Clásico es aquello que es digno de ser imitado, según una hermosa
definición que leí una vez. Nuestra época está tan falta de imaginación que
imita a los clásicos aun sin saberlo.
Unos titiriteros han ido a prisión y aunque ya han salido, pesan sobre
ellos cargos gravísimos que podrían costarles hasta cuatro años de prisión a
cada uno. Durante esos días pensaba a menudo en un compañero de colegio que era
sonámbulo. Cuando le apretaba la vejiga se levantaba dormido y en lugar de
abrir la puerta del retrete, abría la del armario empotrado que estaba junto a
ella y allí se aliviaba. Ha habido muchos sonámbulos estos días.
Los primeros, aquellos padres escandalizados que llamaron a la
policía. ¿O no fueron ellos? Porque según el juez, “ese público infantil
acompañado mayoritariamente por sus padres abandonó escandalizado el lugar
por lo que estaban viendo y otros arremetieron contra los actores, paralizando
la obra y llamando a los agentes de la autoridad”, así que de su relato se
deduce que fueron los niños quienes tomaron la iniciativa[1].
Pero hubo más denunciantes y el primero, conviene no olvidarlo, fue el
propio Ayuntamiento de Madrid, por sus “acciones ofensivas, completamente
fuera de lugar en cualquier contexto y totalmente irrespetuosos con los valores
de convivencia, respeto y diversidad propuestos por el Ayuntamiento de Madrid[2]”.
Pero, pese a su enérgica decisión ― que como tienen por costumbre, quisieron revocar
días después, cuando el daño ya estaba hecho ―, no se libraron del justo castigo. El diario ABC,
en un artículo titulado muy poco inocentemente[3],
dejaba claro que “Gora Alka―ETA” era “un juego de
palabras relacionado con “Al Qaeda” y con alcaldesa, “alkatea” en euskera,
según indicaron a ABC fuentes de la investigación”. Por supuesto, ha quedado claro que estamos
hablando de sonámbulos, pues cualquiera que se informe sabrá que los
sustantivos en vascuence ― como en inglés ―, carecen de género, por tanto alkate (la –a
es el artículo) es quien ocupa la alcaldía, con independencia de que sea hombre
o mujer. En todo caso, poca pena por el ataque, bien se lo merece por chota.
Después llegó todo un baile de sonámbulos y aquí van algunos, aunque
no sé si en el orden cronológico correcto. “El ministro en funciones del
Interior, Jorge Fernández Díaz, ha calificado de “absolutamente repugnantes”
estos hechos que, ha dicho, “traspasan todas las líneas rojas”. “No se puede
jugar con la apología y el enaltecimiento del terrorismo en ninguna
circunstancia ni lugar, no se puede humillar a las víctimas, y si además se
hace en el contexto de una fiesta infantil, adquieren unos niveles de reproche”
añade Fernández Díaz. “Confío en que la Audiencia Nacional estará una vez
más en su lugar””[4].
Begoña Villacís, portavoz de Ciudadanos en el ayuntamiento, afirmaba que “que
los niños vean cómo se ensalza a ETA o se viola a una bruja no es aceptable[5]”
y más tarde volvía a la carga acusando “al gobierno de Manuela Carmena de
“defender” a ETA”. A su vez, “el portavoz adjunto del Grupo Popular,
Íñigo Henríquez de Luna[6],
y la portavoz de Cultura de su formación, Isabel Rosell, acudirán a los
juzgados de Plaza de Castilla para presentar la denuncia, [por colaboración en
enaltecimiento del terrorismo y desprotección de menores] (...) mientras que la
portavoz municipal, Esperanza Aguirre, emitía un tuit apuntando que, o Carmena
la cesaba, [a Mayer] o sería “corresponsable de un posible delito de
enaltecimiento del terrorismo””. La guinda la ponían la Asociación de
Víctimas del Terrorismo y Dignidad y Justicia que, de una tacada y sin
pestañear, se querellaban “contra los titiriteros Alfonso Lázaro y Raúl
García, contra el director artístico Ramón Ferrer Prada, contra la concejal de
Cultura del Ayuntamiento de Madrid, Celia Mayer, así como contra la alcaldesa
de la ciudad, Manuela Carmena”, aunque el juez y el fiscal sólo admitieron
la parte de los titiriteros y rechazaron el resto[7].
¿Cómo no recordar la cita?
y, diciendo y haciendo, desenvainó la espada, y de un brinco se puso
junto al retablo y, con acelerada y nunca vista furia, comenzó a llover
cuchilladas sobre la titerera morisma, derribando a unos, descabezando a otros,
estropeando a este, destrozando aquel, y entre otros muchos, tiró un altibajo
tal, que si maese Pedro no se abaja, se encoge y agazapa, le cercenara la
cabeza con más facilidad que si fuera hecha de masa de mazapán. Daba voces
maese Pedro diciendo
― Deténgase vuesa merced,
señor don Quijote, y advierta que estos que derriba, destroza y mata no son
verdaderos moros, sino unas figurillas de pasta. ¡Mire, pecador de mí, que me
destruye y echa a perder toda mi hacienda!
En aquella época todo el mundo reía con ese capítulo, pues entendían
que solo un loco podía arremeter contra un espectáculo de títeres[8].
Pero así están las cosas hoy. Si triunfaran los sonámbulos y los titiriteros
fueran condenados, en el futuro cualquier novelista o cineasta que ambientara
su historia en el País Vasco de los años ochenta y osara reproducir una
manifestación de Herri Batasuna con las pancartas y consignas que siempre
aparecían, podría ir a la cárcel con este precedente. Y sin embargo, no siempre
ha sido así...
En agosto del 2003, en un concierto incluido en el programa oficial de
fiestas del Ayuntamiento de Vitoria ― Gasteiz, dos encapuchados subieron al escenario y
enarbolaron una pancarta más grande que ellos con el emblema de ETA que,
conviene recordarlo, entonces estaba activa y lo hacía notar siempre que tenía
ocasión.
No se denunció a nadie. Ni a los encapuchados, ni al grupo que daba el
concierto, ni al alcalde ― el hoy ministro de Sanidad en funciones Alfonso
Alonso ―, ni a la concejala de Cultura Encina Serrano, ni al programador,
suponiendo que lo hubiera. Sin embargo hoy, cuando hace más de cuatro años que ETA
anunció que lo dejaba definitivamente, no solo ha subido la calificación penal
del delito sino que se acusa hasta a quien no lo comete. La situación recuerda
otro clásico, este en forma de refrán: A moro muerto, gran lanzada[9].
[1] Es solo
uno de los efectos que conlleva dejar de leer a los clásicos, se pierde la
habilidad para la redacción. La cita es de “El juez envía a prisión a los dos
titiriteros detenidos en Madrid por enaltecimiento del terrorismo”, Público,
06/02/16 y la cursiva es mía.
[2] “El
juez Ismael Moreno ordena prisión provisional sin fianza para los dos
titiriteros”, El Confidencial, 05/02/16.
[3] “Un
juez ahorcado, una monja muerta y carteles de “Gora Alka―ETA”: la obra de títeres de
Carmena”.
[4] Desde
luego, un lector de clásicos nunca hablará de líneas rojas ni de niveles de
reproche adquiridos y, por cierto, mal concordados...
[5] Le
recomendaría la lectura de un pequeño clásico de Federico García Lorca, el Retablillo
de don Cristóbal. En él aprendería qué clase de cosas hacen los títeres de
cachiporra y, de paso, que el título de la obra que tanto detesta no es casual.
[6] ¿Será descendiente ― nunca mejor
dicho ― del Enrique Enríquez, señor de Bembibre y Bolaños y
conde de Alba de Liste, del que cuentan las Coplas de la panadera que
por ganar honra
a deshora
los contrarios
ofendiera,
mas la gran
gente ropera
que con él fue
a desranchar
fizo, por
cierto, quedar
su persona
prisionera?
[7] Las citas proceden de “La concejal de Cultura de Madrid, tras la
polémica de los titiriteros: “Estamos indignados””, Público, (leído el
07/02/16), “Ahora Madrid ve una “sátira” y no un delito en la actuación de los
títeres “, El Confidencial, (06/02/16), “El PP denunciará a la concejala
de Cultura Celia Mayer por “colaboración en enaltecimiento del terrorismo””, el
diario, (06/02/16) y la página de la AVT.
[8] Sí, es
la famosa historia del retablo de maese Pedro, en el capítulo 26 de la segunda
parte del Quijote.
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