Apenas comenzada la música aparecen dos rótulos en inglés: 19 de julio
de 1936: Comienzo de la revolución catalana. 19 de julio del 2012: Comienzo de
la revolución de Rojava.
¿Una revolución catalana en 1936? Nadie nos lo enseñó en el colegio.
En ninguna época escolar, de Franco acá. Poco preocupaba a Maravall, Pérez
Rubalcaba y demás ministros de educación del padre de la patria Felipe
González. Tampoco a Esperanza Aguirre ni al resto de ministros de educación de
Aznar, no digamos ya a los de Rajoy. Ni siquiera a los de Zapatero, el
principal adalid de ese confuso engendro llamado Memoria Histórica. Se
trabajó mucho por todos lados para aplastarla, no es cuestión de sacarla a
relucir ahora. Por ejemplo, que la sucursal catalana del Partido Comunista de
España ― el PSUC ―, se fundase el 24 de julio, cinco días después del comienzo de la
revolución, puede parecer una casualidad pero no lo es. Que se la llamase “el
partido de los tenderos” y fuese exactamente eso, tampoco. Para saber sobre esa
revolución que aquí llaman catalana pero Vernon Richards llamaba española
porque las revoluciones de verdad no tienen otra patria que el mundo entero, sirve
por ejemplo La Guerra Civil española: Revolución y contrarrevolución,
del periodista norteamericano Burnett Bolloten, que fue corresponsal durante la
guerra. Él vino con la idea clásica en la cabeza, un régimen democrático contra
una banda de golpistas, pero fue testigo de la revolución y dedicó los
cincuenta años que le quedaban de vida a relatar y explicar lo que había visto
con sus propios ojos, del mismo modo que hizo un tal George Orwell ― de cuyo
nombre hasta hace poco todos se apropiaban ―, en su magnífico Homenaje a Cataluña. Pero
para leer a Bolloten primero hay que encontrarlo, lo que no parece fácil. Si se
encuentra, hay que desembolsar unos 90 euros[1]
y disponer de tiempo y tranquilidad para embaularse mil doscientas páginas de una
lectura fascinante pero también exigente, más que nada porque nuestra educación
sobre esa época ha sido y es bastante defectuosa...
¿Y Rojava?
Esta es del 2012, hace cuatro días, como quien dice. Pero no te la han
contado ni en los periódicos de papel ni en las radios con publicidad... Ni
siquiera te han hablado de lo que es Rojava. Hombre, aquí rebajaremos la
acusación, si supieran lo que es Rojava serían unos manipuladores, pero no. En
este caso solo son unos ignorantes. Están tan ocupados leyendo y difundiendo
las versiones oficiales de todo cuanto acontece que humanamente no les queda
tiempo para otra cosa. Quieren pasar tiempo con su familia, y es comprensible.
Sin entrar en grandes disquisiciones basta decir que los kurdos
reivindican como propio un territorio que hoy se divide entre Irán, Irak,
Turquía y Siria y Rojava correspondería a este último, a la parte de Siria que
los kurdos reclaman como propia. ¿Y en qué consiste esta revolución?
Desde luego, una revolución es algo muy difícil de definir en dos
palabras, en primer lugar porque abarca todos los aspectos de la vida y en
segundo porque las revoluciones nunca son algo estático sino que cambian día a
día, adaptándose a las circunstancias. Al menos las revoluciones que son
verdaderas[2].
Sucede que ― y esto no te lo han contado ni te lo contarán en
esas radios ni en esos periódicos ―, los kurdos, que en teoría se encuadraban bajo la
dirección del PKK, el Partido de los trabajadores del Kurdistán, comunista,
descubrieron el municipalismo. ¿Y qué es el municipalismo? Pues una de las
múltiples variantes del anarquismo, en este caso una que ideó Murray Bookchin,
un estudioso que investigó con tiempo y dedicación al anarquismo español antes,
durante y después de su revolución silenciada, sacó conclusiones y elaboró un
modelo. Los kurdos lo estudiaron y les pareció realizable y ahí están, luchando
por él. ¡Hasta conducen camiones blindados como los que se improvisaban en
julio de 1936! Y si hay que juzgar a alguien por sus enemigos, estos tenían
enfrente al ISIS, a Erdogan y ahora se les ha unido Bashar al-Ásad, (que tiene
un inquietante parecido con alguien, aunque no diré con quién).
Cuando digo luchando no estoy usando una metáfora más o menos
afortunada. Estoy hablando de una lucha real, con las armas en la mano,
como dirían los clásicos.
Está claro que su revolución será criticable por imperfecta, por
limitada, por desviada de la bella teoría. Aún estoy por ver una obra humana
perfecta, hasta el David de Miguel Ángel tiene los tobillos demasiado delgados...
Sin embargo, sin entrar en grandes profundidades teóricas, a mí me
emociona ver a las guerrilleras kurdas en primera línea, enfrentando el
machismo secular de esas tierras no con charlas subvencionadas sino haciendo
morder el polvo a los machos cabríos que tienen enfrente. Y comprobar
que las hermanas, como las llaman las mujeres de los lugares que liberan,
enfrentan la muerte a cara descubierta, melena al viento, sin trapo de ninguna
clase que les cubra la cabeza, orgullosas de ser lo que son, mientras las
“expertas” de aquí defienden el burkini[3].
[2] Espero
ocuparme pronto del complicado asunto de la revolución. Alguna cosilla a medio
hacer ya tengo por ahí.
[3] El vídeo en cuestión está disponible en YouTube. Se titula Werin
Barikadan ― A las Barricadas in Kurdish, porque
aunque la melodía es La Varsoviana original, la letra es traducción de
la adaptación castellana que hizo Valeriano Orobón Fernández, la que se cantaba
en las barricadas barcelonesas en 1936. (Dejaré a la curiosidad de cada cual
averiguar quién era Tazîko, aunque reconozco que no es una tarea fácil). Por
supuesto, hay televisiones de otros países que se han ocupado de Rojava. Sin
salir de YouTube se pueden encontrar, entre otros, un reportaje bastante
ecuánime de BBC Our World titulado “Rojava: Syria’s Secret Revolution” y
de 60 Minutes (programa de la CBS nacido en 1968 y cuyo formato copió Informe
Semanal) un emocionante homenaje a las combatientes kurdas: “Kurdish Female
Fighters YPJ (Rojava) Western Kurdistan”. Por supuesto, ambos vedados a quienes
no tengan un nivel suficiente de inglés...
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