lunes, 4 de enero de 2016

LOS ORÍGENES (I): EL ESTADO ESPAÑOL


           Desde que irrumpieron los nuevos partidos en las municipales de mayo pasado doy vueltas a la cuestión de por qué entre todas las formas que podrían haber adoptado, han acabado en lo que son. Creo que en ello tienen mucho que ver las circunstancias históricas, que en España estuvieron marcadas sin duda por la larga duración del periodo franquista, lo que dotó a la izquierda local de características originales respecto a las de otros países vecinos.
Dos cuestiones me parecen especialmente importantes: la actitud respecto al nacionalismo que trataré aquí , y la influencia de algunas corrientes religiosas, que quedará para otro texto[1].
Hace poco entrevistaron a Ada Colau y a algunos comentaristas les llamó la atención que la alcaldesa utilizara la ridícula perífrasis “el estado español” para evitar decir España[2].Creo que para entender el empleo de una fórmula tan absurda hay que recurrir a la historia de la izquierda desde el final de la Guerra Civil hasta la época constitucional, que se podría resumir en una palabra: debilidad.
Por supuesto, es sencillo de explicar. Durante la guerra y la fase dura de la posguerra (digamos unos diez años a contar desde la victoria), el franquismo se dedicó a la eliminación física de la oposición mediante ejecuciones o con largas condenas de cárcel. En los años que siguieron, apenas fue necesario tomar medidas tan extremas, pues los diversos servicios de información conocían perfectamente sus estructuras clandestinas y las desarticulaban cada vez que consideraban que habían alcanzado un tamaño peligroso. Solo a finales del franquismo pareció que el control de la oposición se les fue un poco de las manos, pero no hay que descartar que solo lo pareciera[3].

En paralelo se produjo otro proceso, la distancia creciente entre los militantes del interior y las viejas cúpulas exiliadas desde 1939. Basta comprobar cómo en los años 70 algunos partidos hacían llamamientos a los campesinos, que ya no existían como tales. O habían emigrado a las ciudades y se habían convertido en obreros industriales o, los que se quedaron en el pueblo, habían tenido acceso a maquinaria, abonos y semillas seleccionadas y se habían convertido en agricultores, que es otra cosa muy distinta[4].
De forma que había diferencias, a veces muy importantes, entre la visión del exilio y la visión del interior, aunque con suerte dispar para unos y otros. El incalificable Carrillo[5] no permitió nunca que el PCE del interior se le fuera de las manos aunque hubiera que recurrir a las tretas más viles , mientras en el PSOE se dio un “golpe de estado” que aupó al poder a mi querido Felipe González y su camarilla, los que apenas ocho años después llegaban al gobierno con todas las bendiciones.
En cualquier caso, la izquierda del interior era débil, así que tuvo que recurrir a alianzas en las que tampoco estaba en disposición de elegir, simplemente si el otro tenía algo que mejorase su situación, con él se juntaba. En los lugares donde existía un nacionalismo bien enraizado, a él se acercaba. Obviamente en el País Vasco y Cataluña. También en Galicia, pero este era mucho menos potente.
Sin embargo, el nacionalismo histórico no era izquierdista, estaba compuesto por gente de orden. Su comportamiento durante la Guerra Civil fue bastante vergonzante. El PNV se ocupó de velar para que no se destruyera la industria pesada vizcaína mirando por los intereses de sus propietarios y accionistas , aunque sabía de sobra que desde el día siguiente esa industria se pondría a trabajar en contra del bando republicano. Por su parte, el nacionalismo catalán se entregó en cuerpo y alma a desbaratar la revolución que se llevaba a cabo en su territorio, quizá la más profunda que se haya producido jamás en parte alguna, pero que era obra de murcianos, andaluces y otras gentes de oscuros orígenes[6]. Es cierto que existía un ala izquierda del nacionalismo vasco, Acción Nacionalista Vasca (ANV), pero aparte de ser bastante tibia hoy diríamos socialdemócrata , era muy minoritaria.  Lo más llamativo de ella era su laicismo militante, frente al catolicismo intransigente del PNV. Su grito de guerra era “Gora Euskadi sin sotanas”. En cuanto a Esquerra Republicana de Catalunya, basta apuntar dos datos. Los dirigentes veteranos de Esquerra en el poder que recordamos (como Carod Rovira) militaron durante los setenta en el PSAN (siglas catalanas del Partido Socialista de Liberación Nacional), porque la Esquerra de entonces, dirigida por Heribert Barrera, aún no se había puesto al día y no tenía mayor problema en culpar a los inmigrantes de todas las desgracias de Cataluña. El otro es más divertido: Ramón Franco fue senador por ERC en las cortes republicanas. Por supuesto, Ramón era hermano del futuro generalísimo Paco y para más escarnio , su avión desapareció en el mar cuando, según sospechas bien fundadas, se dirigía a bombardear Barcelona.
La relación con ETA puede servir de ejemplo de la ambigüedad de la izquierda de entonces hacia el nacionalismo. La primera ETA era anticomunista lo que no es raro porque nació de una escisión en EGI, las juventudes del PNV , pero a raíz de los triunfos de Castro en Cuba y el FLN en Argelia adoptó lo que entonces se llamó un enfoque tercermundista, considerando a Euskadi una colonia e importando el socialismo que formaba parte de la ideología de los movimientos de liberación nacional. No por casualidad su consigna Aberria ala hil! es una traducción literal del ¡Patria o muerte! cubano. La izquierda del interior comenzó a relacionarse con ella, muchas veces sin conocimiento del exilio, por el prestigio que le aportaba entonces el uso de las armas, que se multiplicó con la admiración que causó la osadía y perfección técnica del atentado contra Carrero Blanco[7]. Un prestigio que no sufrió daños cuando al año siguiente cometió la infame masacre de la cafetería Rolando en la calle Correo de Madrid[8]. Entonces se produjeron situaciones muy extrañas. Recuerdo haber tenido en mis manos una edición de la época de Operación Ogro el libro en el que ETA da su versión del atentado contra Carrero , dedicada a Felipe González[9]. Estaba muy extendida la visión de ETA como una campeona del antifranquismo y, sin embargo, ETA había sido muy clara en ese punto. Decía que los partidos españoles luchaban contra Franco como si no existiera opresión nacional en Euskadi, mientras ETA luchaba contra la opresión nacional en Euskadi como si no existiera Franco, así que sólo se engañaba quien quería engañarse.
Más allá de este ejemplo, la relación con el nacionalismo llevó a la izquierda a asumir de forma natural muchos de sus conceptos, lo que marcaba una diferencia muy clara con la mayoría de la izquierda europea. No hace falta buscar demasiado para encontrar fotografías de finales de los 70 en las que futuros ministros y altos cargos del PSOE sostienen pancartas en defensa del derecho de autodeterminación.

Citaré un ejemplo entre otros muchos, pero muy llamativo. En 1983 se aprobaba en el parlamento catalán la Ley de Normalización Lingüística, que dispone que el catalán es la “lengua vehicular” para la enseñanza. Entonces el PSOE de Felipe González disfrutaba la mayoría absoluta más numerosa que haya disfrutado nadie desde 1977, no necesitaba a los nacionalistas catalanes para nada. No entraré aquí en si la ley es buena o mala, hay opiniones para todos los gustos. Creo que la enseñanza está tan desvirtuada que tanto da una ley como otra, pero esa es otra historia... La cuestión es ¿cuántos países homologables a España permiten que en una parte de su territorio no se pueda enseñar en la lengua oficial? La respuesta es ninguno, y no hace falta irse al ejemplo extremo de Francia. La lengua vernácula podrá ser co-oficial, pero en ninguna parte es exclusiva, solo en Cataluña. Esa es una cesión que ningún gobierno del entorno hubiera hecho. Y si alguien recuerda que en ese mismo año nacieron los GAL, también se le puede recordar que el PSE llegó a ceder la presidencia del Gobierno Vasco al PNV sin pelear, tras haberle aventajado en votos, aunque no en escaños. Basta pensar en los desafíos actuales de Pedro Sánchez a Rajoy para percibir la diferencia.
Se trataba simplemente de que para esa izquierda que se había vestido de prestado tanto tiempo, el nacionalismo atesoraba una superioridad moral, con lo que acabaron por cederles la primacía en algo tan intangible como el discurso público, las claves que deben marcar la opinión general. Esta tendencia ha llegado hasta hoy. En Cataluña se observa cómo los que marcan las reglas del juego son los catalanistas y se vio muy claro con la cuestión del referéndum. En 2014 era el asunto central[10] y los opinantes se dividían entre los que lo reclamaban mayoría en los medios públicos y subvencionados, que aquí son casi todos y los que lo rechazaban. Sin embargo, la mera aceptación de la hipótesis del referéndum como opción natural ya era una cesión de terreno por parte de los que no son catalanistas, porque procesos separatistas hay varias decenas en el mundo, pero votaciones solo ha habido en dos, Quebec y Escocia. No hay visos de que las vaya a haber en Bélgica, Córcega, Trentino Alto Adigio, Irlanda del Norte (curioso que nadie lo mencionase cuando lo de Escocia) o cualquier otro lugar de Europa. Por no recordar situaciones de fuera del continente tan dramáticas como Sahara, Palestina o el Tíbet. Por tanto, el referéndum no es la conclusión lógica, sino, de nuevo, la excepción clamorosa. Pero nadie lo dijo claramente, ni siquiera la derecha más correosa, que se agarraba a la constitución de 1978 como a un clavo ardiendo. Lo denunciaba por ilegal, en lugar de descartarlo por ser una opción totalmente marginal en términos estadísticos.












[1] La idea original estaba pensada como una sola entrada, pero acabó complicándose hasta alcanzar un tamaño poco manejable, así que he decidido partirla en dos.
[2] Ridícula porque los que la utilizan solo la emplean para España y Francia. Nunca hablan del estado noruego o el estado italiano, dicen Noruega o Italia, como la gente normal.
[3] Esta es una materia quizá irresoluble, al menos en un futuro cercano. La administración española no se caracteriza por su transparencia y muchos documentos clave se han destruido. Se sabe que el incalificable Martín Villa (incalificable porque cualquier otro adjetivo aplicable a su persona cae dentro del código penal)  ordenó quemar los archivos del Movimiento. Alguien pensará que no es extraño que acabara su carrera como alto ejecutivo del grupo PRISA.
[4] Quedaban los jornaleros, pero muy localizados en Extremadura y Andalucía, nada que ver con las ideas que tenían en la cabeza las viejas momias.
[5] No es extraño que acabase sus días compartiendo tertulia en la SER con Rodolfo Martín Villa (el señorito recibía en casa). Allí se dedicaban a lavar sus biografías bajo el silencio ignorante de la presentadora.
[6] Lo que, por supuesto, no es cierto. Abundaban los apellidos catalanes entre los revolucionarios, solo que ese dato no cuadraba con su historia canónica. Como decía el historiador Vicens Vives, el anarquismo era una idea extraña a Cataluña.
[7] Sintetizada en la famosa frase del entonces ministro de Gobernación (y futuro sustituto del propio Carrero) Carlos Arias Navarro: “Cabrones, qué bien les ha salido...”
[8] Estos dos atentados son buena muestra de lo escrito. Para llevarlos a cabo fue imprescindible la ayuda de dos militantes críticos del PCE Alfonso Sastre y Genoveva Forest , que pusieron a disposición de ETA buena parte de la infraestructura clandestina del PCE en Madrid sin saberlo la dirección en París. ETA nunca se atrevió a reivindicar la matanza de la cafetería, cuya discusión llevó a la escisión ETAm – ETA pm, pero resultaba evidente que habían sido ellos.
[9] Sospecho que era la de Ruedo Ibérico, pero no tengo oportunidad de comprobarlo.
[10] Se supone que ya no lo es, tras el inicio de la desconexión. Sin embargo, alguno de los comentadores que se mueven en los círculos cercanos a Junts pel Sí  dicen que la declaración sería en realidad una maniobra para forzar el referéndum. Sea como fuere, ahora mismo los únicos que defienden la opción con claridad son Podemos y sus asociados.

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