La libertad de expresión
es solo pura
ficción,
mogollón de represión,
¡mogollón de represión!
CICATRIZ: Botes de humo (1986)[1]
Un fenómeno extraño que sucede de vez en cuando: el 30 de abril
encontré un artículo en la versión digital de El País que me resultó
interesante. Una vez leído, descubrí que la fecha de publicación que aparecía
era el 9 de abril. ¿Se trataba de un error? ¿Consideraban que alguna noticia
reciente lo volvía de actualidad? ¿Les faltaba material y recurrieron al
archivo? Lo cierto es que la verdadera causa me trae sin cuidado, pero no es la
única vez que sucede ni el único medio que lo hace.
Se titula “Las columnas en blanco” y es obra de César Antonio Molina,
que fue ministro de Cultura con Zapatero[2].
Va sobre la libertad de expresión, en un tono épico ― triunfal del que no me resisto a transcribir
algunos párrafos: “Durante estos largos y tortuosos meses en que la política en
vez de ser la solución a los problemas ella misma se ha convertido en el peor
de ellos, vengo escuchando, por parte de algún partido, insultos y diatribas
contra los medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales. Se les
acusa de manipular a la opinión pública y de estar en manos de empresas que,
únicamente, defienden sus intereses[3].
Quienes esto dicen desconocen la dura, difícil y trágica historia de nuestra
libertad de imprenta y opinión. (...) Quienes desconocen los sacrificios que
los españoles hicimos a lo largo de los más de cinco siglos de existencia de
nuestro país, ignoran que desde la Pragmática de los Reyes Católicos
(1502) hasta nuestra actual Constitución (1978), nunca existió una verdadera
libertad de prensa y opinión. (...) A mediados del siglo XVII, en los Avisos,
Barrionuevo, sufrido editor, acuñó la expresión, hoy también de tanta
actualidad, “pobre España desdichada”[4].
(...) Atacar o pretender restringir esta libertad esencial del sistema
parlamentario es un golpe de estado a la
democracia. No existe una sociedad libre sin prensa libre. En los sistemas
absolutistas y totalitarios lo tenían muy claro. (...) La libertad de prensa,
el periodismo libre incluso con sus numerosos defectos y abusos, solo los
trajeron a nuestro país la democracia. La libertad de opinión tiene la juvenil
edad de casi cuarenta años. Siempre les digo a la gente más joven que yo no nací
libre, pues existía una dictadura[5].
Ellos, venidos al mundo en plena democracia, sí nacieron manumitidos. Pero esa
libertad no es un bien perdurable si no lo saben defender día a día, no es un
bien incorporado de forma natural a su propio ADN. Muchas personas lucharon e
incluso murieron por conquistarlo. (...) La libertad de opinión, la libertad de
prensa (hoy de comunicación), debe ser tenida muy en cuenta por aquellos
ciudadanos que quieran seguir siendo libres. En España el pensamiento fue
siempre un bien escaso pero confío, como confiaba Voltaire, que dentro de muy
poco se ponga de moda el pensar”.
Hermoso alegato, sin duda, pero ¿cuál es hoy el estado de esas
libertades de expresión, opinión, prensa, comunicación y demás redundancias que
se le ocurran al antiguo ministro? Difícil respuesta. Dudo entre crítico,
comatoso o terminal, por no darlas directamente por muertas. Me contentaré con
un par de ejemplos, haciendo constar que podría multiplicarlos al menos por
diez, pero creo que los que mostraré son bastante significativos.
El ministro del interior, Jorge Fernández Díaz, ha pedido al Consejo
General del Poder Judicial (CGPJ) que adopte algún tipo medida (sic) ante las palabras del juez de la Audiencia
Nacional José Ricardo de Prada sobre torturas en España y estudie “como mínimo”
si puede tener la responsabilidad que ocupa. El ministro las ha calificado de
“infames”.
El ministro, en declaraciones a los periodistas, se ha referido a los
comentarios que hizo el juez en un foro organizado por el Ayuntamiento de
Tolosa (Guipúzcoa), donde dijo que en España “la tortura se ha producido de
manera clara” y él ha vivido casos de “sospecha fuerte” en los que “los
tribunales no han dado respuesta como corresponde a un Estado de Derecho”.
Son unas palabras “indignas” de un juez y ofensivas para las fuerzas y
cuerpos de seguridad del Estado, ha dicho el responsable de Interior, quien ha
recordado que la legislación española tipifica los delitos de humillación a las
víctimas o de apología del terrorismo. “Creo en la separación de poderes, sin
ella no hay democracia, pero eso no quiere decir que se esté por encima de la
Ley y creo que sería bueno que el CGPJ tomara algún tipo de medida. Esa es una declaración ofensiva”, ha
dicho el ministro (...) Fernández
Díaz ha recordado que entre la Policía y la Guardia Civil hay centenares de
asesinados a manos de la banda terrorista y muchos familiares afectados, de
modo que ha considerado que esas declaraciones son “indignas” de un juez, más
aún si ejerce en la Audiencia Nacional. Para ello ha aludido a la Ley de
protección a las víctimas o al delito de apología del terrorismo, “tipificado
en el Código Penal”[6].
¿Por dónde empezar? La tortura es un delito recogido en la legislación
y hay gente condenada por haberla ejercido, así que producirse, es evidente que
se ha producido, al menos en la opinión de algún tribunal. Por otro lado, ¿qué
relación puede haber entre la denuncia de ese delito y la apología del terrorismo o la humillación a sus
víctimas? Sinceramente, se me escapa... Lo más inquietante es que el objeto de
los ataques del ministro es un juez de la Audiencia Nacional. Cabe recordar
aquí que la Audiencia Nacional se creó para juzgar a los acusados de pertenecer
a ETA porque se temía que los jueces que ejercían en el País Vasco estuvieran
demasiado presionados por el ambiente (estamos hablando de la segunda década de
1970, cuando los atentados eran casi diarios). ¿A qué estado de degeneración
mental hemos llegado para que un Ministro del Interior acuse a un juez de la Audiencia
Nacional de proetarra? Y con qué ensañamiento, solo le ha faltado exigirle a su
pareja que le abandone. Ni pensar en lo que hubiera sucedido si en lugar de ser
todo un magistrado de la Audiencia Nacional hubiera sido un terrible antisistema...
Y vuelve a la carga este personaje tan risible y tan peligroso a la
vez: “Fernández Díaz ha advertido este sábado al equipo de gobierno municipal
de Barcelona que lidera Ada Colau de que no se puede “ir insultando” a
instituciones como la Policía Nacional, ya que son “muy queridas” por los
barceloneses y los catalanes”. Al parecer el Ayuntamiento colocó un panel cerca
del cuartel de la Policía Nacional de La Verneda que reproducía un poema de
Charles Bukowski titulado 4 polis que dice así: Perros vigilan los muros
mientras el submarino se va rápidamente a pique. Estoy en una cafetería con 32
caras de cartón, la mayoría inexpresivas. 4 polis de aspecto impecable están
sentados a una mesa mirándome. Supongo que yo no tengo tan buena pinta a sus ojos. ¿Por qué no
enviamos a esos muchachos a morir en alguna guerra? Sus madres no habrían
llorado más de diez minutos. “Los principales sindicatos policiales” ya han
dicho que “Este panel es un insulto y una provocación de mal gusto a toda una
corporación y nuestras familias” y. por supuesto, emprenderán acciones legales
contra “todos los que hayan tenido algo que ver con este zafio insulto”[7].
De nuevo tengo problemas para abordar este disparate. Bukowski ― que, por
cierto, murió en 1994 ― no solo era alcohólico sino que lo parecía. Imagino
que tendría problemas con la policía casi a diario. Con la policía de Estados
Unidos, claro, no con el Cuerpo Nacional de Policía. Lo de “nuestras familias”
resulta muy difícil de relacionar. Aparte, hay un concepto llamado licencia
poética que tiene como unos dos mil quinientos años de antigüedad en Europa
y que hasta los romanos recogieron en sus leyes como animus jocandi, la
posibilidad de hacer burla. Algo que parece haber desaparecido en esta sociedad
triste de monologuistas.
En cualquier caso, este ejemplo es revelador. Leo algo que no me
gusta, le meto un paquete que se va a cagar. Ahí reside la trampa.
¿Libertad de expresión? Toda la del mundo, y es cierto. Yo no tengo
que remitir mis textos a nadie para que decida si son publicables o no. Pero
luego tengo que atenerme a las consecuencias. Esa es la bonita trampa del
artículo de César Antonio Molina. ¿No se acuerda o no quiere acordarse de que
once días después de tomar posesión del Ministerio de Cultura un juez ordenó el
secuestro de la revista El Jueves porque osó publicar en portada un
dibujo que representaba a los entonces Príncipes, ― hoy Reyes ― yogando, que diría Sancho Panza? Ah,
demonios, ¿dónde estuvieron sus protestas entonces? ¿qué apologías valientes
hizo de la libertad de expresión? En vano buscarlas, este heroico e incansable
defensor de la libertad de expresión encontraba maravilloso que se secuestrara
primero la revista y se emplumase después a los autores de semejante afrenta[8].
Después todo ha ido a peor. Resulta que aquel Príncipe ― hoy Rey―, que no hizo
ni dijo absolutamente nada para evitar todo aquello, ha recibido este mes la Columna
de la Libertad de parte de la Asociación de Editores de Diarios porque “la
Corona, y en particular su figura como Rey de España, representa para la prensa
un ejemplo de respeto a las libertades y a la libertad de expresión[9]”
No abría este texto con parte de una letra de los Zika por
casualidad. En efecto, así nos parecía entonces, que la libertad de expresión
era una pura ficción, pero aquella joven democracia ha avanzado tanto que se ha
caído por el barranco. En aquel mismo disco había una canción llamada Desobediencia
que decía “hay que machacar al clero/
matar a la policía/ toda esa puta gente/ no son más que porquería”. Por
supuesto, ningún seguidor de Cicatriz salió a la calle a golpear a clérigos o
disparar a policías, puede que entonces tuviéramos más claras las barreras
entre realidad y ficción. Lo que me parece evidente es que esto sería
impublicable hoy y la única razón que me lleva a reproducir estas frases aquí
es que el miembro más longevo del grupo murió hace dos decenas de años, si no a
saber lo que intentaría hacer Jorge Fernández Díaz con él...
Por terminar transmitiendo un poco de optimismo, alguien que sabía de
lo que hablaba, ― pues tuvo el dudoso honor de ser encarcelado por sus escritos tanto
por Benito Mussolini como por Su Graciosa Majestad británica ― escribió que
“el Gobierno capaz de tolerar que el pueblo lo critique y lo ataque de palabra,
es en realidad un Gobierno más fuerte y más estable que otro incapaz de aceptar
críticas del sistema social y de los gobernantes y tal vez por eso mismo, desde
un punto de vista revolucionario, es un obstáculo más difícil de superar”[10].
Cada día lo tengo más claro. Si solo fuéramos capaces de juntarnos
unos pocos para dar ese empujoncito... Sí, lo sé, me lo dicen a menudo, sueño
despierto. Y tienen razón.
[1] Si la
memoria no me falla, en realidad la letra no la escribieron ellos sino Juanjo
Eguizábal, famoso en Vitoria por ser el autor de El Caminante, la
primera escultura “moderna” instalada en la ciudad.
[2] Según
me contó alguien que sabe del tema, fue cesado porque apenas mes y medio antes
se había nombrado ministro de Justicia a Francisco Caamaño y eran demasiados
ministros gallegos para un hombre tan respetuoso con las cuotas como Zapatero.
[3] Sí, por
supuesto, el artículo es un ataque contra Podemos y aquí ahorro los párrafos
más crudos por irrelevantes. ¿Acaso es posible publicar hoy día un artículo de
opinión en El País que no contenga al menos un ataque contra Podemos por
oblicuo que sea?
[4] ¿Jerónimo
de Barrionuevo editor? Barrionuevo era
un clérigo que vivía en Madrid, que entre 1654 y 1658 escribió una serie de
cartas al deán de Zaragoza en las que le ponía al corriente de las novedades de
la corte. Correspondencia privada, en cualquier caso. Sucede que aquellas
cartas se publicaron agrupadas en el siglo XIX bajo el título de Avisos
y los papanatas de entonces (antepasados directos de los papanatas de
ahora) dedujeron disparates tales como
que Barrionuevo fue el primer periodista español o que su obra fue precursora del Boletín
Oficial del Estado, a través de una inexistente relación con la Gaceta de
Madrid. Que no se entristezca mucho Molina, un error aún peor lo cometió su
colega Iker Jiménez ante los micrófonos de la misma empresa. Que conste que
pese a las tergiversaciones de los que no parecen haberlo leído, Jerónimo de
Barrionuevo es totalmente recomendable, entre otras cosas por sobrarle el
sentido del humor que falta a estos.
[5] No seré yo quien lleve la contraria a un ministro de Cultura, pero
diría que hay un par de errores de concordancia en este párrafo.
[6] eldiario.es: “Fernández Díaz quiere que el
CGPJ castigue a un juez por hablar de torturas en España”, 20/04/16. La fuente
es la agencia EFE.
[7] eldiario.es (Catalunyaplural.cat):
“Fernández Díaz carga contra Ada Colau por un poema instalado cerca de una
comisaría”, 14/05/16.
[8] Y ahí
se abrió la veda de la caza de El Jueves. Denunciado reiteradamente por
asociaciones judías bajo la ridícula acusación de “antisemitismo”, su directora
ha sido agredida hace poco por un nazi. La paradoja es solo aparente.