Cuentan que un presidente de comunidad autónoma, tras recibir la
visita del entonces príncipe de Asturias a su comunidad, telefoneó al Rey para
comentar lo bien que había resultado todo. Como expresión de lealtad a la
Corona se despidió de don Juan Carlos diciéndole que había tratado a su hijo
como si fuera Rey. El entonces Rey no ocultó su incomodidad por lo que acababa
de escuchar y respondió a su interlocutor con una verdadera clase magistral
sobre el asunto. “Te recuerdo”, le dijo, “que Rey solo hay uno”[1].
Hoy hay dos, el emérito y el titular, pero parece que el emérito autor de la frase no tiene nada que reprochar.
Tampoco sería la primera vez que dice donde dije digo, digo Diego,
yo me llamo andanas o si te he visto, no me acuerdo. El 21 de julio
de 1966 se publicaba que don Juan Carlos había proclamado muy solemnemente que
“Nunca, nunca aceptaré la Corona mientras mi padre esté vivo”. Su padre le
conocía como si le hubiera engendrado y en una carta escrita el 12 de octubre
de 1968 ― que recomiendo leer completa ―, le dice, entre otras cosas, que “Has de tener en
cuenta que toda sugerencia en este sentido de perturbación de la normalidad
dinástica procede de pequeñas pasiones que nada tienen que ver con el espíritu
sereno y equilibrado del general Franco, al que desfiguran y disminuyen los que
quieren presentarlo como raíz o motor de planteamientos artificiosos y de tan
corto alcance”[2].
Es decir, en lenguaje llano, el Rey soy yo y “Rey sólo hay uno”.
También es cierto que la desmemoria no es patrimonio de la sangre
real, sino que se contagia con facilidad al entorno. Luis María Anson, el
firmante del artículo de 1966, publicaba hace poco otro “para Don Juan Carlos”
que básicamente era una reivindicación de la infanta juzgada y luego absuelta y
en el que se proclama como “el único consejero del Consejo Privado de su padre
que queda vivo” y llama a ese mismo padre “Juan III”, pese a saber que jamás en
su vida reinó[3].
Supongo que aquí se encierran las claves, no me toquen el pasado
mientras yo viva bien.
Y si se trata de vivir bien, Don Juan Carlos podría poner academia
Llegó al trono con una mano delante y otra detrás y se le ha calculado una
fortuna de 2.300 millones de dólares en 2012 y de 1.600 millones de euros en
2014. Por si acaso, en noviembre de 2013 Forbes decidió no incluir la fortuna
de Juan Carlos entre las 100 personalidades más ricas de España. Hicieron bien,
qué duda cabe[4]...
La monarquía se basa en la idea de que las cualidades se transmiten
por vía genética. La sangre real, ya se sabe[5]...
Pensaba en qué cualidades podían haber heredado sus herederos y la
cultura no venía entre el lote disponible. Pensaba más bien en otras más
prácticas, como las referentes a cómo multiplicar el capital. Pero como en el
caso del padre, en el del hijo no hay con qué comparar porque no hay cifras ni
las habrá y ¡ay del que se atreva! ¿Recordaremos aquel número de revista
secuestrado por mostrar una caricatura irrespetuosa o al reportero encarcelado
en Estados Unidos por habérsele acercado demasiado, ambos hechos sucedidos cuando
aún era heredero?
Así que salté a la generación siguiente para averiguar que a Froilán y
sus amigos alguien les había robado un sobre con 1400 euros en un bingo pijo.
Curiosamente, María García García también es una gran aficionada al
bingo. Es más conocida por su nombre artístico, Bárbara Rey[6].
Mal ejemplo. Pese a su apellido postizo parece ser que pierde más que
gana, aunque también parece que no le duele mucho...
[2] Fernando Díaz ― Plaja: La España franquista en sus documentos
(La posguerra española en sus documentos). Plaza & Janes, (Barcelona),
1976, pp. 389 y 442.
[4] Doreen Carvajal y Raphael Minder: “Chastened King
Seeks Redemption, for Spain and His Monarchy”, The New York Times,
28/09/12 y Chic: “El enigma de la fortuna personal del rey Juan Carlos”,
Libertad Digital, 07/09/14.
[5] Es fascinante comprobar cómo, siendo una idea
desestimada desde hace tiempo en el discurso oficial, la categoría de “hijo de”
abarca todas las profesiones y escalas sociales, del presidente de gobierno al
minero, y abraza todas las ideologías
del arco, de la derecha a la izquierda sin vergüenza ninguna...
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