miércoles, 29 de junio de 2016

EL ARTE DE PREGUNTAR





En apenas un día y sin salir de las páginas de El País  les han llamado hooligans, borrachos y viejos egoístas a los que no les importa sacrificar el futuro de los jóvenes. Felipe González lee la cartilla a Cameron desde la autoridad que le da haber ganado el único referéndum que convocó, aunque no fuera eso exactamente lo que había prometido hacer antes de llegar al poder.
Les ha escocido, es evidente. Ellos, que apostaban por el otro resultado, se resisten a reconocer que la época en que sus deseos coincidían con la realidad hace tiempo que ha pasado. Como anécdota, otro veterano de la periferia artística de la corte de González, el viejo rockero Miguel Ríos[1], invitaba en un concierto a “votar bien de una puta vez”, porque a este tampoco le cuadra lo que ve.
En esta ocasión se juntan dos asuntos, por un lado la contrariedad ante un resultado que no esperaban, pero por el otro aparece una objeción de base ante el propio método: ¿qué es eso de pedir opinión a la chusma sobre cuestiones que son demasiado complicadas para que pueda entenderlas? No. Eso debe quedar en manos de los políticos profesionales, que para eso los elegimos, les recompensamos soberanamente y miramos hacia otro lado si, como se ha recordado hace poco, la mano derecha no sabe lo que hace la mano izquierda (que, por otra parte, es lo que sucede en general).
Ya no El País sino todos los defensores del orden, nos dicen que los votantes ingleses y galeses se han dejado llevar por el corazón y no por la cabeza. (En Escocia, Irlanda del Norte y Gibraltar estaban a favor de quedarse. Hasta he leído un artículo que lo explica porque la educación en Escocia es mucho mejor). Tenían que haber escuchado a los expertos, que para eso están, que amenazan con consecuencias económicas catastróficas, aunque de momento el único dato objetivo es que el viernes la bolsa de Madrid cayó más que la de Londres.
El País lleva tiempo atacando esa absurda idea de que un referéndum tenga algo que ver con el concepto de democracia. No falta una cita diaria, directa o indirecta, con objeciones tan ridículas como que Franco los convocaba. También convocaba elecciones, un detalle que olvidan, así como recordar que tanto unos como otras estaban amañados.
Y es un proceso mental que me sorprende. ¿Cómo puede ser que la ciudadanía que se equivoca por costumbre cuando dice sí o no, sea sabia y ejemplar cuando introduce una papeleta con una lista de la que con mucha suerte conoce los dos primeros nombres? Si en Inglaterra los viejos han desoído por puro egoísmo los sabios avisos de los expertos económicos, en España los viejos han votado para que les garantice las pensiones al partido que ya casi se ha fundido la llamada “hucha de las pensiones” para atender a otros gastos. Un gran ejemplo de razonamiento económico...
Pero aunque este haya sido el más escandaloso, ha habido otros en los que la ciudadanía ha fracasado estrepitosamente. Pocos lo recuerdan ya porque sucedió en una fecha tan remota como abril pasado, pero hubo un referéndum en Holanda sobre el que El País no ahorró su lección en forma de editorial[2]. Me apetece recordarlo porque entonces aún mantenían la compostura, se trataba mucho más de dar clase magistral a unos pobres ingenuos que de una severa advertencia a unos gamberros. En abril aún no habían atesorado tanto miedo como para perder las formas.
Lo que se votaba era la ratificación del acuerdo de asociación entre la Unión Europea y Ucrania (que, como recuerda El País, había sido aprobado por los parlamentarios holandeses, es decir, los que realmente saben lo que está en juego). Seguramente era una casualidad, pero la foto que acompañaba al texto mostraba un grupo de chicas jóvenes sujetando una bandera europea. En fin, eligieron esta foto como podían haber elegido otra de viejos desdentados sujetando una bandera ucraniana...
Como recordaba el editorialista, “El objetivo del acuerdo, firmado en 2013, es fomentar el diálogo político y desarrollar la economía de Ucrania”, aunque ya veremos que no todo el mundo coincidía en que el tratado que se rechazó albergara unos fines tan nobles. Seguía una objeción que se podría definir como de forma, por usar el lenguaje de los tribunales: “El referéndum salió adelante gracias a un medio digital euroescéptico y a la acción de un grupo del mismo perfil significativamente llamado Geenpiel, Ni idea , que aprovecharon que el Gobierno acaba de rebajar a 300.000 las firmas necesarias para convocar un referéndum sobre cualquier asunto. El no ganó, pero más de dos tercios de los votantes se quedaron en casa. Solo el 20% del electorado respalda la negativa”. ¿A quién le importa por cuenta de quién salió adelante el referéndum? ¿Acaso eso lo vuelve ilegítimo? Hoy día la infanta Cristina espera sentencia porque consiguió sentarla en el banquillo un sindicato fantasma de ultraderecha cuyo principal dirigente está en la cárcel. ¿Y bien? ¿Quién lo lamenta aparte del fiscal Pedro Horrach y los portavoces de un puñado de partidos? Antiguamente se decía aquello de “Dios escribe derecho con renglones torcidos”. En cuanto al juego de los porcentajes, la ley introduce un quórum del 30%, que se cumplió, y el No ganó. Pero sigue adelante, y entre los procedimientos que reprueba hay uno a recordar: “los mandatos revocatorios, que permiten deponer a los cargos públicos sin necesidad de convocar elecciones”. Hay más puntos pero son tan ridículos que no pararé en ellos, quien sienta curiosidad ya sabe dónde acudir.
Una voz que no pertenece al elitista club de editorialistas de El País sino a un tal José Zorrilla, que apenas atesora dos décadas de experiencia en la carrera diplomática, titulaba “Holanda nos ha salvado de Ucrania. La admisión del estado ucraniano en la Unión Europea iría a favor de los intereses estadounidenses, pero probablemente no de los europeos. Los holandeses lo han visto claro”[3].
Aunque a veces, cuando la ciudadanía se equivoca gravemente cabe tomar medidas extraordinarias. Irlanda celebró un referéndum sobre el Tratado de Lisboa el 12 de junio del 2008 y fue rechazado por un 53,4% de los votantes frente al 46,6%. La participación fue de un 53,1% del censo. Era tan evidente que los votantes se habían equivocado que se repitió el 2 de octubre del 2009. Con una participación del 59%, el 67,13% votaron Sí y el 32,87 No. Hablemos como adultos, no hay error que no corrija el tiempo, y si hubieran hecho falta diez votaciones hasta que saliera el Sí, pues diez votaciones que hubiéramos contado.
Pero, demonios, si uno sigue leyendo el número de El País en el que se insulta a los votantes mayoritarios de Gran Bretaña se encuentra un texto que comienza con un tono triunfal que no llega a abandonar: “La oposición ha superado con una exponencial ventaja la etapa de la validación de firmas exigidas”[4] y acaba diciendo: “El siguiente paso en la meteórica carrera por el revocatorio es la recaudación de más de 4 millones de firmas (20% del padrón electoral). Si la MUD logra conseguir este porcentaje, el Consejo Electoral está obligado a convocar una consulta popular, donde los opositores deben obtener más votos de los conseguidos por el mandatario venezolano en las elecciones de 2013 (algo más de 7,5 millones de papeletas). Es una batalla contra el tiempo, porque de producirse el referendo después de enero, el poder lo podría asumir hasta 2019 otro dirigente del chavismo: el hoy vicepresidente Aristóbulo Istúriz”.
En el mismo periódico que criticaba en abril los mandatos revocatorios, que permiten deponer a los cargos públicos sin necesidad de convocar elecciones.
No es que tengan miedo, es que están cagaos.



[1] Muchos heavys de los 80 ya le considerábamos entonces un oportunista y le llamábamos con desprecio El Panadero, porque era socio de una panadería junto a viejas glorias del Real Madrid. (Ya sé que el plural correcto es heavies, pero entonces no lo sabíamos...)
[2] Se titulaba “Lecciones de Holanda”, publicado el día 8, y lo cierto es que me han quedado dudas sobre si era un referéndum de alcance regional o nacional, porque en ese caso la denominación correcta sería Países Bajos...

[3] Frente al alegato voluntarista de El País, este está lleno de datos. Lo publicó El Confidencial el 08/04/16.
[4] Maolis Castro: “Activado el referendo revocatorio contra Maduro”. Y de subtítulo: “La oposición ha conseguido la validación de 409.313 firmas, el doble de lo exigido por el Consejo Electoral para iniciar un sufragio que deponga al mandatario”.

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