miércoles, 27 de septiembre de 2017

AGARRARSE A UN CLAVO ARDIENDO

El otro día mostraba mi extrañeza ante ese fenómeno de los independentistas que no eran nacionalistas, esos que quieren la independencia para cambiarlo todo de arriba abajo aunque esa posibilidad no figure ni en la letra pequeña del contrato independentista que conocemos.
Pues bien, tengo comprobado hace tiempo que, por alguna razón diabólica cuya comprensión se me escapa, las malas ideas viajan mucho más rápido que las buenas y esta ha logrado atravesar el Ebro en los últimos días con mínimas adaptaciones. Extendida por Podemos, pero no sólo por ellos, circula la idea de que hay que apostar por el referéndum[1] porque provocaría un cataclismo que permitiría acabar con el “régimen del 78”.

Aquí haré un pequeño inciso[2]. Quizá suene retórico o abstracto pero no me gusta eso de impugnar la Santa Transición. Por una parte transmite la ilusión de que el pasado se puede enmendar, como si pudiera echarse atrás el calendario y corregir los errores. Y de paso, presentarse como una “versión buena” de los actores de entonces. Si Albert Rivera tiene un trastorno de personalidad  que le hace creerse la reencarnación de Adolfo Suárez, Pablo Iglesias[3] vendría a ser una versión mejorada de un Felipe González setentero que no hubiera hecho renegar al PSOE del marxismo chantajeándolo con una dimisión que no se creía ni él. Agua pasada no mueve molino, pero aquí subyace una cierta forma de pensamiento mágico. Si vamos a la raíz del Mal, que es el orden constitucional del 78, y la abolimos por consenso o por decreto, automáticamente triunfará el Bien.

Pues no. Las cosas mejorarían si se presentara un programa mejor y se dispusiera de los medios para hacerlo cumplir aunque fuera mediante el uso de la fuerza, pues tener el poder no significa otra cosa que disponer de la fuerza. Pero ese programa alternativo no aparece por ningún lado, se supone que se dará por sí mismo una vez pongamos en fuga al malvado Rajoy.
Alguien lo ha sintetizado muy bien en un texto dado a conocer hoy: al “crack económico se ha sumado la crisis política, institucional, social y territorial” por lo que considera que “las grietas del régimen del 78 resultan evidentes”. E incluso destaca que el proceso catalán es la realidad principal que puede quebrar ese régimen”.
De todos los textos que he leído, este es el que mejor condensa esta idea de que la independencia catalana conlleva aparejada la caída del régimen del 78.
Mentiría si dijera que no me ha sorprendido su autoría. Es el último comunicado de ETA[4].

Mientras se cocía el régimen del 78, ETA entrenaba y armaba al primer comando operativo de Terra Lliure. Frederic Bentanachs, uno de los supervivientes, suele recordar que su instructor Txomin Iturbe[5] les dijo que en tres meses estarían muertos, presos o huidos.
Mira por dónde, esta profecía sí se cumplió.








[1] O sea, por el triunfo del voto afirmativo, pues nadie contempla la otra posibilidad.
[2] En los próximos meses me gustaría dedicar espacio a cuestiones de teoría política. Espero que no sea una de tantas promesas incumplidas en estos ya casi tres años. En mi descargo he de decir que si no las he cumplido, tampoco las he olvidado y me suelen atormentar de vez en cuando...
[3] Que no se llama Pablo Iglesias por casualidad, como dijo una vez...
[4] Aitor Ubarretxena: “ETA pide para Euskadi un proceso independentista como el catalán”, El Periódico, 27/09/17. Las negritas y las comillas son suyas.
[5] La otra era María Dolores González Cataráin, Yoyes, ejecutada por ETA en la década siguiente por botiflera.

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