domingo, 14 de enero de 2018

DE LO QUE SE COME, SE CRÍA...


Cuentan que un presidente de comunidad autónoma, tras recibir la visita del entonces príncipe de Asturias a su comunidad, telefoneó al Rey para comentar lo bien que había resultado todo. Como expresión de lealtad a la Corona se despidió de don Juan Carlos diciéndole que había tratado a su hijo como si fuera Rey. El entonces Rey no ocultó su incomodidad por lo que acababa de escuchar y respondió a su interlocutor con una verdadera clase magistral sobre el asunto. “Te recuerdo”, le dijo, “que Rey solo hay uno”[1].

Hoy hay dos, el emérito y el titular, pero parece que el emérito  autor de la frase no tiene nada que reprochar.
Tampoco sería la primera vez que dice donde dije digo, digo Diego, yo me llamo andanas o si te he visto, no me acuerdo. El 21 de julio de 1966 se publicaba que don Juan Carlos había proclamado muy solemnemente que “Nunca, nunca aceptaré la Corona mientras mi padre esté vivo”. Su padre le conocía como si le hubiera engendrado y en una carta escrita el 12 de octubre de 1968 que recomiendo leer completa , le dice, entre otras cosas, que “Has de tener en cuenta que toda sugerencia en este sentido de perturbación de la normalidad dinástica procede de pequeñas pasiones que nada tienen que ver con el espíritu sereno y equilibrado del general Franco, al que desfiguran y disminuyen los que quieren presentarlo como raíz o motor de planteamientos artificiosos y de tan corto alcance”[2]. Es decir, en lenguaje llano, el Rey soy yo y “Rey sólo hay uno”.
También es cierto que la desmemoria no es patrimonio de la sangre real, sino que se contagia con facilidad al entorno. Luis María Anson, el firmante del artículo de 1966, publicaba hace poco otro “para Don Juan Carlos” que básicamente era una reivindicación de la infanta juzgada y luego absuelta y en el que se proclama como “el único consejero del Consejo Privado de su padre que queda vivo” y llama a ese mismo padre “Juan III”, pese a saber que jamás en su vida reinó[3].
Supongo que aquí se encierran las claves, no me toquen el pasado mientras yo viva bien.
Y si se trata de vivir bien, Don Juan Carlos podría poner academia Llegó al trono con una mano delante y otra detrás y se le ha calculado una fortuna de 2.300 millones de dólares en 2012 y de 1.600 millones de euros en 2014. Por si acaso, en noviembre de 2013 Forbes decidió no incluir la fortuna de Juan Carlos entre las 100 personalidades más ricas de España. Hicieron bien, qué duda cabe[4]...
La monarquía se basa en la idea de que las cualidades se transmiten por vía genética. La sangre real, ya se sabe[5]...
Pensaba en qué cualidades podían haber heredado sus herederos y la cultura no venía entre el lote disponible. Pensaba más bien en otras más prácticas, como las referentes a cómo multiplicar el capital. Pero como en el caso del padre, en el del hijo no hay con qué comparar porque no hay cifras ni las habrá y ¡ay del que se atreva! ¿Recordaremos aquel número de revista secuestrado por mostrar una caricatura irrespetuosa o al reportero encarcelado en Estados Unidos por habérsele acercado demasiado, ambos hechos sucedidos cuando aún era heredero?
Así que salté a la generación siguiente para averiguar que a Froilán y sus amigos alguien les había robado un sobre con 1400 euros en un bingo pijo.

Curiosamente, María García García también es una gran aficionada al bingo. Es más conocida por su nombre artístico, Bárbara Rey[6].
Mal ejemplo. Pese a su apellido postizo parece ser que pierde más que gana, aunque también parece que no le duele mucho...



[1] Mariola Urrea Corres: “Rey solo hay uno”, El País, 05/01/18.
[2] Fernando Díaz Plaja: La España franquista en sus documentos (La posguerra española en sus documentos). Plaza & Janes, (Barcelona), 1976, pp. 389 y 442.
[3] Luis María Anson: “Artículo para Don Juan Carlos”, El Mundo, 04/01/18.
[4] Doreen Carvajal y Raphael Minder: “Chastened King Seeks Redemption, for Spain and His Monarchy”, The New York Times, 28/09/12 y Chic: “El enigma de la fortuna personal del rey Juan Carlos”, Libertad Digital, 07/09/14.
[5] Es fascinante comprobar cómo, siendo una idea desestimada desde hace tiempo en el discurso oficial, la categoría de “hijo de” abarca todas las profesiones y escalas sociales, del presidente de gobierno al minero,  y abraza todas las ideologías del arco, de la derecha a la izquierda sin vergüenza ninguna...
[6] ¿Su seudónimo podría ser candidato a uno de los mejores chistes del siglo XX español?

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