martes, 28 de marzo de 2017

TERRORISTAS SIN TERRORISMO


El pasado día ocho leí que Juan Manuel Bustamante, Nahuel, ha salido en libertad provisional después de dieciséis meses en prisión preventiva, tras haber pasado por cinco cárceles internado en las condiciones más estrictas. Nahuel fue detenido en una de tantas brillantes operaciones que las diversas policías del territorio desarrollan contra el sanguinario terrorismo anarquista. Lo sorprendente en este caso es que no he leído la noticia en medios marginales, de esos que solo tienen un lugar disuelto entre el fango de Internet para publicitarse, sino en el mismísimo diario El País. La información la firma Íñigo Domínguez, que ya se había ocupado del caso en diciembre pasado. No seré yo quien le eche en cara los trece meses que tardó en enterarse del asunto porque el artículo es valiente, y más teniendo en cuenta dónde lo ha publicado[1].
Vayamos a la cuestión. El 5 de noviembre de 2015 el Cuerpo Nacional de Policía informaba sobre la “Operación Ice”, el arresto en Madrid de seis jóvenes que formaban parte del grupo terrorista anarquista Straight Edge (SXE por sus siglas) que, además, está formado por vegetarianos estrictos que rechazan las drogas y el alcohol[2]. El delito que se les imputaba era la quema de dos sucursales bancarias en 2013 y 2015.
¿Las pruebas?
El hecho de que apareciera en el lugar una pintada del grupo dos semanas antes, que colgaran en las redes sociales fotos de bancos con llamamientos a sabotearlos y que uno de los detenidos viva cerca de allí. A ello se suma que su ideología, sus proclamas en Twitter y Facebook contra la autoridad y los bancos, así como varios vídeos que publicaron en YouTube, pretenden “subvertir el orden constitucional”.
El material para explosivos hallado en los registros se compone de botes de humo, bengalas y petardos, “productos industriales de libre comercialización”, según concluye el informe policial. Si bien señala que la pólvora que contiene, “confinada en el recipiente adecuado tiene comportamiento explosivo” en un artefacto de fabricación casera[3]. ¿El problema? Aparte del hecho obvio de que lo que tienen y nada, pariente del Tío Ninguno, está el pequeño escollo de que en los delitos de los que se les acusa no se utilizaron explosivos.
Pero aún hay mucho más, y de bastante enjundia: Las sustancias confiscadas resultaron ser de cocina y limpieza, y “no son idóneas por sí solas para la elaboración de artefactos explosivos o incendiarios”, aunque los peritos señalan que podrían ser manipuladas para fabricar “bombas de humo”.(...) En un bote que contenía un líquido extraño ponía que era lombarda. El análisis concluyó lo siguiente: “Tras su estudio se desprende que se trata de un preparado de naturaleza acuosa, que por sus propiedades organolépticas y por su comportamiento frente a las variaciones del Ph podría ser un caldo de cocción de col lombarda”. Ahí queda eso. Difícil de superar...
Y aquí entramos en lo mejor, el formidable poder de razonamiento que destilan los informes policiales. Por ejemplo, lo que dicen sobre un botellín de cerveza vacío en el domicilio de uno de los arrestados: No tendría mayor relevancia de no ser por el hecho de que el colectivo se caracteriza por su rechazo al alcohol y las drogas, por lo que cabe pensar que el objetivo de tener ese botellín es con el único fin de realizar cócteles molotov. Irrefutable. Yo, que no soy abstemio, he usado botellas y botellines vacíos para poner flores, medir líquidos, envasar gazpachos o cremas o amasar empanadas[4], pero un abstemio solo puede usar para esos fines envases de agua mineral, zumos, infusiones o refrescos.
También el hecho de que este detenido guardara una caja de madera y una de metal con símbolos del grupo “lleva a pensar que es el encargado de la financiación de la organización”. Hay que ser tonto, de haber tenido una caja con el logotipo de Zara podía haber comparecido con esa prueba ante un tribunal y ahora sería dueño de la empresa de Amancio Ortega. Si es que no piensan... y una inapelable: Entre las pintadas atribuidas al grupo en los alrededores del banco atacado había también algunas de carácter feminista, induciendo a pensar que entre los autores se encuentra al menos una mujer.
En fin, el primer impulso es el de comparar sus capacidades deductivas con las de Sherlock Holmes y sería profundamente injusto. Más acertado sería equipararles a Augustus S. F. X. Van Dusen, conocido como “La Máquina de Pensar”, al que bastó que le explicasen las reglas del juego del ajedrez para derrotar al campeón mundial en su primera partida[5].
Lo cierto es que en esta extraña sociedad nuestra, para vender una mercancía por muy averiada que esté , solo se necesita encontrar un comprador y la jueza Lamela compró la historia entera. Lamela se ocupa también de otro caso de terrorismo posmoderno, el de la paliza a los guardias civiles de Alsasua[6].
Se dice que una imagen vale más que mil palabras. ¿Qué tal esa de hace poco más de un año, cuando los policías incautaban como prueba un cuchillo para acusar a los titiriteros? No tiene mucha importancia, porque lo que cuenta es la intención, pero el cuchillo lo empuñaba uno de los títeres y era de madera...
Intentaré ocuparme de la teoría sobre el terrorismo en fechas no lejanas porque tengo mucho leído y escrito, pero baste decir ahora que una de las dos condiciones necesarias para la existencia de terrorismo en la época en que imperaba el uso de la razón era la desproporción entre los fines planteados y los medios de que se disponía para conseguirlos. Raymond Aron lo sintetiza magníficamente: “Acciones violentas cuyos efectos psicológicos no guardan proporción con su resultado puramente físico”[7]. ¿Cómo casa esto con unas acciones que no recibieron atención en ninguno de los medios principales, aunque hubieran sido cometidas por el grupo al que se acusa? En el peor de los casos deberían ser legalmente equivalentes al delito cometido por quien quema el coche del vecino con el que mantiene una disputa.
Es una perversión del razonamiento que explica muy claramente el abogado Eduardo Gómez Cuadrado: “Se introduce también de esta manera, sin tapujos, el denominado “derecho penal del enemigo”, por el cual se sanciona no tanto por el hecho cometido sino por la condición del que lo comete. Así, se puede dar la circunstancia de que el incendio de una sucursal bancaria sea considerado terrorismo solo si lo comete, por ejemplo, un anarquista, pero no si lo lleva a cabo un jubilado afectado por la venta de preferentes”[8]. Como en la guerra, una vez identificado el enemigo no hace falta esperar a que te dispare para tener la excusa de la legítima defensa. Disparas tú primero por si acaso, sabiendo que nadie te va a decir nada porque es el enemigo. Los “demócratas” presumían de que todas las ideas se podían defender si no se usaba la violencia, pero habrá que poner la frase al día para incluir en ella la posesión de un bote de caldo de cocción de col lombarda.
Lo sorprendente es que después de mantener dieciséis meses en la cárcel al malvado Nahuel, la jueza Carmen Lamela ordena su puesta en libertad provisional. La madre de otro detenido declaraba no entender nada: La resolución no responde a ninguna petición previa: la misma magistrada que lo ha mantenido tantos meses alegando falta de arraigo, ahora dice lo contrario. Nos ha sorprendido. No sé si se ha dado cuenta de lo desproporcionado de la medida o del agravio comparativo después de dos semanas viendo cómo dejan en libertad sin fianza a Urdangarín, Rato, Blesa y compañía.
No, hombre, no. ¿Cómo va a ser por eso? Un detenido en régimen FIES no obtiene la libertad de la noche a la mañana por una razón tan frívola. Será que habrá recibido informes de peritos que certifican que hay abstemios que utilizan botellines de cerveza para crear hermosos jardines japoneses o que la col lombarda solo produce meteorismo si se ingiere[9].




[1] Es una gran suerte que Íñigo Domínguez no necesite presentar el certificado de buena conducta para hablar de terrorismo. A diferencia de tantos de sus colegas que se hicieron expertos en ETA sin salir de Madrid esos que pronunciaban jaika y seji cuando leían Haika y Segi , Domínguez fue periodista en el País Vasco cuando los periodistas eran objetivo prioritario de ETA. Cuenta sus vivencias en un artículo muy recomendable: “Viviendo con los etarras”, publicado en Jot Down en setiembre pasado y disponible en Internet.
[2] Esto no es ninguna novedad. Figuras míticas del anarquismo eran abstemios y no fumadores porque consideraban que semejantes adicciones eran cortapisas a la libertad. Simultáneamente, otras corrientes anarquistas (sobre todo las ligadas a tendencias artísticas) han impulsado el uso de sustancias como estimulantes de la conciencia más allá de las reglas que nos encierran. Ambas interpretaciones coexisten desde que el anarquismo empezó a tomar forma.
[3] De esto deberían tomar nota los cazadores. Que jamás se les ocurra mirar mal a un policía...
[4] Y debo decir que sustituyen con gran ventaja al clásico rodillo de madera. En este caso deben ser “litronas” o de vino. Son preferibles las últimas por su cuello más largo y regular, que permite un agarre más cómodo.
[5] También ha sido traducido como La Máquina Pensante (el original es The Thinking Machine). Como curiosidad, su autor, Jacques Futrelle, fue una de las víctimas del Titanic.
[6] ¿Casualidad? No conozco los detalles del caso pero tengo leído que algunas veces se elige la fecha de presentación de la denuncia de acuerdo con el calendario de guardias de los jueces de la Audiencia Nacional. Otra curiosidad: una de las personas que más hizo porque se incorporase el neologismo jueza fue Manuela Carmena, cuando ejercía como tal.
[7] Para quien no le conozca, Raymond Aron era un hombre muy de derechas, pero también inteligente y culto.
[8] Y que conste que su artículo no está inspirado por este caso concreto, pero la maniobra es tan burda y ha sido tan explotada que todo el que es consciente de hasta qué límites hemos retrocedido en la cuestión de la libertad individual acaba pensando siempre en estos ejemplos tan zafios.
[9] Los artículos mencionados aparecen por orden de cita. Íñigo Domínguez: “Cómo se monta un nuevo “grupo terrorista””, El País, 18/12/16 (Recomiendo su lectura porque he tenido que dejar fuera muchas cuestiones interesantes por falta de espacio, aunque de alguna me ocuparé pronto), Eduardo Gómez Cuadrado: “El Golem antiterrorista”, CTXT, 16/01/17 e Íñigo Domínguez: “La juez deja libre al anarquista vegano acusado de terrorismo”, El País, 08/03/17 (El primer título fue ligeramente distinto: “En libertad el anarquista vegano acusado de terrorismo”). Más recientemente el asunto ha conseguido espacio en otro medio muy poco sospechoso de connivencia con el terrorismo: Juan Soto Ivars: “Quemad a ese anarquista, ¡es una bruja!” El Confidencial, 22/03/17.