“La misma porquería, mujeres empresarias y mujeres policía”
(Coreado por unas muchachas en la manifestación alternativa de un
Primero de Mayo en Barcelona)
La explicación oficial a las muertes de mujeres.
Las feministas de salón, esas que viven de las
subvenciones del gobierno de turno, explican el origen y la causa de la violencia
de género de una forma muy sencilla: es culpa del machismo[1].
La cura es tan sencilla como el diagnóstico: políticas de igualdad. Según
ellas, cuanto más avance la igualdad, más retrocederá el maltrato y, por
supuesto, los asesinatos. Hay que conquistar la igualdad en todos los campos.
Desde luego, esa es una reivindicación bien justa.
No es de recibo que una mujer, por el hecho de serlo, cobre menos que un varón
o sufra cualquier otro tipo de discriminación. Hasta ahí estamos de acuerdo. En
lo que discrepo absolutamente es en que el aumento de la igualdad conlleve el
retroceso del maltrato o los asesinatos. Simplemente, no es así.
Todas las cifras indican que en los lugares donde
hay más igualdad (es decir, en Escandinavia) el índice de agresiones a mujeres
es escandaloso. Por supuesto, las profesionales del tema lo saben, pues se
trata de datos oficiales y públicos. ¿Cómo explican esa incoherencia flagrante?
Muy sencillo. Se escudan en que el concepto de abuso sexual o maltrato es mucho
más amplio allí que aquí. Así que las subvencionadas argumentan que lo que en
los países nórdicos se califica como delito, aquí ni siquiera se toma en
consideración, por eso las cifras son mucho más abultadas, porque allí se
denuncian como agresiones conductas que aquí son vistas como inofensivas[2].
Suena razonable. Pero en este caso sólo podemos
quedarnos con el sonido, porque se trata de una explicación absolutamente
falsa. Los desprecios, maltratos, agresiones y asesinatos de mujeres son mucho
más numerosos en la evolucionada Europa del Norte que en la salvaje España.
El dato inquietante.
Supongo que a mucha gente el año 2006 le suena muy
lejano. Entonces vivíamos en una especie de paraíso, se decía que el que no
trabajaba era porque no quería y se animaba a la gente a gastar a espuertas
porque la bonanza económica estaba aquí para quedarse, así que nos
ocupábamos de otros asuntos. Como el matrimonio homosexual, y es gracioso ver
cómo se acogen hoy a él los políticos del partido que lo recusó. Y, por
supuesto, de la igualdad, que ganaba espacios día a día. Como ejemplo, esta
importante conquista: “En el plazo de un año, el Ayuntamiento de Fuenlabrada
extenderá la igualdad entre sexos a las señales de tráfico: el 50% de las
figuras humanas que aparecen en ellas serán masculinas y el otro 50%,
femeninas”[3].
Pero también aparecieron datos más preocupantes[4].
Como que en “los últimos cinco años la violencia doméstica ha causado 206 muertos
en Suiza”. Según la Wikipedia, Suiza tenía 7.459.128 habitantes en diciembre
del 2005. La proporción es de 5,52 por millón. ¿Cuál era la proporción en
España entonces? El 2,44 por millón. Menos de la mitad. Después el artículo
indicaba que “las cifras que se han hecho públicas esta semana en Francia, en
relación con la violencia de género colocaban el índice de mortalidad por
habitante en nuestro país vecino más de un 30% por encima del español”.
De acuerdo, Suiza es un país muy raro, la democracia
más antigua del mundo. Quien no lo crea sólo tiene que acudir al Diccionario
de Autoridades, el primer diccionario que publicó la Academia de la Lengua
en la década de 1720, para ver que la voz Democracia pone a Suiza como
ejemplo...
Los franceses, una gente tan rara... Basta saber que
tienen zonas de habla vasca, catalana, corsa, bretona, occitana o alemana y han
tenido las santas narices de no otorgarlas ni un solo privilegio. Lo dicho,
gente rara...
En fin, Suiza y Francia no se pueden poner como
ejemplo, está claro. Hay que acudir a los campeones de la igualdad, los
escandinavos, la Europa del Norte. Ya sabemos que las cifras están
distorsionadas, porque se presentan denuncias por comportamientos que en el
resto del mundo ni siquiera son delictivos. Por eso no tengo en consideración
las denuncias ― que a saber a qué delito se refieren ―, hablaré de un delito muy tangible, por desgracia,
las muertes. En España, recuerdo, era una proporción de 2,44 por millón. En
Noruega era del 6,58 y en Finlandia del 8,65 por millón. Muertes, no
preservativos rotos.
Cuanta más igualdad, más mujeres muertas. ¿Cómo
explicar este contrasentido?
[1] Y ahí
se meten ellas mismas en un laberinto, porque muchos de los asesinatos
claramente machistas los cometen inmigrantes que proceden de países donde la
condición de la mujer es poco más que la de hembra paridora, nacida para echar
hijos al mundo y satisfacer las necesidades sexuales del varón, pero sería muy
poco correcto políticamente decir que la emigración ha aumentado la violencia
doméstica, así que no lo dicen.
[2] Basta
recordar el caso de Julian Assange, la cabeza visible de Wikileaks. Como
el gobierno del suave Obama no encontraba manera de enjaularlo, recurrieron al
expediente de que durante su estancia en Suecia, Assange estaba fornicando con
un par de seguidoras (en días diferentes) y en ambos casos se le rompió el
preservativo y no se retiró inmediatamente. Según las leyes suecas, eso es
equiparable a la violación, aunque sólo haya sido una culada. Por esa acusación
el pobre Assange lleva recluido en la embajada ecuatoriana de Londres desde el
19 de junio del 2012, porque Suecia no pareció dudar en otorgar la extradición
a Estados Unidos por tan terrible delito. (Una de dos, o este hombre tiene muy
mala suerte o le está bien empleado por cutre, por no gastarse un poco más en
comprar buen material. Ya se dice que lo barato es caro, pero supongo que
durante su estancia se imbuyó de la ideología de IKEA).
[4] Lo que
sigue procede de un artículo publicado en las páginas de opinión de El
Periódico el 15 de octubre del 2006. Lo recorté, pero no consigo
encontrarlo en mi selva de papeles. Sucede que hace unos días encontré unas
notas que tomé sobre él hace tiempo. En cualquier caso, quien quiera buscarlo
ya tiene suficientes datos (en realidad sólo falta el título). Algo me da que,
pese a ser antiguas, las tendencias que reflejan las cifras no han cambiado
desde entonces...