jueves, 2 de abril de 2015

DE AYER Y DE HOY


“Para saber cómo es Leonor basta con mirar a Felipe VI. “Es como su padre, hasta en su expresión soñadora (...) son iguales: químicamente buenos, cariñosos y tan sensatos que a veces dan ganas de sacudirles y decirles algo... Son sensatos, pero no tienen miedo a nada (...) Son idealistas, se entusiasman con las cosas, sienten curiosidad (...) y, al tiempo, tienen un punto muy reflexivo, nada impulsivo. Son serenos y valientes (...) Felipe y Leonor son tranquilos, pero cuando quieren algo en serio, entra en juego una mente de estrategas incansables”.
De cerca, don Felipe es tranquilo, atento, sentimental, prudente, moderado, tiende al equilibrio y, desde el colegio, es alérgico a la pelea (...) adicto al consenso, aficionado al trabajo en equipo (...) discreto, equilibrado, poco amigo de sobresalir y, sobre todo, un profesional de observar antes de actuar (...) Leonor es una “mediadora por naturaleza”, dispuesta a poner paz y concordia en las grescas escolares. Aficionada a buscar argumentos que reconcilien a las partes. Es imaginativa y trata de buscar un punto intermedio en las cosas.
A la niña – princesa le encanta parar, mirar y pensar antes de tomar una decisión. Igual que él. Felipe no habla mal de nadie. (...) Felipe VI es desde niño un fino olfateador (...) doña Letizia, una mujer apasionada, espontánea y humana (...) [A Leonor] le encanta el cálculo y lee mucho. Es una buena deportista y en el colegio practica de todo, baloncesto, vóley, fútbol, pádel...
¿Habla inglés?
Las dos son bilingües, y además sus padres son conscientes de que hay cuatro lenguas cooficiales en el Estado y su acercamiento al catalán, gallego y euskera es un hecho mediante canciones o películas en esos idiomas.
Ha nacido para servir. Su trabajo será un servicio público sin horarios, intentando ser útil a la nación y sus ciudadanos. Gestos intangibles; utilidad, solidaridad, austeridad, ejemplo, diálogo, concordia, una conducta intachable, un impulso hacia la innovación y la modernidad; la importancia de los principios; unir más que separar. Ese es el cúmulo de valores que don Felipe quiere transmitir a su hija. Son los suyos; su hoja de ruta como hombre y como monarca.
Los Borbón – Ortiz son de desayunos completos y calmados, no les van las prisas. (...) el diálogo forma parte de su modelo de educación (...) “Doña Letizia es una experta en nutrición, a la que le interesa el procedimiento dietético y científico de la cocina (...) Ha guisado desde niña, y su padre, Jesús Ortiz, es un grandísimo cocinero”.
A las nueve de la mañana, uno de los dos, (...) conduce a Leonor y Sofía en un todoterreno Lexus (respetuoso con el medio ambiente) hasta el colegio (...) por el que los Reyes pagan una mensualidad de 700 euros por cada una de sus hijas. Un precio estándar entre los centros privados de la zona.
Leonor se lo curra como todos sus compañeros. (...) Ambas [Leonor y Sofía] ven muy poco la tele, tienen poco tiempo. (...) “Leonor empatiza fácilmente y siente el dolor ajeno de una forma muy directa (...) Pregunta, registra, procesa, sabe. No está en un guindo. Está viva”.
Las hermanas Borbón – Ortiz aprobaron con nota en su primer gran acto escénico. (...) Una banda sonora del hogar de los Borbón – Rocasolano (sic) cuando cae la tarde es algo así como: “Mami, tenemos que terminar el trabajo de reciclaje para el cole; mami, el disfraz de la función; mami, el PowerPoint del rombo; mami, los zapatos me hacen daño; ordena tu mesa, mi vida; ¿has hecho las fichas? Mañana tengo que salir a comprar camisetas interiores. Mami, mira qué esquema tan chulo para estudiar las autonomías. ¡Niñas, a la ducha!”. (...) Letizia lee textos infantiles con su perfecta dicción de antigua periodista televisiva y pone voces a cada uno de los personajes con aire teatral. Las niñas se parten. Su padre prefiere leerles algo más sosegado en inglés. Después apagan la luz”.
Jesús Rodríguez: “Leonor: niña y princesa”. El País Semanal, 22/06/14



Con motivo del nacimiento de Luis I, en 1707 “en todos nuestros monasterios fueron universales los regocijos; pero el de San Lorenzo el Real se singularizó en varias demostraciones de júbilo. Los seminaristas corrieron parejas y cañas, e hicieron varias representaciones poco serias alusivas a lo grande del objeto. Los oficiales y laborantes de la real fábrica y gentes del sitio, variedad de máscaras muy divertidas por lo extraño de las raras invenciones. Corridas de novillos en la gran plaza de la campaña y en cuyo paraje logró de esta diversión repetidas veces el señor Carlos II. Finalmente, fue tal el gozo que se difundió por los corazones de todos los monjes, que durante el Te Deum que se cantó, acompañado de los órganos, campanas y descargas de fusilería, fueron más las lágrimas que se vertieron que las voces que resonaron. Transportóse tan altamente un monje llamado fray Juan de Santa María, que perdió el juicio y se volvió loco, dando continuamente unas voces descompasadas diciendo: ¡Viva el Príncipe; Dios nos lo guarde! Y en este frenesí continuó sin interrupción hasta el año de 1719 en que murió”.
Fray  Juan Núñez: Quinta parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo[1]




[1] En Francisco Asenjo Barbieri: Biografías y documentos sobre música y músicos españoles (Legado Barbieri) Vol. I. (Edición de Emilio Casares), Fundación Banco Exterior, Madrid, (1986), p. 529

1 comentario:

  1. Cortesanos, siervos, lameculos, vasallos... los tiempos cambian, la imbecilidad permanece.
    Un saludo, maese Pedro El Negro.

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