lunes, 15 de enero de 2018

SANDRA MOZAROWSKY



Como lo prometido es deuda, aquí va ese hecho de la época del Destape del que no hace mucho afirmé que me iba a ocupar. Como lo de la libertad de expresión está como está, y no tiene pinta de mejorar a corto plazo[1], voy a ahorrar mis opiniones sobre lo narrado y me contentaré con reproducir lo escrito por otros citando la fuente y sólo aportaré alguna información histórica para establecer el contexto.
(Creo que hoy aún está permitido el derecho de cita, pero sabiendo que sí es delictivo dar al “me gusta” de lo que publique otro, como ha recordado recientemente la policía, me temo que es cuestión de tiempo. Otra buena razón para huir de las “redes antisociales”[2]. Hace años me llamaba la atención que en páginas escritas en lenguas extranjeras que se ocupaban de terrorismo sin incluir opiniones, los autores incluían un párrafo inicial que explicaba que el contenido sólo obedecía a propósitos informativos o educativos[3]).
Comenzaré con su voz de la Wikipedia. Como es breve la copiaré entera, obviando los cambios de tipografía y las subdivisiones del índice[4]:

“Alexandra Elena Mozarowsky Ruiz de Frías, conocida artísticamente como Sandra Mozarowsky (Tánger Marruecos 17 de octubre de 1958 Madrid, 14 de septiembre de 1977), fue una actriz española, famosa por sus interpretaciones a lo largo de los años 70 en una veintena de películas clasificadas dentro del llamado “cine de destape”.
Hija de un diplomático (labor que compagina con la de ingeniero electrónico) de origen ruso y madre española, cuando la familia se traslada a vivir a Madrid procedente de Marruecos, comienza sus estudios en el Liceo Anglo Español de la capital, de donde pasa al Colegio del Sagrado Corazón, donde termina el bachillerato en 1976.
Con diez años, debuta en la película El otro árbol de Guernica de Pedro Lazaga, donde comienza una fulgurante carrera artística centrada en una serie de producciones de alto contenido erótico, entre las que destacan El mariscal del infierno (estrenada en España en 1974), La noche de las gaviotas (1975), El hombre de los hongos (filmada en México en 1976), Hasta que el matrimonio nos separe (1976), Abortar en Londres (1977) o Ángel negro (1977), en la que comparte cartel con el actor mexicano Jorge Rivero, con el que se la relaciona sentimentalmente, en las que la joven protagoniza frecuentes desnudos integrales y “escenas de cama”, lo que la convierte en una de las promesas cinematográficas más firmes del momento.
Intervino también en sendos capítulos de las series de Televisión Española Cuentos y leyendas (“El estudiante de Salamanca”) y Curro Jiménez (“El retorno al hogar”), emitidos respectivamente los días 19 de diciembre de 1975 y 5 de junio de 1977.
Falleció el 14 de septiembre de 1977 en Madrid, a consecuencia del traumatismo craneoencefálico sufrido al caer desde la terraza de su domicilio, situado en la cuarta planta de la calle Álvarez de Baena nº 3, el 23 de agosto, lo que, con posterioridad, dispararía los más variopintos rumores y especulaciones sobre su presunto romance con Juan Carlos I. Según otros autores, simultanearía su trabajo como actriz con el de “chica de alterne” en un renombrado club de la madrileña calle Oriente, uno de cuyos socios propietarios sería el conocido actor Paco Martínez Soria.
La familia de Sandra asumió un resignado silencio sobre el asunto. Y ahí sigue, enterrado en el fondo de la memoria, esperando la mano que levante el velo”.

El artículo remite a varias fuentes, de las que sólo reproduciré una por si despierta el apetito:

“De madre española y padre ruso, esta actriz apenas había empezado a despuntar en la cinematografía nacional, labrándose una creciente fama cuando murió extrañamente a los 18 años después de caer por una ventana. Numerosos rumores rodearon su muerte: que si su piso estaba financiado por el Ministerio de Defensa, que si había sido asesinada para ocultar un romance embarazo incluido con una de las más altas personalidades del estado (la más alta, de hecho ) ... dichos rumores fueron después reactivados por voces como la de Andrew Morton o incluso Mario Conde. De belleza cautivadora, su breve paso por el cine erótico y las sesiones fotográficas quedó oscurecido por la truculenta trama de novela negra que pudo ocultarse tras su misteriosa desaparición, de la que resulta difícil decir cuánto hay de verdad o no. Hagan una búsqueda en Google al respecto, porque el tema es más que (desgraciadamente) interesante y desde ya se lo digo les va a sorprender sobremanera[5]”.

Por mi parte también invito a hacer esa búsqueda. Sin salir de la página de Wikipedia ya hay un par de enlaces muy interesantes...

Tres datos históricos

Paco Martínez Soria era un cómico de registro muy limitado que intentó triunfar de todas las maneras. Durante la guerra se sacó el carnet de la CNT para ver si por ahí podía meter cuchara, pero los bárbaros rojos no supieron apreciar sus cualidades y ya en el régimen de Franco, tuvo que pasar muchos años malcomiendo hasta que consiguió el reconocimiento a su registro de paleto rancio, el único que poseía. Eso sí, una vez alcanzada la popularidad lo explotó hasta la extenuación apoyado en comedietas infames que le escribía a la medida bajo seudónimo Fernando Lázaro Carreter. Sí, aquel académico que escribía los libros “de Lengua” que se estudiaban en EGB o más bien sólo firmaba, según parece[6].
Decía Martínez Soria que el mayor orgullo de su vida era haber tenido un hijo cura...

Antes de la aprobación de la constitución de 1978 los de 18 años eran menores de edad a todos los efectos, atenuantes o agravantes.

Ya he dejado clara mi extrañeza porque el autor de la frase “Rey sólo hay uno” no tenga problema en admitir que hoy haya dos. Aún se puede complicar más si se tiene en cuenta que ha declarado recientemente que La competición siempre ha sido lo que más me ha gustado. Siempre he sido muy competitivo. En el deporte y en la vida[7] y sin embargo acepta ser el segundo sin mayor problema.
Hasta que he recordado que según esa misma constitución, la persona del rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad penal...
Siendo así, mientras seas rey, ¿qué demonios importa ser el Rey de Oros, el de Copas, el de Espadas o el de Bastos?




[1] Según leo estos días en periódicos “de izquierdas”, la única posibilidad procedería de los efectos taumatúrgicos provocados tras la catarsis que sucedería a la proclamación de la República Catalana pero, como decían los galos de Asterix, “eso no va a pasar mañana”.
[2] Hace poco un antiguo alto empleado de Facebook se ha quedado a gusto hablando sobre los daños a futuro que producirán. Ha recibido mucha atención pero poco eco. (En lugar de eco los imbéciles prefieren decir feedback).
[3] Y aún con eso, alguna desapareció de la noche a la mañana, como la magnífica brigaterosse.it (o .org, ahora no recuerdo...). Lo gracioso del caso es que la mayoría de informaciones sobre las Brigadas Rojas  disponibles en Internet y en más de un libro publicado , proceden de ella.
[4] Culquier error es culpa de mis fallos de transcripción y he adaptado la tipografía a las normas de esta página. Por si las dudas, copio la versión del día 20 de diciembre de 2017, exactamente cuarenta y cuatro años después de la muerte de aquel almirante sobre la que hacer chistes conlleva grandes peticiones de pena...
[5] Emilio de Gorgot: “Mitos del cine erótico de los 70 ¿qué fue de ellas?”, Jotdown, (sin fecha de publicación).
[6] Gregorio Morán: El cura y los mandarines. Historia no oficial del bosque de los letrados. Cultura y política en España 1962 1996, Akal, (Madrid), 2014, p. 771. Su “nombre de pluma” era Fernando Ángel Lozano.
[7] Quino Petit: “Juan Carlos I: ‘El mar es la libertad’”, El País Semanal, 20/12/17.

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