lunes, 20 de julio de 2015

¿QUIÉN DIJO IMPOSIBLE?


Alexis Tsipras acababa de convocar el referéndum y en la radio entrevistaban a un cargo municipal del PP. No recuerdo su nombre ni el de la ciudad a la que decía representar, pero sí que al acabar la última pregunta que era de ámbito estrictamente local aprovechó para soltar algo así como “lo que está pasando en Grecia es culpa de que allí gobierna un partido que es como Podemos”. Era tal su vehemencia que pensé que peperos y podemeros no podrían ponerse nunca de acuerdo en nada[1]. ¡Cuánto me equivocaba!
El 1 de julio El Mundo informaba de que “Las Cortes gastan 64.200 euros en 99 iPhone 6 para sus diputados”. El artículo decía que La mesa de las Cortes Valencianas, compuesta por todos los grupos de la Cámara PP, PSPV, Compromís, Ciudadanos y Podemos ha aprobado un gasto de 64.200 euros para la compra de 99 terminales de ihone  (sic) 6 de 16 GB para todos los diputados del Parlamento valenciano, a una media de 648,48 euros por aparato. Como detalle, el informe de informática avisaba de que el previsible desajuste de la facturación se deberá regularizar al final de dicho periodo, a finales de octubre de 2015. En lenguaje comprensible, que la factura iba a ascender a mucho más que esos 64.000 euros...
Hubo escándalo de la ciudadanía votante y contribuyente, así que nuestros representantes salieron a justificarse. El mismo periódico publicaba otra pieza titulada “El presidente de las Cortes dice que la compra de 99 iPhone responde a la ‘necesidad de comunicarse’”. Leyéndola aprendemos que El presidente de Les Corts Valencianes, Francesc Colomer, ha manifestado hoy que la decisión (...) forma parte del “operativo y de la necesidad de comunicarse los diputados”. (Esta es buena. Operativo, según la Academia, es “que obra y hace su efecto”, “preparado y listo para ser utilizado o entrar en acción” u “organización para acometer una acción”. La “necesidad de comunicarse los diputados” parece pueril estando reunidos en la misma sala, pero quizá quería decir otra cosa y no sabía cómo). Prosigue el artículo: el portavoz adjunto de Compromís en Les Corts, Fran Ferri, ha señalado también que fueron los servicios técnicos los que aconsejaron la opción del iPhone 6 por motivos de “seguridad, encriptación y durabilidad”, y que la compañía ofrece gratuitamente el aparato si no se pasan del gasto. “Fueron los servicios técnicos”... Cómo me ha recordado esta frase al debate televisado Zapatero-Rajoy cuando el entonces presidente echó en cara al ahora presidente lo de los “hilillos de plastilina” del Prestige y este respondió con voz destemplada “yo dije lo que me dijo un técnico”. Por otro lado, mientras decía esto, Fran Ferri ya sabía que “el informe de informática” dejaba claro que se iban a “pasar del gasto” sí o sí.
En El País del mismo día, en un artículo titulado “Polémica por la compra del iPhone 6 para los diputados valencianos”, nos informaban de que El portavoz socialista Manuel Mata no ha ocultado su irritación por las críticas que, en su opinión, dificultarán el trabajo de los diputados y las relaciones con los ciudadanos: No podemos trabajar sin encriptación y el retraso en la compra de los ordenadores impedirá que los ciudadanos puedan enviar correos a los diputados a su e-mail corporativo.  ¿Por dónde empezar a glosar esta joya de la oratoria? Me encanta el lapsus del “e-mail corporativo”, reconoce que los partidos existentes (y seguramente por existir) no funcionan sino como empresas, que es la traducción más adecuada para corporate[2]. Después está lo de las “relaciones con los ciudadanos”. Sí, sé que en algún país hay representantes elegidos por una circunscripción que, según se dice, votan resoluciones siguiendo el parecer de sus representados. No es el caso español. Aquí cada representante de un partido vota lo que decide su jefe de grupo y cuando no es así, se convierte en noticia y, desde luego, muy poco común.
La “prueba del nueve” es la irritación. Hace tiempo que tengo comprobado que, en una discusión, el que parece más enfadado es el que menos razón tiene.
Hasta aquí la piña de la mesa de diputados defendiendo lo indefendible. Y en esto llegó Internet... Bastaron unas cuantas críticas vía Twitter para que los que, como un solo hombre, defendían la medida, renunciaran a ella, del tranquilo al airado, del técnico al excéntrico, del elevado desde el fango hasta el chico de casa buena[3]...
Pareciendo imposible, al final resultó bastante fácil ponerles de acuerdo.




[1] Ahora se ha puesto de moda la palabra podemitas para denominar a los seguidores de Podemos. No me gusta. No sé de dónde deriva pero apostaría a que, o bien sigue el mismo camino que lleva de Jesús a jesuitas, o bien hunde sus raíces en las denominaciones de las tribus de la Biblia. Me sonaría mejor podemistas, pero reconozco que es un capricho.
[2] El diccionario Collins da primero “corporación” y después “sociedad anónima”. Si vamos al de la Academia, corporación es “organización compuesta por personas que, como miembros de ella , la gobiernan” (que no es el caso, pues todos los partidos se gobiernan de otro modo, un afiliado de base no gobierna nada...) y “Empresa, normalmente de grandes dimensiones, en especial si agrupa a otras menores”.
[3] Quien quiera más detalle puede acudir a Sabemos Digital y su artículo “Cómo twitter marca una agenda política: El caso del iPhonegate del gobierno valenciano”.

ANÓNIMO (Hacia 1974)


viernes, 17 de julio de 2015

DE BUENOS Y MALOS

No es fácil escribir sobre asuntos históricos, aunque muchos novelistas medianejos se crean capacitados para ello. Por un lado está la necesidad de simplificar. Los procesos humanos son largos, complejos y llenos de matices, si se explicaran como fueron, con todos sus detalles, sus vacilaciones y sus contradicciones, resultarían incomprensibles. Así pues, hay que aligerar la cantidad de información hasta encontrar la línea que conduce de un hecho a otro sin caer en una simplificación grosera. Por otra parte, la Historia sólo puede construirse mirando hacia atrás, del presente al pasado. Por supuesto, es una obviedad, pero conlleva un peligro del que es difícil escapar: buscar en el pasado la justificación del presente. Dar importancia a aquello que se parece a lo que tenemos y olvidar lo que hubiera llevado a otros escenarios. Hay que ser muy competente para evitar ambas trampas y, sobre todo, hay que tener voluntad de evitarlas. No es el caso de nuestra historia contemporánea, que recuerda más a una película clásica del Oeste, con sus buenos y malos claramente diferenciados y fáciles de distinguir.

En el año 2006, con motivo del estreno de la película Salvador, Salvador Puig Antich y el MIL recibieron un poco de atención de los medios de masas. Salvador ha conseguido su pequeño espacio porque él y Heinz Chez un “delincuente común” que había matado a un guardia civil en un camping de Tarragona , fueron los últimos ejecutados con el garrote vil (hasta el momento, claro, todo puede empeorar)[1]. Salvador basada en un libro bastante superficial del periodista Francesc Escribano, una estrella de TV3 , hacía hincapié en varios puntos que, en realidad, son bastante dudosos. Veamos alguno. Salvador enfrentó el garrote porque en el tiroteo que siguió a su detención murió un subinspector de la Brigada Político Social, que era lo peor de lo peor del régimen franquista. Es cierto que nunca se probó que las balas de su pistola mataran al policía, entre otras cosas porque los compañeros del muerto requisaban las balas según iban siendo extraídas de su cadáver y de ellas nunca más se supo, algo debían temer. Pero también es cierto, y el propio Escribano lo refleja en su texto, que los miembros más activos del MIL habían jurado no dejarse atrapar vivos. Así que es muy probable que Salvador no matase al subinspector, dado el afán de sus colegas por hacer desaparecer los proyectiles, pero también es muy claro que no le hubiese pesado demasiado.
Otro atractivo para el movimiento de la Memoria Histórica, que en el 2006 estaba en su apogeo, era presentarlo como un antifranquista asesinado en virtud de leyes injustas. Sólo que el MIL no era antifranquista sino anticapitalista, y ellos dejaban muy claro en sus textos que atacaban al régimen de Franco porque era la forma que adoptaba el capitalismo en España en ese momento.
Las hermanas de Salvador aprovecharon entonces para pedir la anulación del consejo de guerra que, por supuesto, no les fue concedida , basándose en esos motivos antifranquistas tan contrarios a la ideología de su hermano. (Y que conste que el reproche a la incomprensión de la ideología de Salvador convive con el mayor respeto hacia la determinación y el valor personal que han demostrado siempre: el día que fue detenido, cosido a balazos, se las ingeniaron para colarse en el hospital, acercarse lo suficiente a su habitación y gritarle un “Salvador, estamos aquí” que él oyó y, sin duda, le debió emocionar[2]).
Esto fue hace nueve años y se lo ha llevado el viento, aunque aún me resuenan en los oídos los gritos aterradores de Isabel San Sebastián diciendo “¿y el policía? ¿y el policía?”.

Pero el momento de Salvador acabó por pasar junto con su película y volvió el olvido. Apenas ha quedado memoria de aquello. En la época de las redes sociales, lo que sucedió esta mañana es pretérito indefinido. Debemos, pues, acudir a las historias canónicas. Tomemos una de ellas donde, como diría aquel, es más el papel que la erudición[3]. Siguiendo la misma tónica del libro de Escribano y la película de Huerga basada en él, se dedican tres páginas a la muerte de Salvador pero apenas un párrafo al MIL: “(Movimiento Ibérico de Liberación), una organización de base libertaria que, al parecer, nunca llegó a contar con más allá de una quincena de militantes. El grupo había nacido al comenzar la década de los setenta con la intención de apoyar “las luchas y las fracciones más radicales del movimiento obrero de Barcelona”; pero lo más que llegaron a hacer fue algunas “expropiaciones” a entidades bancarias para ayudar a los huelguistas”. Salvo error por mi parte, esa es toda la información sobre el MIL que contiene esta biblia.
Por contra, la información sobre la Asamblea de Cataluña[4] es mucho más abundante e incluye un capítulo con ese título, dividido en epígrafes fascinantes como Un semáforo llamado Teresa, Cinco horas para entrar en una iglesia o La gitana detenida por los conspiradores. Porque, a diferencia del MIL, una docena de locos que atracaban bancos, la tal asamblea era nada menos que la reunión de todos aquellos que, muerto Franco, pactaron con los restos del Franquismo para repartirse el poder y  legitimarse mutuamente. Allí estaban desde el representante de Pujol hasta el PSUC que con el tiempo fue a dar en Izquierda Unida y todo lo que había entre medio, los que realmente escribieron la Historia.
Así que mientras leía las memorias de Jann-Marc Rouillan, que fue miembro del MIL, no he podido aguantar la risa cuando recuerda que en el otoño de 1971 fue invitado a una reunión con “el responsable de la Assemblea de Catalunya que, a su vez, era el dirigente “clandestino” del partido socialista”. Un médico que vive en un lujoso piso del Eixample y se hace servir por dos criadas uniformadas. (Emigrantes, claro, pero andaluzas o murcianas, entonces no se necesitaba permiso de residencia para estos trabajos). Y que, por cierto, había hecho la guerra como oficial en el ejército franquista.
¿Qué quería la pulcra Asamblea de Cataluña de estos delincuentes desviados? Una petición muy concreta que no necesita grandes palabras para escribirse: que les financiaran con cincuenta millones de pesetas[5].

¿Cuánto dinero reunió el MIL con sus atracos? No es fácil dar una cifra. Según Antonio Téllez serían unos diez millones y según Telesforo Tajuelo, veinticuatro. Téllez parece basarse en el libro de Carlota Tolosa y Telesforo Tajuelo parece demasiado optimista. En mi opinión la cifra más adecuada es la de Tolosa, que consigna las fechas y lugares de los atracos y la cantidad obtenida en cada uno. Siguiendo su relato, el MIL habría obtenido unos diecisiete millones de pesetas, de los que alrededor de cinco se perdieron, un millón trescientas mil por confiar en quien no debían y el resto por imprevistos y problemas en las fugas[6].
No era moco de pavo para un año de golpes según los servicios secretos, en trece años de actividad ETA había recaudado “una cantidad de dinero que es aproximadamente de veinte millones de pesetas”[7] , pero, desde luego, estaba muy lejos de las fabulosas sumas de dinero que los chicos buenos de la Asamblea imaginaban en sus delirios.

En sus memorias Rouillan recuerda que estaba en su celda de la prisión de Muret viendo en TVE “la reemisión de un culebrón muy popular al otro lado de los Pirineos: Cuéntame cómo pasó. (...) El episodio tiene como fondo el regreso del tío de Francia. En la estación, debe entregar una maleta a un contacto de la Resistencia, pero se cruza con la mirada inquisidora de dos grises y se va asustado. De repente, la maleta se encuentra en la mesa, justo en medio del salón familiar. El padre decide abrirla: está llena de billetes de mil. La mujer y la abuela dan marcha atrás santiguándose.

El padre musita en voz baja:
Pero... Me cago en la leche... ¿En qué lío te has metido? Joder... ¿Qué coño es este puto dinero?
Y el tío responde:
¡Es dinero del MIL!
Casi cuarenta años más tarde, el dinero del MIL sigue siendo como un viejo El Dorado”[8].

Por otro lado, su traductor nos informa de que el dirigente de la Asamblea con el que se entrevistó, el socialista converso desde las filas de la oficialidad guerrera franquista, era Felip Solé i Sabarís, tío de algún miembro del MIL y padre del catedrático de historia Josep Maria Solé i Sabaté, lo que no parece un detalle insignificante[9].





[1] Hoy va a ser el día de los seudónimos. Heinz Chez se llamaba en realidad Georg Michael Welzel y no era polaco, como se dijo, sino alemán. Las autoridades franquistas sabían la verdad, por qué no ofrecieron su identidad real sigue siendo un misterio.
[2] Carlota Tolosa: La torna de la torna. Salvador Puig Antich i el MIL. Empúries, Barcelona, 1999, p. 85. Carlota Tolosa es el seudónimo colectivo de un profesor y nueve alumnos de quinto de Periodismo del curso 1983 – 1984 de la Universidad Autónoma de Barcelona.
[3] Fernando Jáuregui y Pedro Vega: Crónica del antifranquismo 1939-1975. Todos los que lucharon por devolver la democracia a España. Planeta, Barcelona, 2007 (aunque al parecer la primera edición es de 1983, pero no queda muy claro). Se extiende a través de 1.117 páginas.
[4] Nada que ver con la ANC de hoy día, salvo su afán de querer representar a todo el mundo sin pedirle permiso primero.
[5] Jann-Marc Rouillan: De memoria (II) El duelo de la inocencia: un día de septiembre de 1973 en Barcelona. Virus, Barcelona, 2011, pp. 141-144.
[6] Antonio Téllez Solá: El MIL y Puig Antich, Virus, Barcelona, 1994, Telesforo Tajuelo: El Movimiento Ibérico de Liberación, Salvador Puig Antich y los grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista. Teoría y práctica 1969-1976. Ruedo Ibérico, (s.l.), 1977, p. 39.
[7] Federico de Arteaga: “ETA” y el proceso de Burgos (La quimera separatista). E. Aguado, Madrid, 1971, p. 350. Federico de Arteaga era el seudónimo colectivo del grupo del Servicio Central de Documentación (SECED) que dirigía José Ignacio San Martín.
[8] Jann-Marc Rouillan: De memoria (III) La breve etapa de los GARI: Toulouse 1974, Virus, Barcelona, 2015, pp. 62s. Las palabras en cursiva están en castellano en el original.
[9] De memoria (II), p. 144, n. 18. El traductor es Didac P. Lagarriga. Sobre la honestidad intelectual de Josep Maria Solé i Sabaté sólo daré una pista: Prologó un libro sobre Oriol Solé al que Sergi Rosés hizo algunas objeciones.