lunes, 11 de abril de 2016




LAS DOS HUELGAS DE GASOLINERAS DE BARCELONA[1]

1977

En julio de 1977 se reúnen en asamblea los trabajadores de gasolineras de la provincia de Barcelona con el objetivo de acordar una plataforma común para la renovación de su convenio. En asamblea posterior se eligió una comisión integrada por siete miembros de CNT, dos de UGT, dos de CCOO y un independiente y el 30 de agosto se presenta el borrador, que es aprobado por mayoría absoluta. Hay que recordar que a finales de abril se habían legalizado los sindicatos, así que estos aún estaban en plena fase de organización. Ya tenían asignado su papel de suplantar cualquier otro tipo de agrupamiento de los trabajadores, pero aún no disponían del poder efectivo para impedirlo.
En este caso se ve claro en el hecho de que era la asamblea la que tenía el control sobre la comisión en todo momento. Las indicaciones de esta se consideraban solo orientaciones que debían ser aprobadas por la asamblea o, en su caso, rechazadas o corregidas.
La petición principal era elevar el salario  de 458 a 1.000 pesetas diarias. Ante los oídos sordos que hace la patronal, deciden convocar huelga a partir del 28 de setiembre. Entonces, esta ofrece un aumento de hasta 700 pesetas diarias.
En ese momento irrumpen en la negociación por su cuenta y riesgo , unos liberados  de CCOO que ni siquiera eran gasolineros, pero la maniobra es descubierta y denunciada por la asamblea y quedan fuera de juego. No hay que olvidar que en ese mes se habían firmado los Pactos de la Moncloa, que establecían precisamente ese papel de policía laboral para las centrales a despecho de la propia ley, como veremos más adelante. Era solo un anuncio de lo que estaba por llegar...
Y comenzó el regateo. La asamblea bajó a 900, pero la patronal no se movió de las 700, así que se declaró huelga indefinida a partir del 21 de octubre. Éxito total. Pararon todas las gasolineras de la ciudad y el 90% de la provincia. A los cinco días, los patronos claudicaron y acabaron aceptando un sueldo de 881 pesetas diarias, con vigencia hasta el 1 de julio de 1978. Habían conseguido el mejor convenio provincial de gasolineras. Según Zambrana, hasta fueron alabados por una parte de la prensa.
Hay dos cuestiones técnicas, referentes al derecho laboral de entonces, que es interesante precisar. La primera es que aún no se planteaba la cuestión de los servicios mínimos y sin embargo, la asamblea de gasolineros se había adelantado y había previsto un sistema de bonos para que pudieran ser atendidos médicos, ambulancias y otros servicios de urgencias. La segunda es que entonces las huelgas sectoriales estaban prohibidas, de modo que, durante medio año, gente de CNT estuvo recorriendo las gasolineras una por una para que firmasen convocatorias de huelga con la fecha en blanco, para poder presentar todas juntas en el momento adecuado. Debieron ser entre doscientas y trescientas.

1978

En junio de 1978 faltaba un mes para que caducase el convenio, así que lo denunciaron. Sin respuesta. Entonces solicitaron huelga legal y después de diez días, tampoco hubo respuesta.
En aquellos meses habían pasado muchas cosas y parece que los gasolineros no se habían dado cuenta, mientras los de enfrente sí tomaron buena nota...
Cabe recordar que el 16 de enero comenzaba el proceso de elecciones sindicales que otorgaba oficialmente la representación de los trabajadores a los elegidos, a semejanza de la política, donde se entregaba todo el poder a los parlamentarios y senadores electos para que lo interpretasen según su criterio[2].
Sucedió que UGT y CCOO, legitimadas por la fuerza de los votos recibidos en el proceso, habían firmado un convenio nacional de gasolineras que se suponía de validez en todo el territorio.
El nuevo convenio era una ruina. Parece evidente que, puestos a firmar un convenio nacional, las condiciones deberían ser mejores que las del mejor convenio provincial. En su defecto, iguales. En ningún caso peores.
Pues bien, como ya se ha indicado, el mejor convenio provincial era el de Barcelona y comparado con este, el nacional era un desastre. Según una octavilla que circuló durante la huelga, el precio por hora del convenio barcelonés era de 230 pesetas frente a 155 del nacional, el tiempo de almuerzo pasaba de 30 a 15 minutos, los dos pluses de Navidad y Primero de Mayo (1.000 pesetas cada uno) desparecían, así como el “quebranto de moneda” hermosa expresión, por cierto , que en Barcelona era el salario de un día, y de trabajar un máximo de dos domingos seguidos se pasó a tres[3]. Por si eso fuera poco, como aclara Joan Zambrana, la legislación vigente no otorgaba capacidad de decisión a las centrales sindicales como tales, sino a las comisiones negociadoras que se creaban a tal efecto (en muchos casos estas comisiones se formaban por práctica asamblearia, tanto a nivel provincial como en algunos casos estatal)[4]. Daba igual. La mera existencia del convenio nacional daba a los patronos la excusa a la que agarrarse para no negociar.
Pero ese no era el único cambio, en realidad todo había cambiado. Así, aunque nominalmente pudiera convocar a la huelga la Asamblea de Trabajadores de Gasolineras de Barcelona, se entendió que quien convocaba la huelga era la CNT, mayoritaria en el sector. Su secretario Enric Marco ya había declarado en mayo que “esta vez la CNT va a ir con todas sus fuerzas para que los trabajadores se den cuenta de que la confianza que entonces depositaron en nosotros es justa. Por eso vamos a ir a un convenio y si es necesario a un conflicto, pero bien organizados, desde el primer momento. Que no se hagan ilusiones ni los empresarios ni los arbitrajes oficiales de que van a arrastrar a CNT a algo que no quieren hacer los trabajadores”[5]
La propia CNT había cambiado y, aunque no se prestase al juego electoral, pensaba en términos de central sindical, en un juego peligroso que le iba a traer consecuencias muy negativas. Si en el 77 se había prestado a organizar una huelga de logística muy complicada de forma anónima, ahora le interesaba  que se supiera que estaba detrás,  para acreditar el peso que le negaba la representación electoral a la que había rehusado. El asunto trajo debate y si en el Solidaridad Obrera de mayo del 78 se denunciaba que “CNT no puede hablar de la asamblea como órgano decisorio cuando por otra parte está apoyando comités intersindicales con las burocracias reformistas y por qué no verticalistas, salidas de las elecciones sindicales” en el CNT del 17 de agosto se le replicaba  que “Si nos cuestionamos el que los sindicatos sirvan para la negociación debemos cuestionar la razón de ser de las secciones sindicales. La asamblea cubre el espacio de la unidad de acción, pero hay que defender la estructura del sindicato como organización de lucha” y “Si los sindicatos no sirven, habría que buscar otra forma de organización que podría ser el asambleísmo, pero esto me parece muy peligroso”.  
La huelga comenzó el dos de setiembre y ¡cuántas cosas pueden cambiar en menos de un año!

La Policía Armada tomó las gasolineras a punta de metralleta y se ocupó de dispensar el combustible. Como anécdota, durante los primeros días de huelga ardieron varias gasolineras de la periferia de Barcelona y, a día de hoy, aún no ha quedado claro si se debió a sabotajes o fue consecuencia de la ineptitud policial a la hora de despachar la gasolina[6]. Es evidente que con esa ayuda la patronal podía aguantar lo que le echaran encima.
Pero la cosa no paró ahí, se trataba de una ofensiva en toda regla, sin desatender un solo frente. Hubo un centenar de detenciones por integrar piquetes informativos o, simplemente, pegar carteles a favor de la huelga. Treinta y cinco solo entre el 4 y el 5 de setiembre y, como indiqué en el texto anterior, muchas fueron fruto de delaciones de sindicalistas de Comisiones y UGT. La prensa, que había sido más bien favorable en 1977, se tornó hostil y alternó la desinformación, la omisión y la condena.
No hay dato que muestre mejor la decadencia que examinar los apoyos recibidos. Entre los sindicatos: CSUT, SU, UGT (histórica), SOC y los Col.lectius de Treballadors de Catalunya y entre los partidos: ERC, POUM, PTE, LCR, AC o FNC. Salvo ERC, ninguno de ellos consiguió sobrevivir[7].
Aun con tantos y tan poderosos enemigos, la huelga aguantó casi cincuenta días, hasta el 20 de octubre, supongo que a costa de enormes sacrificios personales y familiares. El acuerdo firmado era meramente defensivo. Incluía la readmisión de los despedidos y sancionados con motivo de la huelga, la libertad de los detenidos, el respeto al convenio provincial del año anterior y la posibilidad  de que en el futuro se pudieran pactar convenios provinciales a la espera de las leyes que estaban pendientes de aprobación. Se trataba de no perder lo ganado, de no retroceder. En definitiva, de salvar la cara.
Y por supuesto, no hubo huelga de gasolineros en 1979...



[1] La información procede de un foro de alasbarricadas.org que incluye el capítulo “La Huelga de Gasolineras de Barcelona: dos actos para un conflicto” del libro La alternativa libertaria de Joan Zambrana , y de Trabajadores por la autonomía y la revolución social: “Nuevos comentarios acerca de la España salvaje” en los incontrolados [crónicas de la españa salvaje 1976 1981], Klinamen, Sevilla, (2004), pp. 47 87.
[2] En realidad según el criterio de su jefe de filas, que es quien hace la seña convenida indicando el botón que deben apretar. Así que se pueden permitir el lujo de aprobar o rechazar una propuesta sin ni siquiera escucharla y, aún con eso, de vez en cuando se equivoca alguno. En fin...
[3] La cifra de la remuneración por hora parece discordante con la de 1977, pero quién sabe si se habla de bruto o de neto, si se contabiliza el descanso o las vacaciones o, simplemente, había un error. Sea como fuere, es evidente que el convenio firmado por CCOO y UGT era una burla respecto a lo que la Asamblea de Gasolineras de Barcelona había conseguido el año anterior.
[4] Era el espíritu de la época. Tampoco las elecciones de 1977 eran elecciones a cortes constituyentes y, sin embargo, acabaron aprobando una constitución. El régimen salió ilegítimo desde el principio, así que no nos tiene que extrañar mucho de lo que vemos hoy, solo siguen la costumbre.
[5] En efecto, Enric Marco es el farsante aquel que fingió haber estado encerrado en un campo de concentración nazi cuando, en realidad, trabajó para los nazis a través de una organización franquista que reclutaba voluntarios para ayudar al triunfo de Hitler.
[6] Me abstendré de hacer chistes sobre la capacidad de combustión de ciertas formaciones leñosas porque seguro que hoy caben bajo algún apartado de la Ley Mordaza.
[7] Técnicamente el SOC sí, porque se integró en el Sindicato Andaluz de Trabajadores, pero ya no exhibe públicamente sus siglas. Un caso curioso es el de Unión Sindical Obrera, sindicato de raíz cristiana que aún se arrastra hoy con más pena que gloria: la sección vasca apoyó la huelga mientras la catalana guardaba silencio...

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