lunes, 28 de septiembre de 2015

UN DATO INQUIETANTE

“La misma porquería, mujeres empresarias y mujeres policía”
(Coreado por unas muchachas en la manifestación alternativa de un Primero de Mayo en Barcelona)

La explicación oficial a las muertes de mujeres.

Las feministas de salón, esas que viven de las subvenciones del gobierno de turno, explican el origen y la causa de la violencia de género de una forma muy sencilla: es culpa del machismo[1]. La cura es tan sencilla como el diagnóstico: políticas de igualdad. Según ellas, cuanto más avance la igualdad, más retrocederá el maltrato y, por supuesto, los asesinatos. Hay que conquistar la igualdad en todos los campos.
Desde luego, esa es una reivindicación bien justa. No es de recibo que una mujer, por el hecho de serlo, cobre menos que un varón o sufra cualquier otro tipo de discriminación. Hasta ahí estamos de acuerdo. En lo que discrepo absolutamente es en que el aumento de la igualdad conlleve el retroceso del maltrato o los asesinatos. Simplemente, no es así.
Todas las cifras indican que en los lugares donde hay más igualdad (es decir, en Escandinavia) el índice de agresiones a mujeres es escandaloso. Por supuesto, las profesionales del tema lo saben, pues se trata de datos oficiales y públicos. ¿Cómo explican esa incoherencia flagrante? Muy sencillo. Se escudan en que el concepto de abuso sexual o maltrato es mucho más amplio allí que aquí. Así que las subvencionadas argumentan que lo que en los países nórdicos se califica como delito, aquí ni siquiera se toma en consideración, por eso las cifras son mucho más abultadas, porque allí se denuncian como agresiones conductas que aquí son vistas como inofensivas[2].
Suena razonable. Pero en este caso sólo podemos quedarnos con el sonido, porque se trata de una explicación absolutamente falsa. Los desprecios, maltratos, agresiones y asesinatos de mujeres son mucho más numerosos en la evolucionada Europa del Norte que en la salvaje España.

El dato inquietante.

Supongo que a mucha gente el año 2006 le suena muy lejano. Entonces vivíamos en una especie de paraíso, se decía que el que no trabajaba era porque no quería y se animaba a la gente a gastar a espuertas porque la bonanza económica estaba aquí para quedarse, así que nos ocupábamos de otros asuntos. Como el matrimonio homosexual, y es gracioso ver cómo se acogen hoy a él los políticos del partido que lo recusó. Y, por supuesto, de la igualdad, que ganaba espacios día a día. Como ejemplo, esta importante conquista: “En el plazo de un año, el Ayuntamiento de Fuenlabrada extenderá la igualdad entre sexos a las señales de tráfico: el 50% de las figuras humanas que aparecen en ellas serán masculinas y el otro 50%, femeninas”[3].
Pero también aparecieron datos más preocupantes[4]. Como que en “los últimos cinco años la violencia doméstica ha causado 206 muertos en Suiza”. Según la Wikipedia, Suiza tenía 7.459.128 habitantes en diciembre del 2005. La proporción es de 5,52 por millón. ¿Cuál era la proporción en España entonces? El 2,44 por millón. Menos de la mitad. Después el artículo indicaba que “las cifras que se han hecho públicas esta semana en Francia, en relación con la violencia de género colocaban el índice de mortalidad por habitante en nuestro país vecino más de un 30% por encima del español”.
De acuerdo, Suiza es un país muy raro, la democracia más antigua del mundo. Quien no lo crea sólo tiene que acudir al Diccionario de Autoridades, el primer diccionario que publicó la Academia de la Lengua en la década de 1720, para ver que la voz Democracia pone a Suiza como ejemplo...
Los franceses, una gente tan rara... Basta saber que tienen zonas de habla vasca, catalana, corsa, bretona, occitana o alemana y han tenido las santas narices de no otorgarlas ni un solo privilegio. Lo dicho, gente rara...
En fin, Suiza y Francia no se pueden poner como ejemplo, está claro. Hay que acudir a los campeones de la igualdad, los escandinavos, la Europa del Norte. Ya sabemos que las cifras están distorsionadas, porque se presentan denuncias por comportamientos que en el resto del mundo ni siquiera son delictivos. Por eso no tengo en consideración las denuncias que a saber a qué delito se refieren , hablaré de un delito muy tangible, por desgracia, las muertes. En España, recuerdo, era una proporción de 2,44 por millón. En Noruega era del 6,58 y en Finlandia del 8,65 por millón. Muertes, no preservativos rotos.

Cuanta más igualdad, más mujeres muertas. ¿Cómo explicar este contrasentido?






[1] Y ahí se meten ellas mismas en un laberinto, porque muchos de los asesinatos claramente machistas los cometen inmigrantes que proceden de países donde la condición de la mujer es poco más que la de hembra paridora, nacida para echar hijos al mundo y satisfacer las necesidades sexuales del varón, pero sería muy poco correcto políticamente decir que la emigración ha aumentado la violencia doméstica, así que no lo dicen.
[2] Basta recordar el caso de Julian Assange, la cabeza visible de Wikileaks. Como el gobierno del suave Obama no encontraba manera de enjaularlo, recurrieron al expediente de que durante su estancia en Suecia, Assange estaba fornicando con un par de seguidoras (en días diferentes) y en ambos casos se le rompió el preservativo y no se retiró inmediatamente. Según las leyes suecas, eso es equiparable a la violación, aunque sólo haya sido una culada. Por esa acusación el pobre Assange lleva recluido en la embajada ecuatoriana de Londres desde el 19 de junio del 2012, porque Suecia no pareció dudar en otorgar la extradición a Estados Unidos por tan terrible delito. (Una de dos, o este hombre tiene muy mala suerte o le está bien empleado por cutre, por no gastarse un poco más en comprar buen material. Ya se dice que lo barato es caro, pero supongo que durante su estancia se imbuyó de la ideología de IKEA).
[3] El Periódico, 08/11/06, noticia suelta.
[4] Lo que sigue procede de un artículo publicado en las páginas de opinión de El Periódico el 15 de octubre del 2006. Lo recorté, pero no consigo encontrarlo en mi selva de papeles. Sucede que hace unos días encontré unas notas que tomé sobre él hace tiempo. En cualquier caso, quien quiera buscarlo ya tiene suficientes datos (en realidad sólo falta el título). Algo me da que, pese a ser antiguas, las tendencias que reflejan las cifras no han cambiado desde entonces... 

sábado, 12 de septiembre de 2015

CIENCIA A LA CARTA

Si se observa la Ciencia con una perspectiva optimista, hay que reconocer que ha sido una gran aportación a la lucha contra la ignorancia y la superstición, una aliada objetiva de la liberación humana. Pero desde otro punto de vista menos amable, también encontraremos atrocidades perpetradas con su colaboración. La bomba atómica es la imagen más sencilla, pero la cuenta se hace larga hasta en el ámbito médico un conocimiento que debería ser el más humanista de todos , y el doctor Mengele es sólo el caso extremo, hay muchos más.
Porque como sucede con casi todas las actividades humanas, la Ciencia, así como tal, con mayúscula, no existe. Existen científicos, humanos con sus fortalezas y debilidades, y sus creaciones como el resto , están sujetas al ambiente de su época, de forma que ni siquiera lo que se ha considerado ciencia en un momento ha obtenido la legitimidad en el siguiente[1]. Más adelante me ocuparé de ese uso de la Ciencia como un absoluto. De momento apuntaré que el desarrollo de la aritmética a fines de la Edad Media, precisamente en aquellas zonas de Italia que estaban experimentando una gran expansión comercial, no tiene nada de casual. Por el contrario, hacia 1650 Madrid y Roma no giraban en torno al Sol porque el Rey y el Papa se lo habían prohibido y a fines del XIX, como las ideas de Darwin eran populares y aceptadas en Castilla, el catalanismo estaba en contra de la hipótesis de la Evolución[2].
¿Cuál es el lugar de la Ciencia hoy? Es una pregunta complicada de responder de forma sencilla, me conformaré con apuntar algunas notas, dejando claro antes que se trata más de cuestiones que me preocupan que de una visión completa y objetiva.
La impresión general es que la ciencia está hoy en manos de la industria y este proceso de poner la ciencia al servicio de la economía ha traído varias consecuencias y la Universidad es un lugar magnífico para observarlas.
Las primeras víctimas han sido las Humanidades, que no aportan nada al valor contable de las empresas y, además, tienen el mal gusto de fomentar el espíritu crítico, pues al conocer el pasado de primera mano se llega a la conclusión de que el presente no es tan bello como lo pintan y probablemente bastante peor de lo que cabía esperar. Se salvan algunos engendros como la Economía, que no es sino ideología en estado puro, mil veces contradicha por los hechos aunque sea la que enseña a la realidad cómo debe comportarse, a pesar de que esta no suela hacerle caso. O la demoscopia, basada en que los expertos en pronósticos electorales se limiten a dejar por escrito sus deseos y, obviamente, no acierten una.
Pero no sólo ellas. También ha habido víctimas entre las Ciencias, es decir, aquellas que se expresan utilizando el lenguaje matemático. Como cabría esperar, entre las que no producen resultados inmediatamente comerciables, es decir, todas las ramas teóricas.
Los poderosos apuestan contra sí mismos una vez más. Otro ejemplo de cómo la idea del máximo beneficio inmediato socava la lógica del máximo beneficio. La Teoría de Anillos es una rama del Álgebra (una de las partes más abstractas de las Matemáticas), iniciada hace un par de siglos sin más motivo aparente que el de dejar volar el pensamiento. Pues bien, una parte de ella, la Teoría de Grupos, fue crucial para el desarrollo de la Informática, aunque desde luego no cabe suponer que Evariste Galois tuviera siquiera la noción de lo que podía ser un ordenador cuando empezó a darle forma. Sin ir tan lejos, en la década de 1980 las luces LED, que hoy son símbolo de modernidad y desarrollo, apenas se utilizaban en esferas de relojes digitales, equipos de música y poco más, pues no se sabía en qué otra cosa emplearlas. Podríamos decir que, como los diseños de la teoría de grupos, no habían sido buscadas sino encontradas...
Bien, la Universidad está al servicio de la Empresa. ¿En qué se traduce esto?

Creadores de riqueza.

En 1950 la sociedad capitalista irradiaba optimismo, seguramente con razón. Apenas veía barreras a su expansión y lo demostraba financiando con generosidad estudios sobre los límites del Universo, las partículas subatómicas o la especulación matemática más imaginativa[3]. De aquellos años deriva la inmensa popularidad que aún hoy disfruta la figura de Albert Einstein, (aunque no tanto su obra). Sin embargo, pronto se desataría la carrera espacial o la escalada del armamento nuclear y aquellas especulaciones cesaron en gran parte para ser puestas al servicio de logros concretos, que pudieran tocarse. Es cierto que “la conquista del espacio” la desató una Unión Soviética que a la larga acabó por perder el paso ante los avances prácticos de la NASA, pero la verdad es que entonces la URSS se sentía igualmente optimista por razones parecidas.
Hoy sucede un proceso similar pero agravado, pues los capitalistas más inteligentes son conscientes de que han tocado el límite hace tiempo.
El discurso oficial dice que la Universidad debe buscar la excelencia y ser útil a la sociedad. Para medir algo tan abstracto como “la excelencia” se elaboran clasificaciones anuales de universidades que tienen en cuenta el número de citas de sus artículos en “revistas científicas”, el de patentes y el de premios Nobel que han estudiado o dan clase en ellas. Este criterio de medición tiene una consecuencia cómica, que es ver las revistas de las universidades de cualquier país llenas de artículos escritos en inglés mendigando una cita[4] y, por supuesto, acuerdos no escritos entre profesores o departamentos de varias universidades para citarse mutuamente. Es obvio que lo de fabricar premios Nobel es más complicado, pero ficharlos como profesores no es problema si los fondos son abundantes. En cuanto a las patentes, basta con ir al registro y pagar la cantidad pedida, con independencia de que luego funcionen o no. Por eso leemos a veces que tal universidad ha patentado una pila eterna o la cura de la jaqueca y décadas después seguimos sin saber nada de ellas. Los registradores de patentes no exigen que funcionen, simplemente toman nota para evitar que otro utilice la misma fórmula sin pagar los derechos correspondientes[5].
Pero también se da el fenómeno contrario, empresas que patrocinan estudios con vistas a capitalizar los beneficios. Y las universidades compiten por atraerlas, con lo que, partiendo de una mínima inversión, esas empresas pueden obtener enormes beneficios desarrollando esas patentes por las que acaban pagando cantidades ridículas en virtud de acuerdos desequilibrados en los que tiene enorme peso, sobre todo, la visibilidad que les puede dar la asociación con el nombre de una gran empresa. Y una parte risible, el afán de novedades. Hay un arqueólogo subvencionado que descubre la ciudad más antigua de América más o menos cada cinco años y se ha dicho que asuntos tan turbios como los graffiti de Veleia tenían que ver con la presión que los patrocinadores ejercían sobre el excavador[6]...


La ciencia kamikaze.

La dieta del siglo XXI estará formada por alimentos manipulados genéticamente. En 1998 el 30% de las plantaciones de soja y el 25% de los maizales correspondían a semillas transgénicas y la industria biotecnológica vaticina que en unos 10 años el 80% de los alimentos serán transgénicos.
Los mayores beneficiarios de la dieta transgénica son los agricultores y las empresas de biotecnología que maximizan sus rendimientos.
Todavía queda tiempo para saber si son perjudiciales para la salud, pero entre los riesgos se encuentran las alergias y una menor respuesta a los antibióticos.
La normativa europea obliga a que los alimentos transgénicos lo indiquen en su etiqueta, para defender el derecho del consumidor a elegir.

(Mundogar, 5, diciembre de 2000, p. 16[7])

Lo de la normativa europea no sé si habrá empeorado (prefiero no saberlo), pero ya entonces era tan tramposa que si un producto llevaba soja transgénica debía indicarlo, pero si lo que llevaba era lecitina de soja extraída de soja transgénica, entonces ya no, puesto que era otra cosa. De este modo, hasta el lector de etiquetas más atento puede haber ingerido una cantidad enorme de transgénicos sin ser consciente de ello.
La Genética, he aquí un campo donde el Capital ha apostado con ojos cerrados. Obviamente, pensando en grandes beneficios futuros. Como revela la cita de Mundogar, la apuesta se hizo firme hacia el cambio de milenio. Abarcaba tres frentes: la clonación, la secuenciación del genoma humano y los transgénicos.
La clonación fue un desastre sin paliativos. Duplicaron una oveja que nació vieja y enferma. La pobre Dolly quedó como ejemplo de la suprema ignorancia de los genetistas, que obtuvieron un resultado que se oponía a cuanto habían soñado. Que sepamos, no ha habido más intentos de clonación. Parece que escarmentaron. Parece...
La secuenciación del genoma humano, presentada como uno de los grandes logros de la Humanidad por gente tan dañina como Tony Blair o Bill Clinton , trajo una gran sorpresa. Resultó que el genoma humano contenía un 30% menos de los genes que se suponía que se iban a encontrar. Por supuesto, ese es un resultado inadmisible en cualquier tipo de disciplina científica, un 30% de error no se puede aplicar a un aparato de medición, es un error de concepto, lo que significa volver a replanteárselo todo desde el principio, lo que, desde luego, no sucedió. También es cierto que nada de lo prometido entonces se ha cumplido, quizá por esa maligna tendencia de la realidad a resistirse a acoplarse a esquemas preconcebidos que no funcionan...
Cuestión diferente es la de los transgénicos. Al menos los más sencillos estaban listos para ser comercializados a la vuelta del siglo. Como la semilla Terminator de Monsanto, que era estéril es decir, que obligaba a comprarla año tras año , y que se vendía en el Tercer Mundo. Aparte de eso había “campos experimentales” en los países desarrollados llevados por universidades pero financiados por Monsanto, de los que no se podían conocer sus efectos contaminantes sobre el entorno. Por supuesto, no faltaban catedráticos de esas universidades que saltaban a la palestra para decir que éramos idiotas, ignorantes, o las dos cosas a la vez, pero sin aportar prueba alguna.
No quería dedicarles espacio por su insignificancia, pero en agosto han aparecido en tres periódicos artículos de escépticos[8] que atacan a los críticos de los transgénicos poniéndolos al nivel de los que dicen que los aviones nos fumigan con metales pesados. La crítica a los transgénicos está muy bien argumentada, y si no que se lo digan a The Ecologist, que vio uno de sus números censurado por las denuncias de Monsanto en los tribunales. Afortunadamente fue replicado en muchos países, incluida una edición castellana.
Estos creyentes de la Ciencia repiten lo que leen, pero les falta sentido crítico al elegir sus lecturas. Si fuera malvado, diría que ojalá su vida dependiera de la decisión de un ejecutivo de Monsanto...






[1] Aprovecho aquí para recomendar un libro que me resultó muy inspirador, Thomas S. Kuhn: La estructura de las revoluciones científicas. Publicado por primera vez en 1962, en castellano lo ha editado FCE y la última reedición es del 2014.
[2] Aún hoy basta con observar una botella de Anís del Mono para ver que el mono de la etiqueta tiene la cara de Darwin.
[3] Los profesionales suelen decir que las Matemáticas son bellas, pero a mí siempre me costó encontrarles esa cualidad. Sin embargo disfruté mucho en su momento con el torbellino de ideas que rodeaba a la “hipótesis del continuo”, que creo se puede seguir hoy en Internet sin grandes conocimientos previos. Trata de algo en apariencia tan ilógico como el tamaño de los infinitos, es decir, que hay unos infinitos que son mayores que otros y lo que se deriva de esa constatación...
[4] En algunos casos firmados por viejas estrellas que desconocen una palabra de ese idioma pero a los que rodean becarios deseosos de hacer puntos. Podría dar nombres...
[5] Como curiosidad, el mago autodenominado David Copperfield ha registrado varios de sus trucos que, por cierto, no ha elaborado él sino fabricantes californianos de artículos de magia según sus deseos. Nadie más los puede utilizar sin pagar el canon, pero se puede ver cómo lo hace visitando páginas de Internet que reproducen la patente.
[6] Aunque este en concreto no estaba asociado a ninguna universidad, pero consiguió unos patrocinios muy razonables.
[7] Mundogar era una revista editada por Iberdrola de la que tuve la precaución de guardar este número para comprobar sus predicciones de futuro. Hija de su tiempo cuando Aznar gobernaba con mayoría absoluta y el crédito fluía a raudales , me llamó mucho la atención que en la Carta que hace de editorial, Javier Allende (Director Comercial de Iberdrola entonces) escribiera que “El milenio viene repleto de emociones fuertes, más que de chaquetas metálicas”.  Quien haya leído la novela de Gustav Hasford de ese título o visto la maravillosa película de Stanley Kubrick sabrá que la chaqueta metálica era sólo el revestimiento de un proyectil, sin ninguna otra connotación.
[8] Hay escépticos valientes y escépticos gallinas. Los valientes atacan primero a las creencias más dañinas es decir, las tres religiones monoteístas, la cristiana, la musulmana y la judía , mientras los gallinas se conforman con los homeópatas, los tarotistas,  los videntes y demás anécdotas. 

sábado, 5 de septiembre de 2015

COHERENCIA

España es ya la locomotora económica de Europa por sus espectaculares cifras de crecimiento. El 3% anual que ya era una hazaña , se ha quedado corto, visto que el trimestral supera el 1%. En resumen: no hay quien nos pare y ya pueden venir de fuera a aprender cómo se sale de una crisis, del mismo modo que en el pasado hemos dado lecciones al mundo de cómo se hacía una transición bien hecha.
El gobierno se mira al espejo, saca músculo económico y se ve guapo, así que en un alarde de poderío, ha decidido devolver a los funcionarios el segundo cuarto de la paga extra que no les pudo abonar en el 2012, cuando venían muy mal dadas. Y además, redondeada hacia arriba, un 26,23%, para que se vea que hay calidad.
En completa coherencia con su discurso, para pagarla va a pedir un crédito extraordinario de 252 millones de euros. 
Supongo que al resto del mundo le faltará tiempo para mostrar su admiración.