jueves, 27 de abril de 2017

EL QUE SABE, SABE...




El otro día recuperaban un programa de investigación sobre la que se conoció como “guerra del pan” en el año 2012.
En setiembre de ese año en Quart de Poblet un lugar de 25.000 habitantes a cinco kilómetros de Valencia al que se puede llegar en metro , un tal José Navarro desataba un torbellino al comenzar a vender barras de pan a veinte céntimos de euro. Entonces el precio medio era de 59 céntimos.
Hasta ese momento, Navarro era un panadero más del gremio que llevaba un pequeño negocio heredado de su padre. La impresión general de sus compañeros era que Navarro solo era la cara visible de un negocio que habían concebido otros y el documental parecía apoyar esa hipótesis.
En cualquier caso, la ofensiva iba en serio. La novedad fue muy bien acogida por los compradores, capaces de hacer cola durante más de una hora para comprar un pan más barato, y ese éxito inicial llevó a una política de expansión que está en la página siguiente de los manuales que escriben los ideólogos que se hacen llamar economistas.
Los otros panaderos no se quedaron de brazos cruzados. Aparte de expulsarle del gremio, acosaron sus negocios hasta tal punto que sus obradores recibían una visita de inspección cada semana y contraatacaron vendiendo pan a veinte céntimos, pese a que reconocían que con esas barras perdían dinero. Varios de ellos murieron del esfuerzo...
Pero bien se dice que quien golpea primero, golpea dos veces. Imparable, Navarro proseguía su expansión. En 2014 facturaba 8.400.000 euros, tenía cincuenta puntos de venta con unos quinientos empleados y vendía 50.000 panes al día. Hasta el gigante Mercadona, golpeado en su tierra natal, llegó a ofrecer “cinco panes tipo bocadillo” por un euro.

Los autores del reportaje consultaron a diversos expertos. Incluso hicieron analizar una de las polémicas barras en un laboratorio y la conclusión fue que aunque sus valores nutricionales eran algo más pobres que los del pan corriente, eran perfectamente comestibles.
El ideólogo de turno consultado en esta ocasión era un tal Gonzalo Bernardos. Extraigo su impresionante currículum de su propia página. Aunque no estoy seguro de si el orden correcto es de arriba abajo o de izquierda a derecha, usaré el primero: Analista y consultor económico e inmobiliario. Profesor Titular de Universidad del Departamento de Teoría Económica de la Universidad de Barcelona. Profesor del Institut Barcelona d’Estudis Internacionals. Comisionado de Recursos Económicos de la Universitat de Barcelona (diciembre 2008 – diciembre 2009). Profesor de la Universitat Oberta de Catalunya. Vicerrector de Economía de la Universitat de Barcelona (enero 2010 – octubre 2012). Director del Master en Desarrollo Personal y Liderazgo. Director del Master de Asesoría y Consultoría Inmobiliaria de la Universidad de Barcelona. Director del Master de Creación, Gestión y Desarrollo de Franquicias de la Universidad de Barcelona.
Decía varias cosas, pero recuerdo dos en especial. La primera era su diagnóstico de futuro: José Navarro era el que estaba haciendo las cosas bien, y a los demás más les valía tomar nota y hacer lo mismo que él estaba haciendo. Quedaba claro que Navarro era el futuro y el resto de obradores el pasado que se resistía a morir. La segunda era la explicación de su éxito: José Navarro triunfaba porque había aplicado una economía de escala.
Para quien no esté versado en la jerga de los ideólogos, aporto aquí una definición que aparece en una especie de “diccionario económico” del diario Expansión redactada por Begoña Blasco Torrejón: “En teoría económica se dice que aparecen Economías de Escala cuando es posible aumentar la producción por encima de lo que se elevan los costes. En suma, hay economías de escala cuando el coste por término medio disminuye a medida que aumenta la producción”. Pero la voz de Wikipedia “Economía de escala” añade un matiz importante: “El concepto de “economías de escala” sirve para el largo plazo”.

Y si en 2014 vendía 50.000, “se especula que llegó a vender 250.000 panes al día[1]”. El problema es que si en 2014 facturaba 8,4 millones de euros, sus gastos eran de 8,6 millones.
Suena triste pero lo que pasó es una reproducción exacta de aquel viejo chiste sobe un industrial de Eibar que perdía dos céntimos con cada tornillo pero no le importaba porque vendía muchos...
Hoy en día Navarro ha vuelto a los niveles más bajos de la panadería, gana menos de mil euros mensuales y debe más de trescientos mil. Nada se sabe de aquellos que parece que le empujaron a la aventura.

El experto Bernardos no se salía del manual de la tribu: innovar, arriesgar, emprender, el 90/10 y el “si quieres puedes” de los que hablaba hace poco. Hasta aplicaba el conjuro de una hipotética “economía de escala” sabiendo que el concepto no era posible en este caso.
Por supuesto, cualquier mente que operase lógicamente podía deducir que los expertos a los que había que escuchar eran el resto de panaderos que decían que era imposible ganar dinero vendiendo pan a veinte céntimos.
Como dato curioso, Gonzalo Bernardos tiene una sección en su página llamada “Predicando y acertando”. Contiene un solo artículo sobre el precio de la vivienda, publicado en 2006. No parece un balance a la altura de su curriculum...
¿O sí?[2]



[1] El reportaje pertenecía a la serie “Equipo de Investigación”, que creo que se emitió en Antena 3 aunque yo lo vi en La Sexta. Todas las cifras proceden de Martín Mucha: “El rey del pan: de vender millones con barras a 20 céntimos, a la ruina”, El Mundo, 05/03/16.
[2] Para intentar salvar los muebles, los periodistas económicos dicen que el efecto beneficioso de esa “guerra del pan” fue que Lidl y DIA bajaron el precio de sus barras a 39 céntimos. Ellos saben o deberían saber que esa decisión no obedece a la amenaza de Navarro sino a la llegada de las masas congeladas. Por otra parte, basta una operación matemática de Primaria para darse cuenta de que el precio de venta es el doble de las barras que vendía Navarro.

jueves, 20 de abril de 2017

TERRORISMO SIN TERRORISTAS





Cassandra ha sido condenada a un año de cárcel, siete de inhabilitación, un año de privación de derecho al voto y  pago de las costas procesales por hacer chistes sobre el asesinato de Carrero Blanco. Tratándose de una estudiante de veintiún años, la inhabilitación y el pago de las costas suenan especialmente dolorosos. Supongo que es el objetivo...
Por supuesto, aquí hay que dejar de lado el sentido común, la lógica y demás conceptos, que más fastidian que ayudan. Por ejemplo, ¿de qué sirve recordar que ese crimen cometido hace cuarenta y tres años está más que prescrito? Por no decir que ninguno de sus autores fue juzgado por él, pues fue cubierto por la Amnistía del 77 que decía literalmente que “Quedan amnistiados todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados con anterioridad al día quince de diciembre de mil novecientos setenta y seis”. Obviamente, el propósito era dejar a salvo los crímenes cometidos en nombre de Franco, pero ni aún entonces podían permitirse la alegría de perdonar solo esos. Quizá hoy sí, quién sabe...
Alguien ha recordado muy oportunamente que Tip y Coll hicieron un chiste similar sobre Carrero en 1984. Para quien no les conozca, Tip y Coll eran entonces los humoristas más conocidos y apreciados en España. Tip era votante reconocido de AP (que pocos años después se convirtió en el PP) y Coll del PSOE (que, por lo que leo, no ha condenado formalmente la sentencia pero ha pedido, medio en sordina, un cambio legal. Amagar y no dar, como siempre...). Tanto el PSOE como AP callaron la boca[1].
Hay otro punto muy importante, y es que muchos de los hipócritas que se han rasgado las vestiduras no creen que realmente ETA matase a Carrero sino que a lo sumo fue un peón ciego en una operación mucho más amplia, pero sobre ese punto me ocuparé en breve[2].
Tanto da. Ahora llega la hora de la venganza sobrevenida.
¿Contra quién? Me guardaré mucho de jugar al psicoanálisis pero cualquiera diría que están tratando de enmendar, cuarenta años después, la cobardía intrínseca y los politiqueos infames de un Adolfo Suárez ejemplo de Ciudadanos , y su UCD de la que el PP se declara heredero , que no eran capaces de enviar un solo representante del gobierno a los funerales tan habituales entonces en el País Vasco. Por si alguien piensa que me estoy excediendo en mi apreciación, reproduzco una cita del hijo de Luis Carrero Blanco: “lo más duro que he vivido en mis ochenta y un años es que Adolfo Suárez indultara a los asesinos de mi padre”. Le dolió más que el asesinato. Lógico. Suárez había hecho la pelota a su padre hasta caer en la categoría de la infamia.  No paró hasta conseguir un apartamento vecino a los que ocupaban Camilo Alonso Vega y Carrero Blanco en su veraneo: “Durante tres veranos someterá al ministro de la Gobernación [El tal Camilo, conocido como “Camulo” por su gran capacidad de razonamiento] a un asedio agotador. Desde la misa de la mañana hasta la última copa de la noche, Adolfo será para el ministro el más servicial de los amigos. De aquella época es la frase atribuida a la señora Pichot, esposa de Carrero Blanco, señalando que «Suárez no dejaba a mi marido ni a sol ni a sombra». Derrochando esas dotes de excelente relaciones públicas y confiadísimo amigo, Adolfo iba a tejer una amistad que le permitiría el tuteo con Camilo y con el almirante Carrero, un hombre a quien no tuteaban ni sus compañeros de escalafón. Las anécdotas sobre esta etapa pertenecen más a la picaresca hispana, de larga tradición literaria y política, que a la historia”[3].
La nieta de Carrero Blanco ha publicado una carta que es un ejemplo de valentía y nobleza.
Da igual. ¿Qué importa que entre las verdaderas y únicas víctimas en este caso unas no quieran que paguen quienes no han tenido nada que ver y otras pedir cuentas a quien no se portó bien con ellos?
Porque no fueron ellos al juzgado, fue la Guardia Civil quien denunció por su cuenta, sin que ningún ciudadano hubiera formulado acusación alguna. Lógico, teniendo en cuenta que el círculo que conoció los tuits de Cassandra era reducidísimo antes de que se cursara la denuncia.
Y es que las últimas reformas legales nos han dejado en un estado de indefensión total: “las posibles repercusiones de la reforma de 2015, más allá de los primeros casos que estamos conociendo, son potencialmente gravísimas. Las novedades que introduce la reforma son de un alcance extraordinario, y pueden llegar incluso mucho más allá de lo que se ha visto hasta ahora: piense que se introduce hasta el delito de colaboración con el terrorismo por imprudencia; se ha llegado más lejos que en ningún otro ordenamiento occidental a la hora de incluir delitos extraordinariamente vagos y que pueden aprehender comportamientos de lo más variado”[4].
Hay muchísimas materias de las que ocuparse pero solo me ocuparé brevemente de dos, la ampliación del concepto de ofensa frente a la libertad de expresión y la de la capacidad de perseguir.

Ofender sin pretenderlo
Sobre este punto no cabe insistir demasiado. Es fruto de los esfuerzos, no diría conjuntos pero sí concurrentes, de la derecha misionera y la izquierda limosnera: “estamos entrando en una dinámica absurda en la que todo lo que ofende merece ser prohibido. La derecha rancia y la nueva izquierda se dan la mano al hacer prevalecer el derecho a no ser ofendido frente al derecho de la libertad de expresión (...) Sin libertad de expresión, lo único que conseguimos es que haya gente que se sienta perseguida, no que cambie de ideas.
Cuando no compartimos una opinión, no debemos prohibirla, sino refutarla. De lo contrario, dejaremos que crezca un malestar silencioso que puede estallar en cualquier momento”.
Este comentarista sí parece haber sacado una lección de la victoria de Donald Trump. César Strawberry, condenado por unos chistes sobre Carrero tras haber sido absuelto en primera instancia, se muestra contrario a las prohibiciones al autobús de Hazte Oír[5].

Todos sospechosos
Un abogado en ejercicio habla sobre una situación anterior a la entrada en vigor de las últimas reformas legales: “Un indicio de la magnitud de este problema es, a mi juicio, la cantidad de sentencias condenatoria por delitos contra el orden público, [atentado o resistencia a agente de la autoridad] que en el año 2014 ascendieron a 13.475, lo que supone que las condenas por estos delitos ocupan el quinto lugar, sólo por debajo de los delitos contra la seguridad vial (96.698), las lesiones (34.316), los robos (30.815) y los quebrantamientos de condena (14.180), pero por encima de delitos tan comunes como el tráfico de drogas (12.851), los hurtos (11.606), las estafas (9.166) o las falsedades documentales (7.017).
No es posible conocer cuántos de los procesos judiciales por delitos de atentado o resistencia a agente de la autoridad tienen su origen en la efectiva comisión de estos delitos, y cuántos son consecuencia del ocultamiento de una previa actuación policial irregular, pero si entre las funciones de la policía está la prevención del delito, y resulta que los delitos de atentado y resistencia a los agentes de la autoridad ocupan un lugar tan relevante en las estadísticas judiciales, lo que sí parece claro es que, en tales términos, la policía no es parte de la solución, sino del problema”[6].
Pero la situación se ha disparado desde que la mordaza se ha convertido en la norma y la sospecha en la actitud natural. Supongamos que hacemos una clasificación sobre los territorios socialmente más conflictivos de España: ¿en qué lugar quedaría la comunidad autónoma de Cantabria, antigua provincia de Santander?
Pues aquí va un dato que se ha difundido muy poco: “Más allá del caso Preguntar no es delito, Cantabria es el territorio del Estado que ostenta el récord de sanciones tramitadas desde la entrada en vigor de la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como Ley Mordaza: 3.320 expedientes entre el 1 de julio de 2015 y el 28 de enero de 2016”[7]. Si la población total de Cantabria era de 582.206 habitantes en 2016, eso totaliza un 0,57% de la población denunciada en medio año y hablamos de Cantabria, no de Guipúzcoa. Ni Orwell lo hubiera imaginado...
Pero así están las cosas.

Una opinión de hace tiempo
Iker Gallastegi al parecer bautizado Manuel , pertenece a una de las familias históricas del independentismo vasco. Hijo de Eli Gallastegi, que comandaba una de las dos facciones en las que se dividía el PNV antes de la Guerra Civil. Frente a la posibilista, que hoy podríamos llamar autonomista, la suya era ferozmente independentista y antiespañola. Iker Gallastegi fue militante de ETA en su juventud y padre y tío de notorios etarras, entre ellos Leixuri o Irantzu Gallastegi, esta condenada por el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco.
Sucedió que en 2006 Tele 5 hizo un reportaje sobre el asesinato de Miguel Ángel Blanco y fueron a preguntarle. Gallastegi, de 83 años entonces, estaba echando la partida con los amigos en un bar. Supongo que se habría tomado algún pacharán y a las preguntas de los periodistas al viejo se le calentó la boca y respondió cosas como “¿Por qué nosotros vamos a pedir perdón? ¿Porque hemos matado a unos enemigos de nuestro pueblo?”.
Fue denunciado por el Foro de Ermua y juzgado y condenado por la Audiencia Nacional a un año y tres meses de prisión y siete años y tres meses de inhabilitación, pese a estar jubilado.
Pero hubo una voz discordante. Alguien escribió un artículo que terminaba así: “me provoca un hondo desprecio la caza del fanático cuando es guiada por la venganza combinada con otro fanatismo, aunque sea el de la ley. Y cuando, además, es tan fácil y barato, porque bastaría con prodigar entrevistas televisivas a padres y abuelas de etarras para llenar las cárceles, si eso es lo que se pretende. En fin, unos cuantos demócratas demasiado nuevos deberían aprender que la libertad no se defiende fusilando a la madre de Cabrera”.
El autor del artículo era Jon Juaristi y se publicó en ABC[8].



[1] Cito sin haberlo leído, en contra de mi costumbre. Me baso en una fotografía de una página. Carrero Blanco dice: “De todos mis ascensos, el último fue el más rápido”. El libro es TipyColl-orgía. Lo han fechado en 1984 pero según una página que lo vende, habría sido publicado por Círculo de Lectores en 1983.
[2] En la primera redacción había escrito “una operación de altos vuelos”, pero luego me he dado cuenta de las implicaciones de la frase y rectifico oportunamente. Líbreme el Cielo de hacer uno de esos chistes sobre el Almirante que tan caros se pagan hoy... Ni por asomo.
[3] Gustavo Morales: “Entrevista al hijo de Carrero Banco: “Lo más duro que he vivido en mis 81 años es que Adolfo Suárez indultara a los asesinos de mi padre””, alertadigital.com, 03/01/12. La cita en Gregorio Morán: Adolfo Suárez. Ambición y destino, Debate, (Barcelona), 2009, p. 409.
[4] Manuel Cancio Meliá: “La banalización del terrorismo en España: La Ley y (algunos) jueces”, eldiario,es, 03/03/17. Me gustaría ocuparme más a fondo de lo que dice este artículo. Corro el riesgo de volverme monotemático pero es que la situación es terrible...
[5]José Saturnino Martínez García: “La libertad de expresión en serio”, eldiario.es; 03/03/17 y Gonzalo Cortizo: “César Strawberry, sobre Hazte Oír: “No estoy de acuerdo con que la policía inmovilice un autobús por un cartel””, eldiario.es, 01/03/17. Aunque se le ha pintado como un idiota con mal gusto, César Strawberry demuestra ser un artista inteligente y con criterio.
[6] Jaime Montero: “Cuando la Policía es parte del problema”, Público, 24/01/17. Los subrayados son suyos. Recomiendo vivamente la lectura del artículo porque he tenido que dejar fuera la mayor parte de su argumentación por falta de espacio, solo reproduzco los dos últimos párrafos.
[7] Nando de Diego: “Nou joves s’enfronten a 42 anys de presó per una protesta a la universitat de Cantàbria”, Directa, 23/01/17. La traducción es mía.
[8] Jon Juaristi: “Fanatismos”, ABC, 14/06/09. Lo de la madre de Cabrera alude a que los liberales de Espartero fusilaron a la madre del carlista Cabrera. Como curiosidad, las declaraciones de Gallastegi están tomadas de la página de Hazte Oír, los del autobús.