándo decae el revisionismo franquista.

 

En cuanto a la expresión política de la condena de la República y la revisión del legado franquista, es aún más fácil de datar hasta para las malas memorias porque es de ayer, como aquel que dice. Sólo ha habido dos partidos con mínima proyección pública que hayan incluido esos puntos explícitamente en su ideario, Fuerza Nueva, que siempre fue poco y ya no era nada en 1983, y Vox.

Vox nació en diciembre del 2013, cuando Rajoy gobernaba con mayoría absoluta, y fue creado por miembros de su partido y obtuvo mucha proyección pública. Como no soy Pedro Gómez Carrizo voy a abstenerme de escribir cosas como “Desconozco el número de españoles que en los años ochenta del pasado siglo comprendían o llegaban a justificar el alzamiento de 1936, no tengo el dato científico, pero estoy convencido de que eran muchos menos de los que podrían llegarlo a comprender o a justificar a fecha de hoy”. Mis convicciones importan un carajo y me las guardo para mí pero es un dato que Vox no nació como reacción a Sánchez y también lo es que la reivindicación de cierto pasado concreto sólo toma forma cuando está en el poder el partido que fundó Manuel Fraga, exministro franquista, con otros altos cargos franquistas (“los siete magníficos”) y que presentó como candidato al Senado por Madrid a Carlos Arias Navarro, aquel que me despertó una mañana de mi infancia para decirme que Franco había muerto mientras las lágrimas le entrecortaban la voz. Soy muy mal profeta y no sé qué nos deparará la época Sánchez pero sí tengo muy claro que cuando mandaba Rodríguez Zapatero no había un partido que defendiese a Franco que tuviera una mínima presencia. Ni en la televisión ni en la calle.

 

El siguiente párrafo dice así:

Por añadidura, esa recuperación de la memoria histórica arroja nueva luz sobre el presente, y el cuadro que aparece ante nuestros ojos no es nada tranquilizador. Al abandonar la fábula amable de la República, pasan a primer plano los datos históricos tal y como ocurrieron, y el lado oscuro que asoma entonces en el lienzo[3] lo identificamos también en personajes, ideologías y comportamientos de la escena de hoy. Porque el parecido de Pablo Iglesias, sus compañeros de partido y sus socios con quienes condujeron a España a la guerra civil es alarmante.

Sólo una pregunta:

Si Pablo Iglesias y sus secuaces se parecen a quienes condujeron a España a la guerra civil, ¿Quién opina este que condujo a España a la guerra civil?

Sí, claro, la pregunta es retórica.

 

Vamos al penúltimo:

Desde el asalto a la división de poderes hasta la connivencia con la violencia, desde el ataque planificado y sistemático a la unidad territorial hasta la imposición de una ideología, convertida en moral totalitaria y acompañada de una censura propia de la Inquisición. Cada atropello a las libertades protagonizado por este Gobierno, incluida la libertad de conciencia, tiene su correlato en un episodio del pasado comunista que despertó la respuesta fascista y llevó a los españoles al desastre.

 

El párrafo es pura opinión y poco rebatible como tal. Si Pedro Gómez Carrizo opina que hoy hay una censura propia de la Inquisición es muy difícil oponerse. La Inquisición terminó cuando aún no existían los medios de comunicación masivos así que cualquier comparación está fuera de los límites del historiador, pero sí hay algo en lo que es posible mojarse:

 

tiene su correlato en un episodio del pasado comunista que despertó la respuesta fascista


 

En 1936 los comunistas tenían 17 diputados de 473, como el Partido del Centro Democrático que hoy nadie recuerda y su influencia era nula[4].

Los comunistas comenzaron a tener poder a partir de la respuesta fascista a no se sabe qué pregunta. El golpe fracasó y se convirtió en guerra y las democracias se negaron a proporcionar armas al gobierno republicano, pese a que fascistas y nazis armaban a los golpistas abiertamente. Sólo la Unión Soviética vendió armas a precio de oro (literalmente) a condición de que fuera el PCE quien las distribuyera, lo que obviamente le colocó en el centro del poder. Pero entonces, no antes[5].

Gómez Carrizo se comporta como tantos que han pasado de una fe a otra, no les importa cambiar de creencias pero son incapaces de cambiar de costumbres y se tira tres cuartas partes del artículo contándonos que en su vida pasada le importaban una higa los hechos históricos para aferrarse a su creencia. Como ahora.

 

El último párrafo lo incluyo sólo porque me da mucha risa:

Desde esta nueva perspectiva, con la memoria histórica recuperada, vemos desde otra luz el desprecio al orden constitucional de este Gobierno, y su especial inquina hacia el rey Felipe VI. Porque la memoria histórica nos ha traído el recuerdo del odio, y al hacerlo nos ha enseñado a reconocer ese odio en quienes hoy nos gobiernan. Y porque Su Majestad es la piedra angular del sistema político que nació, precisamente, gracias al olvido del odio.

 

Me da risa porque me recuerda algo que Ian Kershaw menciona en su maravillosa biografía de Hitler. Hitler decía que Franco había llegado al poder como Pilatos al Credo.

En la España franquista los únicos monárquicos que osaban declararse como tales eran los carlistas, que no eran precisamente entusiastas de la rama de Alfonso XIII. Tuvo que pasar un cuarto de siglo para que empezaran a oírse voces en favor de esa rama y desde luego la mayoría estaba a favor de que reinase Juan de Borbón, no su hijo Juan Carlos. Si Franco llegó al poder como Pilatos al Credo, ¿Qué comparación sería válida para Juan Carlos?

¿Y para Felipe?

En su caso llegó sólo por tener pene, porque era el tercero en la línea. Se conjuró a su favor el hecho de que los Padres de la Constitución fueran una banda de machistas irredentos.

Menuda piedra angular...

 

 

 

 

 



[1] Pedro Gómez Carrizo: “El Gobierno del recuerdo del odio”. El Español, 30/09/20.

[2] En la COPE, por ejemplo. Suárez Fernández era un plúmbeo medievalista que fue el artífice de la Fundación Nacional Francisco Franco y durante años el único historiador con acceso a los papeles privados de Franco, algo insólito en cualquier país y que explica mucho sobre la forma en que se hizo la Santa Transición. Como curiosidad, su discípulo más famoso le salió comunista.

[3] Está claro que aún sigue muy unido a Don Limpio.  
  

[4] El inteligente, culto y soberbio Manuel Azaña anotó que el máximo dirigente del PCE José Díaz decía asín y presona. Gregorio Morán: Miseria, grandeza y agonía del PCE 1939 – 1985, Akal, (Madrid), 2017, p. 105.

[5] El PCE era un satélite de Stalin, que no era una persona con muchos escrúpulos. Hay quien dice con buenos argumentos que para él España sólo era un peón en una estrategia que se libraba en el tablero europeo y que no le importó aceptar el sacrificio para lograr un pacto con Hitler, que se produjo poco después de acabada la guerra española. Sólo así se puede entender una operación tan absurda como la Batalla del Ebro, aconsejada por los asesores militares soviéticos. Por eso escribía más arriba que era imposible que Franco perdiese la guerra, Stalin había apostado por su victoria.

martes, 1 de septiembre de 2020

ESTAR A RÉGIMEN

 El alcalde de Cádiz José María González, dicho “Kichi” , ha propuesto y conseguido el cambio de nombre de la avenida Juan Carlos I por el de avenida de la Sanidad Pública.

Nada que objetar a la idea de cambiar de nombre la avenida. En esta página raramente se ha desperdiciado una oportunidad de criticar a Juan Carlos de Borbón y seguirá la costumbre mientras el personaje siga dando pie.

 

Sí tengo objeción hacia el nombre elegido, por obvio. Dado que la sanidad pública no se inventó en Cádiz[1] lo del origen autóctono suele ser muy importante en la política municipal yo le hubiera dado el nombre del médico Luis Montes[2].

Montes recibió un ataque infame de la despiadada Esperanza Aguirre y su consejero de Sanidad, de cuyo nombre no quiero acordarme[3], que le acusaron cobardemente parapetados tras unas oportunas denuncias anónimas de haberse cargado a más de setenta pacientes. La acusación se demostró absolutamente infundada, pero el daño ya estaba hecho[4].

Eso sí, le dio tiempo a ganarle un pleito a Miguel Ángel Rodríguez Bajón, que tuvo que pagarle treinta mil euros por las infamias proferidas por su boca en lugar público. Hoy Miguel Ángel Rodríguez asesora a Isabel Díaz Ayuso, que comenzó su carrera política como perro de Esperanza Aguirre, y no es un insulto de mi parte.

Montes simboliza como nadie lo que representa la sanidad pública y las amenazas a las que está expuesta pero Kichi es obvio, lineal, unidimensional... ¡qué le vamos a hacer[5]!

 

Lo que me encanta es la justificación que esgrime, en especial seis palabras:

 

El callejero sirve para rendir homenaje y una persona que se exilia, que utilizó presuntamente su cargo para amasar su fortuna y recibió 100 millones de un régimen como el Saudí, que ha estado cobrando partidas extra y pagando asignaciones a su amante Corinna Larsen no merece homenaje ni honores[6].

 

De un régimen como el Saudí.

Con dos cojones y un palo.

Podía haber escrito “recibió 100 millones y no los declaró a Hacienda ni pagó los impuestos correspondientes”.

Pero no.

Ha tenido que mencionar al régimen saudí.

Un régimen asqueroso, sin ninguna duda. Recuerdo una noticia de un incendio en un colegio de niñas en el que murieron un par de decenas porque la policía no les dejó salir por no estar vestidas decentemente.

Pero recuerdo más cosas. Recuerdo a Kichi dejándose la piel por conseguir que Cádiz construyera barcos de guerra para Arabia Saudí. Y sus pobres y tristes argumentos quedaron reflejados en esta página hace casi dos años. 


Le recuerdo mendigando a un régimen como el Saudí que le dejase fabricarles armas de guerra altamente productivas para que las usasen contra los yemeníes o en su defecto contra su propia población.  

 

Y Kichi también lo recuerda, aunque sólo sea por la energía que desplegó para conseguir que aquellas máquinas de muerte se construyeran en Cádiz.

Pero también sabe que “aquello pasó ayer”, como buen político profesional[7].



[1] Aunque bien pudiera haber sucedido cuando Cádiz era una de las ciudades más ricas y cultas de Europa. No hace tanto, históricamente hablando.

[2] Me cuesta mucho llamar doctores a los médicos aunque algunos lo sean.

[3] Comparte primer apellido con una jueza muy creativa y un atleta fallecido prematuramente.

[4] Líbreme Tutatis de jugar al juego de Rita Barberá y especular sobre si aquello tuvo algo que ver con su muerte. Por cierto, aunque suene cínico, hay que recalcar la importancia evidente de dedicar cosas a la gente que ha muerto, que son los únicos que no te pueden traicionar. Beethoven dedicó una de sus famosas sinfonías a Napoleón y años después le tocó recular.

[5] No pretendo que este ejemplo sea el único posible. Hay cientos si uno se para un poquito a buscar. Sucede que Luis Montes me caía muy bien.

[6] Lo he tomado de Tremending, que es una sección de Público que se ocupa de Twitter. El título del artículo es más o menos del tamaño de la cita y va sobre otra cosa, así que lo obviaré.

[7] En inglés existía esa expresión humorística (That was yesterday!) empleada como defensa cuando alguien debía recordar algo y lo había olvidado. Parece que el sentido cómico cede terreno al literal a ojos vista.