viernes, 30 de diciembre de 2016

LAS HERMANITAS DE LA MALA CONCIENCIA


¿La clase obrera? No es problema, puedo comprar a la mitad para que mate a la otra mitad.
J. P. Morgan (1991)[1]

Creo que ya he escrito alguna vez que eldiario.es es el máximo portavoz de la corrección política en España, al menos entre los medios que reciben una cierta audiencia. Por eso me sorprendió encontrar el otro día un artículo titulado “Culpad a los apóstoles de la identidad, ellos nos empujaron al camino del populismo” y cuyo subtítulo “Con su excesiva defensa de las minorías, la izquierda ha puesto en peligro medio siglo de progresismo” me hizo augurar una catarata de comentarios en contra[2].
Me equivoqué. De los veintiséis comentarios que constaban cinco días después, doce eran favorables, ocho críticos y los otros seis no me ha bastado mi pobre intelecto para ubicarlos en ninguno de los bandos. No entraré en detalle en el artículo porque se escapa un poco de lo que quiero tratar aquí, me basta con reproducir un párrafo (quizá el más polémico) que sí viene al caso: El progresismo de identidad alzó a la “víctima sagrada”, a las minorías étnicas a las que no se puede criticar, a las mujeres, los homosexuales y los inmigrantes, a quienes Hillary Clinton se refirió una y otra vez en cada discurso. Por ende, favorecer a un grupo es excluir a otro, en este caso a los llamados olvidados, identificados como el “hombre blanco, rancio y fracasado”. Luego volveré sobre esta cita.

Marx y su compadre Engels no inventaron el socialismo (ni el comunismo, ni el concepto de revolución social). Esas ideas ya existían y hay quien las remonta hasta la Grecia Clásica, lo que no parece disparatado si se piensa que en esa época se inventó la democracia, y estas derivaciones son solo sus formulaciones más avanzadas... Lo que sí hicieron estos dos con infinita arrogancia fue definir el suyo como “socialismo científico” y catalogar los anteriores como socialismos “utópicos”, con el sentido de irrealizables.
No soy experto en Marx. He leído sus textos juveniles (que según algunos son los más aprovechables porque aún no estaba poseído por esa locura científica y se movía con más libertad) y alguna cosa posterior, aunque no de forma sistemática. En cualquier caso, de las ideas comúnmente aceptadas resulta difícil hasta para los expertos delimitar con exactitud dónde llega el pensamiento de Marx, cuál es la parte que añadió Engels[3] y, desde luego, sin un conocimiento profundo de ambos autores es imposible saber hasta qué punto lo que se identifica generalmente como marxismo en sus dos variantes de materialismo histórico y materialismo dialéctico refleja su pensamiento o el de comentaristas posteriores. Es sabido que Marx dijo en más de una ocasión que él no era marxista. Así que, una vez declarada mi ignorancia, me considero capacitado para escribir sobre hechos que sucedieron en el último siglo y medio a despecho de que alguien pueda acusarme de que aquello no lo dijo el barbudo. Lo dijera quien lo dijera, lo cierto es que tuvo muchos seguidores que lo aprobaron y siguieron con fe.


Cuando quedó claro para los científicos que el tránsito de una sociedad capitalista a otra socialista solo podía tener lugar por medio de una revolución, se planteó cuál sería el sujeto histórico encargado de llevarla a cabo. Para definirlo recuperaron una categoría ya olvidada del Imperio Romano, los proletarios. En Roma se clasificaba a los ciudadanos por su riqueza y la última categoría la ocupaban los que no poseían otra que sus hijos, su prole. Traspasado a la época de la Industrialización, el concepto aludía a aquellos que no poseían más que su fuerza de trabajo y se veían obligados a venderla a los propietarios de los medios de producción, ya fueran dueños de industrias, talleres u otro tipo de negocios. En teoría esa clase abarcaría también a los campesinos sin tierra, pero ambos barbudos pensaban que el campo era un lugar dominado por las fuerzas antiguas, de modo que solo en las ciudades podía darse el motor necesario para el cambio, lo que Engels sintetizaba con un antiguo proverbio alemán: “El aire de la ciudad hace libre”. Este proceso llevó a que se acabase identificando al proletario con el obrero industrial, que sería el encargado de conducir el tránsito a la nueva sociedad mediante la dictadura del proletariado, entendida también a la manera romana, es decir, un periodo en el que alguien, investido de todos los poderes de forma temporal, llevaría a cabo las transformaciones necesarias que no permitían las leyes comunes[4].
El problema de las teorías es que por mucho que uno las bautice como científicas, necesitan que la realidad les haga caso y en esta ocasión no fue así. Para empezar, los obreros se mostraron más partidarios del socialismo (entendido como tal el que aspiraba a reformar el sistema, que hoy llamaríamos socialdemocracia) que del comunismo que proponía la revolución. Pero los herederos no se dieron por vencidos y probaron con un nuevo concepto, el internacionalismo proletario. Dado que habían demostrado de forma irrefutable que los obreros eran los encargados de hacer la revolución, ahora era necesario convencerles a ellos de que la hicieran y uno de los argumentos fue ese internacionalismo proletario, hacerles ver que pertenecían a una clase que era la misma más allá de las fronteras. Estaban tan convencidos de haberlo logrado que cuando se declaró la Primera Guerra Mundial daban por hecho que los obreros se negarían a participar en ella porque no estarían dispuestos a disparar sobre sus compañeros, pero lo cierto es que muchos de ellos se alistaron alegremente para matar o morir en nombre de su monarca[5].
Acabada la Segunda Guerra Mundial, la presión de tener en casa a varios millones de jóvenes que habían desafiado a la muerte y sabían usar las armas, junto con el miedo al contagio del ejemplo ruso (que no soviético, que de eso no tenía nada), llevó a la invención del concepto del “Estado del Bienestar” (que hoy hay quien lo llama con gracia el “Estado del Bienestuvo”). Una idea muy sencilla: que los asalariados obtuvieran mayor parte en el reparto de la riqueza, mediante subidas periódicas de sueldos y mediante acceso a servicios básicos como la sanidad o la educación para sus hijos. Y, por supuesto, a los bienes de consumo. El historiador Pierre Vilar decía que hay más objetos en un hogar medio actual que en un palacio antiguo[6]. Y para algunos científicos ahí se pinchó el globo, con los obreros no se podía ir ni a la vuelta de la esquina (pero como veremos más adelante, para otros no).

Así que cabía buscar otro sujeto histórico. Siguiendo la tradición, tenía que tratarse de un oprimido y la época lo ponía muy fácil: los súbditos de las colonias que luchaban por su liberación. Sobre este punto no hace falta insistir mucho porque todavía está muy reciente el espectáculo de la procesión del churrasco de Fidel Castro de punta a punta de la isla, que evoca una combinación grotesca entre la multitud que desfiló ante la capilla ardiente de Paco Franco y el traslado a hombros de los restos de José Antonio Primo de Rivera desde Alicante al monasterio de El Escorial. Aún hay algún despistado que llama gobierno progresista a lo de Daniel Ortega y su mujer en Nicaragua, pero es que por comparación aún lo podría parecer, porque si miramos a África... Y aquí está uno de los trucos: no mirar. Aunque se sucedan durante más de medio siglo dictaduras de ladrones matarifes de su propio pueblo, la culpa no es suya, sino del pérfido hombre blanco que tiene nosequé oscuros intereses. No se suele señalar lo que hay de racista en este argumento, donde el negro es siempre una marioneta en manos del blanco, como perpetuo menor de edad fácil de engañar...
La cuestión es que los colonizados también salieron rana y cada vez quedaba menos campo hacia el que volverse. A raíz de las agitaciones de Berkeley el desafío mucho más serio del mayo del 68 francés, los buscadores descubrieron a los estudiantes como sujeto histórico[7]. Lamentablemente para ellos, los Situacionistas ya se les habían adelantado publicando una crítica demoledora titulada “Sobre la miseria en el medio estudiantil” antes de que los científicos volviesen sus ojos hacia los estudiantes. El panfleto se tradujo a varios idiomas y alcanzó una difusión notable.
Desde entonces todo fue a peor. La entrada en los años setenta ofrecía muy buenas perspectivas. Mayo del 68 fue un momento mucho más decisivo de lo que nos han transmitido los relatos posteriores, descrito de forma interesada como una especie de jolgorio estudiantil que reivindicaba lemas pueriles como “la imaginación al poder”. Lo cierto es que la inquietud se trasladó a las fábricas y el partido comunista francés tuvo que apoyar públicamente al gobierno de De Gaulle y utilizar toda su influencia para evitar un movimiento huelguístico masivo que quién sabe dónde hubiera llevado... Pero casi como por arte de magia, la década entrante acabó por barrer de las mentes la posibilidad de una revolución en Europa. Hubo una esperanza, la Revolución de los claveles portuguesa, desencadenada por el protagonista más insospechado uno de los últimos ejércitos coloniales de Europa , pero su indecisión en el momento clave la llevó a ser tranquilamente “encarrilada” tras un golpe de estado incruento dado por la rama derechista del ejército.
Siguió un canto del cisne, el Movimiento de la Autonomía italiano de 1977[8], pero sin pretender frivolizar sobre el tema, pues hubo mucha gente que iba a por todas y lo pagó muy caro , recordaba demasiado a un intento de reverdecer los laureles del mayo francés. Y ya que he escrito reverdecer, al mismo tiempo hubo un grupo de científicos que volvieron a la idea del obrero como sujeto histórico de la revolución. Les llamaban obreristas y el más conocido fue Toni Negri, un profesor que en su vida había empuñado una herramienta, hablaba desde fuera. Al pobre le tomaron tan en serio que la justicia italiana le acusó de ser el ideólogo de las Brigadas Rojas, con las que no tenía ninguna relación...
El hecho es que al inicio de la década de los ochenta la posibilidad de la revolución había desaparecido del mapa. Subsistían de mala manera grupos que habían optado por la lucha armada como las Brigadas Rojas en Italia, la RAF en Alemania, Acción Directa en Francia o los GRAPO en España, pero se hallaban desconectados de cualquier tipo de apoyo de masas... Todas las opciones con un mínimo de influencia eran reformistas, partidarias de entrar en las instituciones. Pero de algún modo, esa especie de “subasta a la baja” del antiguo sujeto revolucionario se había mantenido. Basta recordar el primer gobierno de Felipe González, que no se cansó de arrear a los obreros con la Reconversión Industrial mientras al mismo tiempo creaba un Ministerio de Asuntos Sociales para cumplir debidamente con las diferentes minorías en el sentido en el que él lo entendía, es decir, repartiendo dinero sin miramientos entre las asociaciones que se arrogaban su representación.

Tres décadas después la adoración acrítica de las minorías como fermento de quiensabequé y la santificación del camino reformista han cocinado una sopa infernal. Uno puede leer disparates como este: “Para el buen marxista, la interpretación del mundo en principio debe servir para transformarlo. Y esto solo puede hacerse desde dentro de las instituciones, renovándolas y relegitimándolas para propiciar su conexión a las necesidades ciudadanas, no cuestionándolas en nombre de una alternativa ignota o diluida en mera teatralidad”[9]. Ingenuo de mí, yo que me creía eso que había leído tantas veces de que Marx cuando supo sobre la Comuna de París dijo que esa era la forma de organización que él había estado buscando...
Pero no es el reformismo lo que más daño ha hecho a la izquierda mediática sino esa deformación de la doctrina cristiana que dicta que el izquierdista siempre tiene que sacrificarse por otro, nunca tiene derecho a exigir lo suyo porque siempre hay uno que está peor. Es una visión tan degenerada que acaba por llevar a que el izquierdista se sienta mal por serlo y pida perdón por arrogarse algo que en teoría no le compete. Pondré un ejemplo bastante significativo del mismo diario, una periodista que humildemente solicita su sitio porque siendo quien es reivindica lo que reivindica. El texto recuerda más a las “autocríticas” de la época de Stalin que a otra cosa, pero dejémosle golpearse el pecho a gusto: “Como trabajadora que ha sido delegada sindical despedida ilegalmente por ello además pero jamás obrera ni jornalera, que no puedo definirme como proletaria sin sentirme impostora, sino miembro, por mi realidad socio-económica, de la clase media, reivindico mi derecho a ser, vestirme y ejercer mi ideología de izquierdas”[10].
El acabose. Primero, nadie tiene conocimiento de que Marx fuera proletario o jornalero. De hecho, hay datos fehacientes que indican que no la hincó un solo día de su vida. Esta chica fue despedida de su trabajo por hacer actividad sindical pero no le es suficiente porque debe cometer el terrible pecado de ganar lo suficiente como para pagarse el alquiler o la hipoteca. Aún peor, puede ser que ni aún así le llegue y sus padres contribuyan a sus gastos, lo que ya sería una vergüenza muy difícil de sobrellevar, una hija de papá...
Pues anda que no ha habido jornaleros lameculos... el Paco el Bajo que ideó Delibes y retrató magníficamente Mario Camus no era un producto de la imaginación. Y respecto a los obreros, fui testigo durante una época de mi vida de cómo, en cuanto llegaba la hora de la pausa, el peón más joven de la obra de enfrente era el encargado de ir al bar a comprar los bocadillos de todos sus “compañeros”. Los ideales aristocráticos en estado puro.
Sin embargo no era eso lo que proponían los utópicos. La mayoría de ellos creían en una comunidad de gente que abrazara lo que proponían, no pensaban que el hecho de nacer en una casa u otra marcase tu destino. Una comunidad de gente consciente. No me importa de dónde vienes sino hacia dónde quieres ir. Pero por desgracia ganaron los científicos.  

Volviendo a la cita de Jenkins, material de sobra para entender el triunfo de Trump y los que quedan por venir, salvo que la realidad es aún peor. Ya no se trata de que la población, digamos, homogénea haya de sacrificarse por un congénere más desfavorecido, es que ahora también debe preocuparse primero por los derechos de los animales. Y no es una broma, aunque lo parezca. El PACMA, el partido de los zoófilos, fue el más votado entre los que no obtuvieron representación parlamentaria en las últimas elecciones generales. Muy probablemente, el número le hubiese bastado para lograr asiento en elecciones con circunscripción única como las europeas. Los partidos nuevos han incluido el asunto en su agenda, en especial lo que atañe a los espectáculos taurinos. No seré yo quien los defienda, pero creer que el mayor problema que tiene esta sociedad es el “maltrato animal” me suena a delirio. Y tras ellos vienen los herbívoros, que aunque aún no cuentan con una organización fuerte, van ganando un espacio en los medios del que no disfrutan grupos con reivindicaciones que yo diría mucho más atinadas, pero seguramente estaré equivocado de nuevo.
Hay un dato que la ultraderecha mediática repite con insistencia desde que el Frente Nacional francés salió de la marginalidad, hace ya unos treinta años: muchos barrios que votan al FN votaban antes al Partido Comunista. Por una vez, dicen la verdad.





[1] Unfinished business... the politics of Class War, The Class War Federation y A. K. Press, (Stirling), 1992, p. 55.
[2] El autor es Simon Jenkins y se publicó el 04/12/16 en la sección de Internacional, que incluye muchos textos procedentes de The Guardian como este. No he buscado el original, me he conformado con la traducción de Javier Biosca Azcoiti.
[3] Al parecer la mayor parte de El Capital, aunque se dice que se basó en los apuntes que dejó Marx y en las muchas conversaciones que tuvieron.
[4] Por supuesto, el asunto es más complejo y he de simplificarlo para que se entienda. Por ejemplo, por debajo del proletariado existiría el lumpenproletariado, compuesto por elementos marginales como mendigos, delincuentes o prostitutas y cerca de los burgueses se encontrarían los pequeñoburgueses, que incluirían entre otros a los tenderos o a las llamadas “profesiones liberales”.
[5] Desde luego, se cuentan historias heroicas de desertores individuales o unidades enteras que se negaron a participar en la carnicería y lo pagaron muy caro, pero no conviene olvidar que fueron muy pocos. La mayoría siguió una trayectoria similar a la de un don nadie llamado Adolf Hitler, que se alistó voluntario con gran entusiasmo y fue ascendido a cabo y ganó la Cruz de Hierro por su comportamiento. El resto son ilusiones. Y la misma actitud se repitió en la Segunda Guerra Mundial, incluidos muchísimos obreros que fueron a defender a tiros las ideas salvajes del antiguo cabo.
[6] No es una cita literal, aunque sí fiel. Y hay que tener en cuenta que hablaba de un hogar de hace por lo menos cuarenta años...
[7] Como he escrito más arriba, tengo que simplificar en favor de la claridad. Hubo quien apostó por la minoría negra estadounidense, cuyo representante más combativo (por no decir el único) eran los Panteras Negras, otro fenómeno cuyos ecos retumban hoy. El mismo día que publicaba este artículo, eldiario.es incluía otro de Andrés Gil titulado “Todo el poder para el pueblo”; las Panteras Negras en las que se mira Pablo Iglesias”.
[8] Todos estos hechos son muy desconocidos, por razones obvias. Un buen resumen en Encyclopédie des Nuisances: Historia de diez años. Esbozo para un cuadro histórico de los progresos de la alienación social, Klinamen, (¿Sevilla?), 2005.
[9] Fernando Vallespín: “Transgresiones fútiles”, El País, 08/12/16. Por supuesto, es un ataque a Podemos...
[10] María Iglesias: “Separémonos todos en la lucha final”, eldiario.es, 05/12/16. Una anécdota. Leyendo un blog anarquista que parece escrito por gente muy joven (regeneracionlibertaria.org) uno de los contribuyentes se define como “Anarquista social y de la rama comunista libertaria solo en cuanto a pensamiento político. Por lo demás soy una persona normal. Aportando mi pluma como un diminuto grano de arena a que el anarquismo sea una alternativa política real y transformadora. Deconstruyendo mis privilegios de hombre. ¡Luchar, crear, poder popular!”. Se ve obligado a pedir perdón por haber nacido con un rabo entre las piernas. En la misma línea, en su último congreso el sindicato CNT se declaró feminista. Yo pensaba que en el programa anarquista estaba incluida la igualdad entre sexos pero está claro que debo ser de otra época... 

lunes, 26 de diciembre de 2016

EL CASO DE LA LOTERÍA





Cuando leyeron  en la cuenta oficial del PSOE que “muchos trabajadores/as de la casa en Ferraz han sido agraciados con el gordo de Navidad no lo podían creer. Menos aún cuando uno de ellos sacó el décimo del bolsillo y comprobaron que no coincidía una sola cifra con el número del primer premio. El suyo era el 91.674 y el que habían dicho en la radio era el 66.513.

Si ya te digo yo que estos de la gestora no sirven ni para tomar por culo.
Que no, hombre, que no puede ser. Una cosa así es mucha cagada. Además, ¿para qué iban a mentir?
Sí, claro, como en política no se miente...
Pero siempre es para sacar algo o para evitar males mayores pero tú me dirás qué ganan haciendo el ridículo de esta manera. Además, en la radio han dicho que el Gordo se ha vendido en la administración del Paseo de la Esperanza y ahí es donde se compra siempre.
Todo lo que tú quieras, pero no es este.
¿Sabes lo que te digo? Voy a dar una vuelta por los pasillos a ver si me entero de algo...

Pues se ve que a los que fueron a comprarlo, como se llevan el número entero que es una pasta, el lotero les regaló cinco décimos y esos son los que han tocado.
Sí, coño, es una pasta pero es nuestra pasta, no la ponen ellos de su bolsillo. Lo que sea que haya tocado es a repartir. Espera que saco el teléfono y hago la cuenta, si son cinco décimos...
Cinco décimos que se sepa, igual son más.
Sí, ya, bueno, pero ahora no hay forma de saberlo, pongamos cinco. A cuatrocientos mil euros, dos millones en total. Hay que quitar el veinte por ciento que se lleva Hacienda pero lo calculamos en bruto, que es más fácil. Hay unos quinientos trabajadores, saldría a unos cuatro mil euros por cabeza. Es una buena extra.

Pues si no quieren explicarse por las buenas que se expliquen por las malas. Me voy a Prensa y les voy a decir que hagan un par de llamadas a los periódicos. Verás tú cómo no les quedan más cojones que explicarse cuando el móvil no les deje de sonar. Y si en Prensa no tienen cojones de llamar, que me den los números que ya llamo yo...
Vale, pero no te calientes tanto, que a ver si te va a dar algo.

Los de Administración. Que el lotero les regaló los décimos y callados como putas.
¿Administración no lo lleva Goyo Martínez?
Sí, el Goyito, el que fue jefe de gabinete de Rubalcaba. Pues dicen que se ha quedado un décimo él, otro el director financiero, el otro nosequién y los otros dos a repartir entre los curritos de la oficina.
Eh, tú, que a esos les debe tocar a cincuenta mil por cabeza así por encima.
Pues no os perdáis lo mejor, ahora el Goyo dice que se lo han robado y ha ido a poner denuncia a comisaría.
Sí, ese lo que tiene es más miedo que vergüenza, por lo visto había cambiado participaciones con otros.
Lo querrá todo para él.
Berlanga puro.

Hay compañeros que quieren quemar Ferraz. Vamos a ver en qué queda porque el lío sigue.
Yo tenía que salir pronto hoy pero a ver quién se va con la que se está montando...
  Te parecerá raro, nos hemos comido dos ERE y una suspensión temporal y cuando parece que por fin pillamos algo, toma...
Bien que nos la han clavado.
Pero si se creen que esto va a quedar así, lo tienen claro.

Que han dicho que en lo del vino obrero estaba el Alfonso Guerra.
¿Y llevaba el casco y el mono o se ha traído el traje de pana?
Calla, que han contado que cuando se ha enterado del tema se ha agarrado un rebote de la leche y se ha pirado...
¿Rebote de la leche o que no quería estar en medio por si le caía alguna?
Yo lo que me han contado...

¡La gestora ha sacado un comunicado! Os lo leo, que lo tengo aquí: “El PSOE como organización no administra, distribuye o gestiona Lotería de Navidad. Son los propios trabajadores y trabajadoras los encargados de la administración, distribución y gestión del número jugado (91.674), que no ha resultado premiado en el sorteo”.
Vamos, que se lavan las manos...
Esperad, que también han dicho que el juego de la lotería se “auto-organiza” fuera de “la estructura del partido y tiene que ver con la esfera privada”. Por tanto, la dirección provisional del PSOE descarta tomar medidas.
Se autoorganiza fuera de la estructura del partido y tiene que ver con la esfera privada repitió uno con voz de papagayo , hay que joderse, cómo hablan estos tíos, parece que se ha tragado un libro de marketing.
¡Qué dices un libro, una biblioteca entera! Si parece el Florentino cuando presenta las cuentas del Madrid en la asamblea...
Carcajada general

¿Y al final qué?
Pues nada en claro, va a haber una reunión del comité de empresa.
Pues ya ves tú, el miedo que le tienen esos al comité de empresa.
Hay gente que dice que esto no puede quedar así, que hay que ir al juzgado.
Sí, y cuando nos den la razón ya habrá prescrito y se lo habrán fundido en langostas.
Pues mira, que revienten.
¿Y los de arriba?
Nada, mirando para otro lado. Dicen que lo de la lotería lo administran los trabajadores a título personal. Ya ves...
Ah, se me ha olvidado contároslo, el Goyito ha encontrado el décimo.
¡La leche que le han dado!
¡Te juro que me hago de Podemos!
Pues a mí me dan unas ganas de ir a los periódicos y empezar a largar...
Oye, ¿y es verdad eso que cuentan del Guerra?[1]




[1] Recreación libre de hechos relatados en “Malestar en la sede del PSOE por el reparto del Gordo: los décimos eran regalados y no se repartieron entre todos”, eldiario.es, 22/12/16; “El gerente del PSOE localiza el décimo premiado con el Gordo tras denunciar su pérdida en comisaría”, eldiario.es, 23/12/16; Irene Castro: “Hay compañeros que quieren quemar Ferraz”, eldiario.es, 22/12/16 y M. R. S.: “El Gordo lleva la polémica a la sede del PSOE de Madrid”, El País, 23/12/16. Como la realidad siempre supera a la ficción, los hechos más estrambóticos como la “espantada” de Alfonso Guerra durante el vino obrero o el décimo perdido y encontrado, son verídicos. Las palabras en cursiva son citas textuales.

lunes, 19 de diciembre de 2016

LA POSVERDAD, VERSIÓN CASERA


Resulta que hace unos días un individuo se paseó por los medios tratando de vender una historia sobre una niña agonizante que necesitaba dinero para ser tratada urgentemente porque si no podía morir de un día para otro. La historia incluía elementos tan ridículos como que uno de los pocos médicos que podía tratarla vivía oculto en una cueva en Afganistán.
Como la reescritura del pasado que profetizaba 1984 es hoy moneda corriente, no me atrevo a decir que hayan sido los únicos, pero sí puedo decir que hubo dos medios de masas que compraron la noticia: el diario El Mundo y El programa de Ana Rosa, de Tele 5[1].
El Mundo debería pasar a la “Historia universal de la infamia” que empezó a escribir aquel por muchas razones, pero a mí me basta con una, el montaje que desarrolló en torno al 11 M, el 11 de marzo de 2004, cuando trataron de convertir un atentado inspirado directamente por el Corán en una extraña connivencia entre islamistas engañados, etarras convencidos y policías manipuladores. Aquel año compré un libro de Pepe Rodríguez bastante interesante porque se limitaba a narrar los hechos en fila, por estricto orden cronológico, uno detrás de otro[2]. En él aprendí algo tan curioso como que uno de los mejores servicios de información que hay en España es el del BBVA, que ya apuntaba a la pista musulmana mientras los demás seleccionaban fotos de etarras... Otra nota curiosa es que uno de los que entonces escribían en El Mundo lo calificó como “una vomitona”. Este era un tipo que estaba amenazado por ETA y una noche faltó a casa. Su esposa denunció la desaparición y luego resultó que, según dijeron las malas lenguas, la causante de la desaparición debió ser una rubia con taxímetro...
Bastan cuatro frases para resumir la vileza a la que se entregó El Mundo en aquella época. El que vendió la dinamita a los musulmanes que perpetraron la masacre fue José Emilio Suárez Trashorras. Fue detenido muy poco después, no parecía hombre de muchas luces. En prisión recibió una visita de sus padres, que fue grabada, y ante ellos habló con toda claridad:
Mientras el periódico El Mundo pague, si yo estoy fuera, les cuento la Guerra Civil española. Desde que nací. Desde la Guerra Civil hasta ahora. Si te vienen con un chequecito cada...[3]
Nada que añadir. En este caso, cualquier comentario oscurece más que aclara...
Luego está Ana Rosa, un personaje tan egocéntrico que no ha parado hasta que ha bautizado todo con su nombre: El programa de Ana Rosa, la revista de Ana Rosa... Salvo en una ocasión[4]. En el año 2000 el programa de Ana Rosa aún no se llamaba El programa de Ana Rosa, sino Sabor a ti. No por casualidad A. R., como le gusta llamarse, publicó una “novela” llamada Sabor a hiel. Éxito de ventas, resultó que el libraco era hijo de varias madres. Digamos que muchas de sus páginas recordaban a cosas leídas antes... Planeta, la editorial que publicó la basura, recogió los ejemplares aún a la venta y se cuidó de volver a imprimirla.
Ana Rosa tuvo que dar explicaciones y las dio. Ridículas, claro, porque aquello no tenía defensa posible, pero sabía que haciendo acto público de contrición, todo pasaría. Y, evidentemente, todo pasó...


Lo que me encendía entonces era que alguien que había mentido públicamente firmando lo que no había escrito fuera líder de audiencia en su franja horaria. Pero lo era. Se supone que el único capital que debe poseer un periodista es la verdad y A. R. había demostrado suficientemente que estaba reñida con ella.
Dio igual. Ana Rosa era y es la campeona en su categoría desde hace más de una década y media. Y así nos va...





[1] Por esta vez se libra El País. No solo eso, su buen criterio en este caso le ha permitido ser el primero en desmontar las incongruencias que se tragaron los otros. Les he dado muchos palos pero cuando actúan de acuerdo con la ética periodística no me importa reconocerlo. Y añadiré que no han  hecho sangre de los que cayeron en la trampa, lo que les honra.
[2] 11-M: Mentira de Estado (Los tres días que acabaron con Aznar). Ediciones B, Barcelona, 2004.
[3] Reproducido en muchas fuentes. Aquí he utilizado Ernesto Ekáizer y José Manuel Romero: “El ex minero procesado por el 11 – M: “Mientras ‘El Mundo’ pague, yo les cuento la Guerra Civil”, El País, 13/03/06.
[4] Puedo decir bien alto que es una de las pocas veces en que hice una crítica sin piedad que ha quedado salvaguardada en papel. Fue en un medio de ámbito local y firmada con mi filiación oficial, pero me permite regodearme en aquello tan molesto de yo ya lo dije...

miércoles, 30 de noviembre de 2016

RENUNCIAR Y RENUNCIAR



Resulta que el pasado fin de semana se ha estrenado la película La reina de España, dirigida por Fernando Trueba, y ha obtenido una recaudación en taquilla de 387.000 euros. A primera vista parece una cifra respetable, pero sucede que sus costes fueron de once millones de euros y los expertos dicen que actualmente la recaudación final no suele superar la cifra de cuatro veces el fin de semana del estreno, lo que supondría un petardazo considerable, unas pérdidas de alrededor de nueve millones y medio de euros.
El asunto tiene su importancia porque antes de su estreno se promovió un boicot patriótico porque cuando Trueba recogió el Premio Nacional de Cinematografía en septiembre del 2015 aseguró no haberse sentido español “ni cinco minutos de su vida” y se ve que los que no han dejado de sentirse españoles ni cinco minutos de la suya se la estaban guardando.
La película ya arrastraba polémica antes de su estreno. Es continuación de la flojísima La niña de tus ojos y un par de guionistas de aquella le habían denunciado por “resucitar” sus personajes sin autorización (y por supuesto, sin pagarles los derechos correspondientes).
Como lo del boicot llevaba tiempo publicitándose (aunque basta saber que la figura más conocida era Fran Rivera para hacerse una idea de la calidad del elenco boicoteador) también este maestro de la alta comedia recibió apoyos a su altura. Santiago Segura y Penélope Cruz, que salen en la película (y creo que con esto no hace falta decir más), Jordi Évole (el virus Ébola de la televisión) y Juan Cruz (lo que equivale a que te caiga encima una cruz, y perdónenseme los chistes fáciles pero no por eso menos ciertos). Hasta en un medio tan poco patriotero como Público dos artículos dejan claro que la película es una mierda sin defensa posible...

En noviembre del 2014 Jordi Savall decidió no aceptar el Premio Nacional de Música en la modalidad de interpretación, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y dotado con 30.000 euros. La profunda indignación por la política cultural del ministerio dirigido por José Ignacio Wert ha pesado más que “la alegría por un tardío reconocimiento a más de 40 años de dedicación apasionada a la difusión de la música como fuerza y lenguaje de civilización y convivencia”.

Por si a alguien no le hubiera quedado claro: Trueba se guardó el cheque y a continuación declaró no sentirse español. Jordi Savall renunció al premio y a la vez al dinero. Yo lo llamo “la prueba del bolsillo”. Me resultará bastante más fácil creerte si tu gesto te supone perder dinero. Y desde luego, os recomiendo que si alguna vez sentís que os falta algo, que notáis un vacío que no sabéis cómo llenar, escuchad a Jordi Savall. A solo, con Hesperion XX o XXI, con la Capella Reial de Catalunya o con Le Concert des Nations. Medicina para el espíritu[1]...




[1] M.M. (al parecer Marta Medina): “El ‘castañazo’ de Trueba con ‘La reina de España’: ¿boicot o falta de interés?” El Confidencial 28/11/16 y Javier Pérez Senz: “Jordi Savall rechaza el Premio Nacional de Música”, El País, 30/10/14. Los artículos de Público, del 29/11/16, son David Torres: “Boicot a la española” y Paco Sánchez Múgica: “Sobre el fracaso de ‘La reina de España’: ni un segundo”, este publicado originalmente en CTXT.

domingo, 27 de noviembre de 2016

... Y NADA MÁS QUE LA VERDAD

Resulta que el Diccionario Oxford ha elegido post – truth como palabra del año y a los medios mundiales les ha faltado tiempo para hacerse eco. En castellano parece que se transcribirá como posverdad y significa “que denota circunstancias en las cuales los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”.
Aunque según se dice la palabra ya se había utilizado antes, la definición propuesta parece claramente inspirada por el referéndum británico y la elección de Donald Trump. En este caso Colombia u Holanda no cuentan porque para ciertos ambientes culturales anglosajones lo que no habla inglés simplemente no existe.
Desde luego, los periódicos que la han jaleado se sitúan automáticamente en el otro lado, en el que valora los hechos objetivos y no la emoción o las creencias. Son como esos que se hartan de llamar tonto a todo el mundo, ni se les pasa por la cabeza la posibilidad de pertenecer al grupo. Así que me ha dado por revisar al más serio entre los serios para ver exactamente en qué momento se encuentra respecto a la verdad, si anterior, coetáneo o posterior. Tampoco he buscado exhaustivamente, me he contentado con tres ejemplos pero desechando muchos para no aburriros[1].
Julio Carabaña es profesor de Sociología en la UCM y autor de un libro titulado Pobres y ricos. En su artículo trata de demostrar que la desigualdad no ha crecido utilizando “el índice de Gini (0, cuando todos consiguen lo mismo, y 100, cuando uno se lo queda todo)”.
Comienza retador: “La teoría (o la ideología, o la narrativa) dominante dice que la globalización aumenta la desigualdad y que la desigualdad produce populismo, nacionalismo y xenofobia, con etiquetas de derecha y de izquierda. Pero ¿y si la desigualdad no hubiera aumentado, o no hubiera aumentado tanto, o hubiera aumentado por razones distintas de la globalización?”. Fuerte apuesta, pardiez. Dejaremos de lado que el aumento de la desigualdad no suele achacarse a la globalización sino al neoliberalismo para no chafarle el argumento. Aunque sí desvelaré el final, porque lo que interesa es el argumento central. Sí, desde luego, era obvio, la desigualdad no ha aumentado. Lo mejor es cómo lo prueba. Resulta que en España el índice de Gini no ha aumentado desde mediados de los 90. “Como apuntaba la OCDE, el aumento de la desigualdad en España durante la crisis puede reducirse a un fenómeno mucho más simple, el aumento de la pobreza. Los pobres severos pasaron de ser el 2% de la población en 2007 a ser el 5% en 2009 y 2013. En la misma magnitud que han aumentado los pobres severos han disminuido también las clases medias”. Que quede claro.
Es posible por tanto hablar de un populismo  genérico. Hay sin embargo dos grandes diferencias entre los populismos de derechas y de izquierdas. Primero, obviamente, las políticas: “Podemos y el Frente Nacional tienen en común que dirigen sus ataques contra una élite liberal que creen responsable de los problemas. Difieren en el tipo de problemas que identifican y enfatizan, y en las soluciones que ofrecen”, dice Benjamin Stanley, profesor en la Universidad SWPS de Varsovia (Polonia)[2].
Así que ven la realidad de forma diferente y, como es lógico, tampoco coinciden en las medidas a tomar. Entonces ¿en qué coinciden? En culpar a una élite liberal. Por supuesto, aquí hay una polisemia que el muy conocido en su casa a la hora de comer Benjamin Stanley no se ocupa en precisar, porque liberal en Estados Unidos significa izquierdista mientras que en Europa se refiere a los economistas de extrema derecha que celebran cada despido considerándolo una “reducción de costes laborales”. Cuando tanto el PSOE como Ciudadanos dijeron en voz alta y con todas las letras que nunca apoyarían un gobierno con Mariano Rajoy de presidente caían en esa definición tan laxa de populismo. Suerte que la prudencia les hizo rectificar...
La última aportación la proporciona Steve Roberts, de la Singularity University, una universidad apoyada por Google y la NASA según la misma lógica que alumbró la Trump University. Una universidad que ofrece un programa que cuesta 14.000 dólares y tiene una duración de seis días. Según Roberts, “ofrecemos una experiencia que cambia tu mentalidad, que transforma a la gente y cuando se marchan no vuelven a ser los mismos”.
Cierto que hace tres mil años que los alquimistas vienen prometiendo esto mismo, pero no eran tan insensatos como para asegurar resultados en una semana. Ellos requerían toda una vida, por eso siempre se pinta a los alquimistas como ancianos...

Y de tal universidad, tales sabios. El susodicho Roberts responde a una pregunta diciendo que “Hace 50 años éramos granjeros. Todos estábamos preocupados porque las máquinas nos quietarían (sic) el trabajo, era la única manera de ganar dinero: tener una granja y vender comida”.
Hasta en un país tan industrialmente atrasado como España que levante la mano el que en 1966 sus padres o sus abuelos vivían de tener una granja y vender comida...
La pregunta es: si no están en la posverdad ni en la verdad, ¿estarán en la preverdad?




[1] Todos proceden de El País. Aquí van por orden de mención: Julio Carabaña: “¿Y si la desigualdad no ha crecido?” (22/11/16), Jordi Pérez Colomé y Kiko Llaneras: “De Trump a Podemos, qué es el populismo” (14/11/16) y Ana Torres Menárguez: “La mayoría de universidades del mundo van a desaparecer” (25/10/16).
[2] Encuentro un poco triste que El País se vea obligado a aclarar a sus actuales lectores que Varsovia está en Polonia. Aún recuerdo la lluvia de cartas de indignación que recibió un redactor de El País Semanal hace ya unos cuantos años (demasiados, según parece) por escribir “ad divinis” en lugar de “a divinis”.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL PROBLEMA TRUMP



No me refiero a que sea tan bravucón como Theodore Roosevelt, tan misógino como el Kennedy al que adora Albert Rivera o tan desconocedor del mundo como Ronald Reagan. Me refiero a los diferentes dilemas que han ido encarando los medios a raíz de su elección.
El primero es que no era posible. Todos apostaban por la victoria de Hillary Clinton[1], aunque unos cuantos digan ahora que ya lo habían advertido pero guardándose mucho de precisar cuándo y dónde. No tendré el mal gusto de citar a los que el mismo día de las votaciones hablaban de que Clinton tenía mucho voto oculto o al que unos días antes publicó un artículo explicando su futura política, dado que la posibilidad de la victoria de Trump se había esfumado como una broma de mal gusto.
Estaban los precedentes, que para ellos son Gran Bretaña y Colombia. Olvidan Holanda, que fue su primer revolcón del año, y malos cestos haremos con esos mimbres si su memoria no alcanza hasta abril. Ya ni siquiera recuerdan cuánto despreciaron a los votantes holandeses y las lecciones que les dieron y si con Trump pueden defenderse diciendo que ninguna encuesta le daba ganador, en Gran Bretaña todas las encuestas daban vencedor al y las ignoraron como una leve molestia.
Esta es la raíz del problema, que unos simples opinantes se hayan creído creadores de opinión. Como yo pienso que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea es contraproducente y lo explico con bellos argumentos, los votantes se van a comportar como yo predigo. Pero luego es que no y entonces viene el golpe.
Hasta la semana pasada lo habían solventado con el expediente de decir que los que habían elegido la opción triunfante pero incorrecta eran analfabetos democráticos, guiados por bajos instintos, engañados por las mentiras de unos demagogos sin conciencia...
(Un inciso: les llamaban analfabetos democráticos porque no tienen el valor de llamarles claramente analfabetos. Y sin embargo la estadística es clara, en España un 50% de la población es analfabeta funcional. Están alfabetizados pero no leen. Ni un libro al año, uno de cada dos. Y en el resto del mundo “desarrollado” es parecido, de ahí por ejemplo el éxito de Facebook que, como indica su nombre, es un lugar para compartir fotos. Aunque la acompañen comentarios, lo importante es la imagen. Pero no se atreven a denunciar el analfabetismo porque piensan que resulta clasista. Así de ridículos y cobardes son)
Ese debía ser el guión ahora. Ridiculizar a los votantes de Trump como unos patanes incultos con poco cerebro, como los británicos o los ya olvidados holandeses. Pero el único que lo cumplió fue John Carlin, al que aprecio más bien poco pero debo alabar su coherencia. La expresión analfabetos democráticos está tomada a la letra del artículo que publicó al poco de la victoria del que todos sabíamos que iba a perder.
Pero había un problema... Vale que la coherencia dictaba seguir denunciando este error en el mismo tono que los anteriores pero en este caso hay una diferencia no menor. Los ejemplos pasados eran fruto de la mal llamada democracia directa, que como todos sabemos porque ellos nos lo han enseñado con grandes argumentos , es lo peor del mundo. Pero ahora estamos hablando de la democracia representativa, la que nunca se equivoca. La que hasta ayer conseguía el milagro de que los que son incultos, primarios, fáciles de engañar o directamente imbéciles cuando responden a una pregunta se conviertan en sabios, sensatos y equilibrados cuando eligen para que les represente a quien no les conoce de nada y que en adelante no solicitará su opinión para decidir sobre ningún tema. Y encima estamos hablando de Estados Unidos, una de las cunas de la democracia[2]. Quieto parao, hay que rebobinar...
Y vaya si han rebobinado. Hasta el principio.
Por supuesto, está descartado que haya sesenta millones de analfabetos democráticos en Estados Unidos. O de patanes, racistas, xenófobos o ilusos. Hay que hacer estudios más detenidos. Y encima hay que integrar datos molestos en el análisis, como que más del 50% de las votantes votaron por Trump, un machista, misógino etc[3]. Estados Unidos es una sociedad muy individualista y la gente se guía por sus intereses personales. Una trabajadora de una de esas empresas bajo amenaza de cierre que Trump ha prometido rescatar seguramente pensará más en su vejez que en las modelos a las que el hoy presidente electo tocó el culo sin su permiso. Y también hubo latinos[4] que votaron por él. ¿Traición? Pues no. Simplemente que ellos no son ilegales y saben que lo de la expulsión no les amenaza, de hecho podría beneficiarles[5]. Pero la campaña de regeneración del votante trumpista ya está en marcha y ello implica atacar a los que osaron tratarles como si fueran votantes de un referéndum.
Y hay que rehabilitar al propio Trump, porque la vieja democracia norteamericana no puede equivocarse y los argumentos van en dos direcciones.
La primera es que siendo como es un tipo sensato en el fondo, aunque sea vehemente, debe saber que algunas de sus promesas de la campaña electoral son irrealizables. (En realidad son casi todas, entre otras cosas porque muchas son incoherentes entre sí). Tendrá que darse un “baño de realidad” y optar por lo sensato y huir de lo disparatado. En este caso se trata de adaptarse a la realidad, si fuera el vencedor de un referéndum tendría que enfrentarse a las consecuencias de sus mentiras y su demagogia pero ya se sabe que en una campaña electoral en democracia representativa sí que vale eso de prometer hasta meter y después de metido, nada de lo prometido... La hasta hace poco aclamada Rita Barberá lo llamaría un ardid.
La segunda es recordarnos que los padres fundadores de la democracia estadounidense fueron tan previsores como para dividir el poder entre diferentes estamentos que se vigilan, de modo que un presidente, por mucho que quiera, no puede alterar demasiado el orden natural de los acontecimientos. La pregunta molesta en este caso es: ¿entonces qué más da que hubiera sido elegido Donald, Hillary, uno que pasaba por la calle o un chimpancé del zoológico más cercano? En fin, el que no se consuela es porque no quiere y toca hacer de tripas corazón...
La realidad encarnada por Donald Trump ocupando la Casa Blanca podría servir si hubieran aprendido la lección. Pero no, pasada la sorpresa están como estaban. Si El País publicaba un editorial el día de las elecciones pidiendo el voto para Hillary Clinton, supongo que con la disparatada creencia de que podían influir en el resultado, ahora se dedican a aleccionar a Trump sobre lo que debe y no debe hacer en asuntos de economía[6].










[1] Alguno de la franja más lunática de la ultraderecha mediática lo celebró con júbilo, pero que lo deseara no significa necesariamente que lo creyera posible.
[2] La otra es Gran Bretaña. Sin comentarios.
[3] Ojo, no dudo de que lo es pero como decía Susan Sarandon, “no voy a votar a Hillary Clinton porque tenga vagina”. Ni que decir tiene, Sarandon no votó a Trump. Había más candidatos...
[4] Uso esta palabra estúpida pese a saber que ninguno de ellos nació en el Lazio.
[5] Aporto aquí un dato publicado pero muy poco difundido por molesto. En las municipales del 2015 Xavier García Albiol, entonces alcalde, prometió limpiar Badalona de rumanos. Los que entienden del tema dijeron que los gitanos de Badalona, normalmente abstencionistas técnicos, fueron a votar en masa... por García Albiol. Veían a los rumanos como competidores y confiaban en que haría realidad su promesa y se librarían de ellos. Algo que los antirracistas subvencionados han ignorado, obviamente.
[6] El actual director de El País fue corresponsal del diario en Estados Unidos. Parte de su estancia correspondió con la del hoy rey en Georgetown y dicen que Felipe VI le debe varios favores. Eso podría explicar parte de su soberbia, pero solo parte...