domingo, 28 de agosto de 2016

BARRIENDO PARA CASA



Apenas comenzada la música aparecen dos rótulos en inglés: 19 de julio de 1936: Comienzo de la revolución catalana. 19 de julio del 2012: Comienzo de la revolución de Rojava.
¿Una revolución catalana en 1936? Nadie nos lo enseñó en el colegio. En ninguna época escolar, de Franco acá. Poco preocupaba a Maravall, Pérez Rubalcaba y demás ministros de educación del padre de la patria Felipe González. Tampoco a Esperanza Aguirre ni al resto de ministros de educación de Aznar, no digamos ya a los de Rajoy. Ni siquiera a los de Zapatero, el principal adalid de ese confuso engendro llamado Memoria Histórica. Se trabajó mucho por todos lados para aplastarla, no es cuestión de sacarla a relucir ahora. Por ejemplo, que la sucursal catalana del Partido Comunista de España el PSUC , se fundase el 24 de julio, cinco días después del comienzo de la revolución, puede parecer una casualidad pero no lo es. Que se la llamase “el partido de los tenderos” y fuese exactamente eso, tampoco. Para saber sobre esa revolución que aquí llaman catalana pero Vernon Richards llamaba española porque las revoluciones de verdad no tienen otra patria que el mundo entero, sirve por ejemplo La Guerra Civil española: Revolución y contrarrevolución, del periodista norteamericano Burnett Bolloten, que fue corresponsal durante la guerra. Él vino con la idea clásica en la cabeza, un régimen democrático contra una banda de golpistas, pero fue testigo de la revolución y dedicó los cincuenta años que le quedaban de vida a relatar y explicar lo que había visto con sus propios ojos, del mismo modo que hizo un tal George Orwell de cuyo nombre hasta hace poco todos se apropiaban , en su magnífico Homenaje a Cataluña. Pero para leer a Bolloten primero hay que encontrarlo, lo que no parece fácil. Si se encuentra, hay que desembolsar unos 90 euros[1] y disponer de tiempo y tranquilidad para embaularse mil doscientas páginas de una lectura fascinante pero también exigente, más que nada porque nuestra educación sobre esa época ha sido y es bastante defectuosa...
¿Y Rojava?
Esta es del 2012, hace cuatro días, como quien dice. Pero no te la han contado ni en los periódicos de papel ni en las radios con publicidad... Ni siquiera te han hablado de lo que es Rojava. Hombre, aquí rebajaremos la acusación, si supieran lo que es Rojava serían unos manipuladores, pero no. En este caso solo son unos ignorantes. Están tan ocupados leyendo y difundiendo las versiones oficiales de todo cuanto acontece que humanamente no les queda tiempo para otra cosa. Quieren pasar tiempo con su familia, y es comprensible.
Sin entrar en grandes disquisiciones basta decir que los kurdos reivindican como propio un territorio que hoy se divide entre Irán, Irak, Turquía y Siria y Rojava correspondería a este último, a la parte de Siria que los kurdos reclaman como propia. ¿Y en qué consiste esta revolución?
Desde luego, una revolución es algo muy difícil de definir en dos palabras, en primer lugar porque abarca todos los aspectos de la vida y en segundo porque las revoluciones nunca son algo estático sino que cambian día a día, adaptándose a las circunstancias. Al menos las revoluciones que son verdaderas[2].
Sucede que y esto no te lo han contado ni te lo contarán en esas radios ni en esos periódicos , los kurdos, que en teoría se encuadraban bajo la dirección del PKK, el Partido de los trabajadores del Kurdistán, comunista, descubrieron el municipalismo. ¿Y qué es el municipalismo? Pues una de las múltiples variantes del anarquismo, en este caso una que ideó Murray Bookchin, un estudioso que investigó con tiempo y dedicación al anarquismo español antes, durante y después de su revolución silenciada, sacó conclusiones y elaboró un modelo. Los kurdos lo estudiaron y les pareció realizable y ahí están, luchando por él. ¡Hasta conducen camiones blindados como los que se improvisaban en julio de 1936! Y si hay que juzgar a alguien por sus enemigos, estos tenían enfrente al ISIS, a Erdogan y ahora se les ha unido Bashar al-Ásad, (que tiene un inquietante parecido con alguien, aunque no diré con quién).
Cuando digo luchando no estoy usando una metáfora más o menos afortunada. Estoy hablando de una lucha real, con las armas en la mano, como dirían los clásicos.
Está claro que su revolución será criticable por imperfecta, por limitada, por desviada de la bella teoría. Aún estoy por ver una obra humana perfecta, hasta el David de Miguel Ángel tiene los tobillos demasiado delgados...
Sin embargo, sin entrar en grandes profundidades teóricas, a mí me emociona ver a las guerrilleras kurdas en primera línea, enfrentando el machismo secular de esas tierras no con charlas subvencionadas sino haciendo morder el polvo a los machos cabríos que tienen enfrente. Y comprobar que las hermanas, como las llaman las mujeres de los lugares que liberan, enfrentan la muerte a cara descubierta, melena al viento, sin trapo de ninguna clase que les cubra la cabeza, orgullosas de ser lo que son, mientras las “expertas” de aquí defienden el burkini[3].





[1] Por supuesto, en francés está disponible y cuesta la mitad. Suele pasar...
[2] Espero ocuparme pronto del complicado asunto de la revolución. Alguna cosilla a medio hacer ya tengo por ahí.
[3] El vídeo en cuestión está disponible en YouTube. Se titula Werin Barikadan A las Barricadas in Kurdish, porque aunque la melodía es La Varsoviana original, la letra es traducción de la adaptación castellana que hizo Valeriano Orobón Fernández, la que se cantaba en las barricadas barcelonesas en 1936. (Dejaré a la curiosidad de cada cual averiguar quién era Tazîko, aunque reconozco que no es una tarea fácil). Por supuesto, hay televisiones de otros países que se han ocupado de Rojava. Sin salir de YouTube se pueden encontrar, entre otros, un reportaje bastante ecuánime de BBC Our World titulado “Rojava: Syria’s Secret Revolution” y de 60 Minutes (programa de la CBS nacido en 1968 y cuyo formato copió Informe Semanal) un emocionante homenaje a las combatientes kurdas: “Kurdish Female Fighters YPJ (Rojava) Western Kurdistan”. Por supuesto, ambos vedados a quienes no tengan un nivel suficiente de inglés...

sábado, 20 de agosto de 2016

UNA ANÉCDOTA



El otro día recordaba a Carlo Giuliani, asesinado por los carabinieri el 20 de julio del 2001 mientras participaba en una protesta contra la globalización.
Por aquel entonces asistíamos a una revolución en las comunicaciones que parecía impresionante y que los adolescentes de hoy encontrarían risible. Yo había estrenado teléfono móvil, de tamaño similar al smartphone que utilizo ahora pero diseñado con un poco de sentido común, de forma que en los cinco años que estuvo conmigo jamás se me cayó al suelo. Otro detalle que puede parecer mentira es que pese a que le daba buen uso, apenas necesitaba cargarlo un par de veces por semana. Eso sí, sus prestaciones se reducían a las llamadas y los SMS, de los que cabían veinte en cada bandeja y cuando se alcanzaba la cifra mágica tenías que borrar para que entraran los nuevos. A principios de siglo no había más nubes que las que nos cubrían...
Mi amigo estaba más avanzado que yo y disponía de conexión a Internet en su ordenador casero y coincidió que aquel verano mi compañía telefónica hizo un alarde tecnológico tal que me permitía recibir en el teléfono correos electrónicos como si fueran mensajes sin costo para el emisor, aunque de extensión muy cortita. Una especie de premonición de lo que acabarían siendo WhatsApp y Twitter pero en versión cazurra.
Aquel fin de semana sometimos a dura prueba a ambos. Mi móvil era de prepago y mis finanzas escasas, así que me tocaba visitar de vez en cuando el estanco para recargar de veinte en veinte euros. El fumador acomplejado Zapatero aún no había llegado al poder y el tabaco era barato, así que cuando el estanquero veía que sacabas el móvil del bolsillo se le iluminaba la mirada. Recuerdo que aquel fin de semana me tocó dar un paseo hasta el único estanco que abría el domingo donde vivía entonces.
Era tal nuestra indignación que mi amigo pronto abandonó el ordenador y se lanzó al teléfono porque sentíamos mucha necesidad de expresar nuestra mezcla de asco, estupor y hartazgo. Recuerdo que buena parte de la artillería la concentramos en las crónicas de la enviada especial de RTVE. Todo era criticable en ella, desde su dicción impostada de aspirante a pija[1] hasta su visión esperpéntica del asunto, pasando por su vestimenta a todas luces inapropiada. Era tan risible que su nombre se me quedó grabado para siempre.
Se llamaba Letizia Ortiz.







[1] En inglés hay una palabra que me encanta para definir a este tipo de gente, los wannabe, los que quieren ser pero se les nota demasiado.

sábado, 13 de agosto de 2016

UN NUEVO MUNDO SIN HOJA DE RECLAMACIONES






A la memoria de Carlo Giuliani (1978 – 2001)

Un futuro no buscado

Un opinante muy cualificado de esos que cuando llegas al final del artículo te informan de que es profesor en tal o cual sitio o ha publicado un libro del que hasta entonces te habías pasado muy bien sin él , decía sentir lástima por aquellos que habían confiado en líderes que les habían prometido una vuelta al pasado (es decir, que conservarían sus puestos de trabajo amenazados) frente a los líderes que decían la verdad, que el futuro estaba en la innovación y los servicios asociados a ella. No es una cita literal porque no me tomé la molestia de apuntarla, esta misma monserga se repite a diario mejor o peor expresada. Que el erudito de turno no reparase en la paradoja de que su opinión apareciera en un periódico de papel, de esos que viven en un pasado que les hace perder millones de euros al año, ya nos da una pista sobre los sólidos fundamentos de su análisis.
La globalización, o mundialización, nació como concepto en el cambio de milenio. Iba acompañada de todo un paquete en el que entraban fórmulas como la Sociedad de la Información y el Conocimiento. A falta de mayores méritos se presentaba como inevitable: esto es lo que hay, te guste o no. Vargas Llosa, que aún no era premio Nobel pero que apenas empezaba a manufacturar basura con el mayor descaro, comparaba a los antiglobalización con los “quiebraquilos”, bandas que cuando se introdujo el sistema métrico decimal en Iberoamérica se dedicaban a romper las balanzas nuevas.
La conclusión era clara, no había salida. Era la consecuencia inevitable del “Fin de la Historia” que teorizaba Fukuyama (aunque hace tiempo que se ha desdicho de semejante estupidez). Lo que viene es imparable, mejor adaptarse...
Es curioso, la acusación más grave que se hacía a los promotores de la salida británica de la Unión Europea era que no tenían un plan para el día siguiente[1]. ¿Confiar en la innovación y los servicios asociados a ella es un plan? Pues básicamente similar a confiar en que al Genio le visite la Inspiración... Lo cierto es que nunca existió plan, pues la Globalización no era un programa para el futuro sino la justificación de algo que ya se estaba produciendo entonces: el libre movimiento del capital sin traba alguna.
A ello se ha superpuesto otro fenómeno, las consecuencias de la mal llamada revolución tecnológica, pero no conviene confundirlos. Han coincidido en el tiempo, pero no estaban en el concepto original de la Globalización[2], lo que vendría a probar el carácter improvisado del engendro.

Un pasado con un buen disfraz

Casi tres millones de metros cuadrados, la mitad techados, 37 puertas de entrada distribuidas a lo largo de casi diez kilómetros, 22 kilómetros de carreteras internas, 40 kilómetros de líneas de ferrocarril, otros 40 de cadenas de montaje, 13 kilómetros de vías subterráneas y una población obrera que en los momentos punta lega a 60.000 personas. Ésta es la Mirafiori de 1968, el mayor establecimiento de la FIAT, la fábrica más grande del mundo y el corazón industrial y obrero de Italia[3].
He elegido la Wikipedia en español por ser especialmente lameculos. Se podría definir como la voz de su amo. Resulta sonrojante comprobar la cantidad de artículos que están escritos sin duda por el propio biografiado, sea persona física o jurídica, y que no contienen nota crítica alguna[4]. Leí un artículo sobre el carácter peculiar del consejo editorial de la Wikipedia hispana pero creo que la razón de fondo es la arbitrariedad de las leyes españolas, que permiten emplumar a cualquiera por cualquier cosa[5]. La voz Fiat Mirafiori nos informa de que hoy la fábrica ocupa una superficie de 2.000.000 m². En el interior se extienden 20 kilómetros de líneas de ferrocarril y 11 kilómetros que conectan los distintos almacenes subterráneos. El conocido edificio de oficinas, que da a la Avenida Giovanni Agnelli, es una construcción de cinco plantas de 220 metros de largo, cubierto con piedra blanca de Finale. En la fábrica trabajan 12.000 empleados, de los cuales aproximadamente 5.400 trabajan en el área de carrocerías. Dispone de una capacidad de producción de 1.115 vehículos diarios.
Bien, juguemos a las diferencias. Desde 1968 a hoy se han perdido un millón de m², (el 33%, aunque pronto veremos en qué se han convertido algunos), veinte kilómetros de líneas de ferrocarril (el 50%), dos de vías subterráneas (poco más del 15%) y 48.000 empleados o población obrera, según se mire (el 80%).
Parte del espacio se ha recuperado. En 2006 en la zona norte de la planta, en un área de 70.000 m² se inaugura el mayor espacio de exposición dedicado a los coches en Europa, el denominado Mirafiori Motor Village y en julio del 2007 se reconvirtió el antiguo Taller 83 en el centro Stile Fiat, que a partir del 18 de febrero del 2008 pasó a acoger también la nueva sede de Abarth.
El juego resulta bastante educativo. Es tan evidente que mantener vías férreas que no se utilizan ya es un gasto inútil como que el suelo es un valor que siempre se puede volver a poner en juego. Y los empleados... ¿qué son los empleados?
A los empresarios se les suele denominar de forma imaginativa como creadores de empleo o, en una traducción un poco brusca del inglés, empleadores. No es cierto, claro. Solo los empresarios inteligentes consideran que un sueldo es una inversión. La inmensa mayoría lo consideran un gasto y prescinden de él en cuanto pueden. Las cifras lo dejan claro: en cuanto FIAT pudo sustituirlos, prescindió del 80% de sus trabajadores y si te he visto no me acuerdo.
Por supuesto, los voceros del ahora acusan de ignorantes a los que alertan de la destrucción masiva de puestos de trabajo que conllevará la que ellos llaman cuarta revolución industrial[6]. Según ellos las “revoluciones” anteriores han creado más puestos que los que han destruido. Será verdad (hasta ahora) pero es un argumento tramposo, porque no tienen en cuenta muchas cosas. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo pasó hasta que los que se crearon igualaron a los que se destruyeron? ¿Dónde se crearon y dónde se destruyeron? ¿Fue en el pueblo de al lado o fue a tres mil kilómetros? ¿Lo que se creó fue mejor que lo que se destruyó? Porque aquí entran las famosas trampas estadísticas. Aunque vista desde hoy la Industrialización (que no Revolución Industrial) supusiera una elevación de las comodidades, la primera generación que trabajó en las fábricas vivió mucho peor que sus padres[7], una frase que hoy nos suena mucho. Visto desde lejos el pasado parece un camino positivo, pero los números de las estadísticas se componen de personas. Lo resume el viejo chiste: yo me como dos pollos y tú ninguno, según la estadística nos hemos comido uno cada uno.
Pero en esta maravillosa cuarta revolución hay un elemento que rompe con todo lo anterior, la llamada Inteligencia Artificial. No se trata ya de construir máquinas que construyan máquinas sino de desarrollarlas para que programen sin intervención humana. La consecuencia lógica es la falta masiva de trabajo, que podría ser muy bien paliada si nos liberásemos de la esclavitud laboral y nos diésemos al disfrute de lo producido por los armatostes, pero esa parte no se contempla. Solo podrá acceder a los bienes de consumo quien disponga de dinero. Cuesta ver la salida en el planteamiento.

Un presente ilegible

La versión oficial distingue entre ganadores y perdedores[8]. Obviamente, los ganadores son los que aceptan adaptarse a lo que viene, seguros de que encontrarán un hueco en el futuro que hará justicia a su talento mientras los perdedores son los que niegan el cambio inevitable. Decididos a resistir lo irresistible, su mejor imagen política la refleja el populismo.
El populismo, una olla de grillos donde se mezclan el candidato a la presidencia del Partido Republicano estadounidense, conservadores y laboristas británicos en porcentajes inciertos, ultraderechistas tuneados de varios países de Europa, rojillos desteñidos de España o Grecia y todos los gobernantes iberoamericanos que nos caen mal.
Es cierto que si la solución al caos que viene es refugiarse en la patria, apaga y vámonos. Ese es el problema, no tengo una solución mágica. Si la tuviera estaría voceándola por las calles... Me resultaría muy fácil cerrar el texto haciendo un llamamiento a la unión del 99% o del proletariado mundial o de cualquiera de los sujetos históricos que se han propuesto desde hace más de cien años, pero ahora mismo no veo un futuro posible que se parezca a nada de eso. Lo que sí tengo claro es que no estamos obligados a elegir entre Lo Malo y Lo Peor.




[1] Los periodistas prefieren la fórmula el día después. Más allá de líneas rojas u hojas de ruta, la última innovación en ese campo es salir de la zona de confort. A ver cuál es la siguiente...
[2] Hace poco leí que Bill Gates había escrito un libro a mediados de los noventa en el que no decía una sola palabra sobre Internet.
[3] M Bascetta, S. Bonsignori, S. Petrucciani, F. Carlini (eds.): 1968. Una revolución mundial. Reproducido en Mario Moretti: Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Akal, (Madrid), 2008 (1ª ed. del 2002), p. 289.
[4] Quien lea inglés puede comprobarlo con una simple comparación entre la voz Amway en inglés y en castellano. Es solo un ejemplo, podría dar decenas más. Por esa única razón suelo citar casi siempre la versión inglesa.
[5] Es un dato poco conocido pero siendo España un país con bajos niveles de delincuencia comparado con los de su entorno, sus porcentajes de presos y policías por habitante son escandalosamente más altos que en cualquier otro. Cuando oigo esa letanía recurrente entre los tertulianos de que la legislación española es “excesivamente garantista” o a los políticos prometer en campaña electoral que van a aumentar el número de policías no sé si echarme a llorar o hacer algo para ganarme un espacio en una celda. Que necesitaría bien poco, claro...
[6] Confieso que perdí la cuenta después de la primera. He oído hablar de la tercera pero nunca he sabido cuál fue la segunda.
[7] Y la segunda mucho peor que sus abuelos, claro.
[8] Reconozco que soy muy tiquismiquis con las traducciones del inglés, pero yo hubiera optado por triunfadores y fracasados.

martes, 2 de agosto de 2016

LO MEJOR DE CADA CASA



El comienzo es de los que marcan: Comparecemos a título de ciudadanos participantes convencidos de que en política nunca cae el telón, de que en parte alguna nadie esperará a la resolución de nuestras incertidumbres, de que es momento de buscar acuerdos y soluciones en vez de proseguir obsesionados por identificar culpables sobre los que centrifugar responsabilidades indeclinables.
Sé que merecería ser reproducido entero pero me quedaré con esta muestra por falta de espacio[1], aunque del párrafo ya puede deducirse alguna cosa. La primera y más obvia es que entre estos ciudadanos participantes debe de haber algún escritor y quien haya llegado a esta conclusión se podrá sentir satisfecho: entre los firmantes suman once escritores de ambos sexos. ¿Y quién podrá negar que tras el hallazgo de una fórmula tan acabada como “centrifugar responsabilidades indeclinables” ha de haber al menos un poeta? Pues acertará también. De entre los once escritores uno de ellos es también poeta, Benjamín Prado.
Sabiendo que el total de firmantes es de 47, cualquiera pensaría que la autodefinición más repetida sería la de escritor... Pues no, se equivocaría de pleno, la más reivindicada es la de catedrático de universidad. Quince en total. Y eso que alguno hace trampas, como mi querido amigo Fernando Savater, al que diría que no le toca jubilarse hasta el año que viene pero supongo que prefiere reivindicarse escritor antes que funcionario. Mucha hambre hubiera pasado esta lumbrera de haber tenido que vivir de lo que rendían sus libros sin el apreciable colchón de su sueldo de catedrático... Hubo quien lo fue y hoy ya no lo es porque el escalafón no perdona la edad, como Carmen Iglesias, que fue tutora de la infanta Cristina ¿o es ya ex-infanta? Ahí confieso mi ignorancia , y preceptora del entonces príncipe y hoy rey por lo que el entonces rey y hoy también rey aunque ya no reine, la recompensó con el condado de Gisbert. Solo puede ostentar su pertenencia a dos Reales Academias, la de la Historia y la de la Lengua Española, lugares a los que no se deja de pertenecer hasta que se comprueba que el proceso de descomposición está bien avanzado y el olor no es una falsa alarma. Es cierto que ha estado en sitios más raros como la Trilateral , pero supongo que a diferencia de lo que habría de exigirse a los que se dedican a asuntos tan serios como la lengua o la historia, allí no les importa mucho que alguien escriba qui prodest. Con esa dirección no es extraño que la disfuncional familia real española irradie tanta cultura...
Los catedráticos parecen habitar un mundo aparte. Hace años cuando tenía el nefasto vicio de escuchar las tertulias radiofónicas en las que siempre solía haber al menos uno para dar color , me quedaron grabadas frases rotundas como “no me puedo creer que un empresario prefiera contratar trabajadores jóvenes y despreciar el valor de la experiencia que puede aportar un trabajador veterano”. Al principio pensaba que eran una colección de cínicos, pero después me di cuenta de que simplemente se trataba de gente que había perdido cualquier tipo de contacto con la realidad. Al fin y al cabo, la Universidad es una de las pocas pervivencias medievales que han conseguido mantener su esencia. La otra era el Toro de la Vega de Tordesillas, pero este año ya les ha metido en cintura la Junta de Castilla y León.
Y como cualquier mundo aparte, también fija las reglas para la reproducción de la especie. Alguno de los firmantes parece haber heredado el título. Así, José María Maravall es hijo del también catedrático José Antonio Maravall, aunque hay que reconocer que el viejo al menos tenía talento, pero la palma se la lleva Félix Ynduráin, catedrático de física, hijo del catedrático Francisco Ynduráin y hermano de Francisco José, también catedrático de física y de Domingo, catedrático de literatura española.
Y es que, la familia... ¿quién puede dudar hoy de que los lazos familiares son uno de los grandes problemas de España echando un simple vistazo a los Borbón? Porque aquí la familia sigue contando mucho, digan lo que digan sobre la “meritocracia” y desatinos similares. Aquí sigue pesando mucho más tener un primo que tener un Master y algo de ello se echa de ver en el elenco de cuarenta y siete ciudadanos participantes que firma el escrito. Aparte de los catedráticos citados se puede encontrar al político Gabriel Elorriaga, hijo del político Gabriel Elorriaga. Papá era franquista y se hizo demócrata, mientras el hijo era demócrata y se hizo del PP. José Antonio Zarzalejos es hijo de José Antonio Zarzalejos, aquella lumbrera que la víspera de la mayor matanza ocurrida en Vitoria Gasteiz en tiempos modernos pronunció una sabia frase: “Esto es Vitoria, aquí nunca pasa nada”[2].
Hay otros en los que el lazo no es tan obvio pero sigue siendo igual de evidente: el formidable pensador Fernando Savater era hijo del notario de los Fierro, que hoy apenas son recordados pero en la España de Franco eran uno de los mayores poderes bancarios, que supieron malgastar suficientemente sin que mediara asesinato, como fuera el caso de los Urquijo. Pero desde luego, sin ese apoyo es absolutamente descartable que el muchacho hubiese podido publicar sus tratados en alabanza a Cioran y demás gente prescindible...
También hay quien tiene la filiación familiar más escondida, como Mercedes Cabrera, que se firma catedrática de universidad. No dudo de que lo será, y tampoco se me escapa que el añadido es para distinguirse de la chusma de los catedráticos de instituto que de estos, por cierto, no hay ninguno. Que podría haberlos y a montón, pero ya se ve que las cabezas pensantes de este manifiesto lo han querido restringir a la flor y nata... También podría haberse definido como ex-ministra de Zapatero, que es el cargo por el que la recordamos, porque en la lista hay algún ex, como el acabado Joaquín Almunia o una tal Delia Blanco a la que no tengo el gusto de conocer. La cuestión en este caso es que su segundo apellido es Calvo Sotelo y si se descuenta el hecho de que lo recibió por transmisión materna, es más Calvo Sotelo que el que fuera presidente del gobierno de UCD Leopoldo Calvo Sotelo.
Pero aparte de las familias con apellido compuesto a base de guión, todas las cuales lo recibieron durante el Franquismo, también firma la aristocracia. Aunque dentro de la aristocracia también hay clases. El excomunista Nicolás Sartorius Älvarez de las Asturias Bohorques[3] es hijo de los Condes de San Luis, un título creado en 1848 y que por tanto no se puede comparar al de la también firmante Cayetana Álvarez de Toledo, decimotercera Marquesa de Casa Fuerte.
Pero haciendo abstracción digamos que hay gente como Javier Solana que ha llegado a su puesto por méritos propios, aunque no sea del todo verdad[4]. Uno de los ministros de cultura más incultos de la historia de la democracia, que ya es decir. El que inauguraba la treintaidosava edición del Festival de Cine de San Sebastián en lugar de la trigésimo segunda[5]. Luego fue Secretario General de la OTAN y ordenó el bombardeo del edificio de la Radio Televisión Yugoslava. Ejercicio perfectamente inútil, pues pese a los declarados entonces diez muertos y veinte desparecidos, la cadena volvía a emitir seis horas después. Lo curioso en este caso es que por aquellas fechas su PSOE condenaba en los términos más rotundos un ataque a una sede de Radio Nacional en el País Vasco que, afortunadamente, no había causado desgracias personales. Un ataque a la libertad de expresión, decían...
Y del resto, ¿qué decir? Obviamente, si me centrase en los cuarenta y siete, el texto alcanzaría un tamaño ingobernable, así que solo cabe alguna pincelada. Iré por orden de firmantes, saltando muchos. El primero es Santos Juliá, y no es extraño, pues es uno de los inventores de ese hermoso relato de la Santa Transición que hoy se enseña en los colegios. Se ha visto en la obligación de defenderla públicamente en El País cuando le llovieron merecidos palos. Guillermo de la Dehesa, uno de los mayores defensores de ese fracaso quizá irreversible llamado Globalización[6], que fue ministro con el PSOE y al que Alfonso Guerra con su gracejo habitual llamaba “Guillermo de la Deresha”. Ahora ha salido publicado que cobra una cifra infame de una empresa que cotiza en el IBEX 35 por no hacer absolutamente nada. Bueno, sí, tratar de arruinarnos la vida a los demás expandiendo sus doctrinas repugnantes. Miguel Ángel Aguilar, periodista. Cuesta imaginar un personaje más ridículo. Recuerdo cuando dirigía un informativo en televisión, que aparecía amenazando a Slobodan Milosevic. Y la locura le llega hasta hoy. En la cadena SER, donde conocen sus manías, le guardan un espacio para que satisfaga sus delirios de grandeza escribiendo telegramas a quien le place, sea Obama, Putin, Rajoy o Bárcenas, su megalomanía no conoce límites. De El País ya le han echado... También comparece a tan importante fin el escritor Andrés Trapiello, que para alabar a Cervantes criticaba a Quevedo o el director de cine Manuel Gutiérrez Aragón ¿Quién podría nombrar el título de su última película? Como anécdota, también firma Tomás de la Quadra Salcedo, que pese a ser catedrático de universidad los de mi generación solo le relacionamos con su primo Miguel, aquella cornucopia aventurera subvencionada por el BBVA.
En fin, sobran para dar una idea de lo que tenemos por delante. La España rancia, opresiva, la que con gesto amable niega cualquier posibilidad de cambio. La que con buenos modales te sugiere que cualquier intento de modificar las cosas llevaría al desastre. No toquemos nada, no vaya a ser que la jodamos...
¿Y de qué va el manifiesto al fin? De que hay que ir a un gobierno sea como sea, de que hay que evitar unas terceras elecciones. De que si el PSOE tiene que bajarse los pantalones para que nada cambie, pues que se los baje, que miraremos hacia otro lado a toque de silbato...
Una muestra perfecta de la España inútil, castradora, cobarde. Esa que durante algún momento de la Historia parecía que se podía haber echado abajo pero que cuando llegó la hora de la verdad, la batalla se perdió sin saber cómo.
Algunos recordarán 1936, otros la Primera República o el levantamiento de Riego. Yo, que no tengo cura, pienso que todo se echó a perder aquel 23 de abril de 1521 en el que los Comuneros decidieron plantar batalla en Villalar aun sabiendo que no tenían ninguna oportunidad. El antiguo falangista desencantado José Antonio Maravall escribió unas páginas muy hermosas sobre aquella ocasión fallida. Su socialista hijo no creo ni que recuerde la fecha...





[1] Quien desee leerlo entero lo tiene disponible en “Manifiesto a los diputados electos”, Ahora, 21/07/16, nº 43. Que uno de los firmantes sea la cabeza visible de Ahora solo es muestra de su comprensible orgullo ante un trabajo bien hecho.
[2] La luminosa frase ha dado hasta para título de un libro, Carlos Carnicero: La ciudad donde nunca pasa nada. Vitoria, 3 de marzo de 1976. Servicio Central de  Publicaciones del Gobierno Vasco, Vitoria Gasteiz, (2007).
[3] Debe haber un guión por alguna parte, pero no he encontrado dónde...
[4] Firma como presidente de ESADEgeo y distinguished fellow de la Brookings Institution.
[5] No recuerdo la edición exacta ni me voy a tomar el trabajo de buscarla, pero sucedió así.
[6] Espero ocuparme del asunto en un futuro cercano.