Ha vuelto a
suceder. Andaba yo en otras cosas y he topado con un artículo de opinión que se
desvía un poco de las ilusiones optimistas de Rallo, por decirlo finamente.
Este era el texto explicativo de su octavo gráfico: “libertades. Es cierto que
las libertades se encuentran siempre amenazadas por muy variados enemigos. En
la actualidad, de hecho, las sociedades occidentales han caído en la trampa de
otorgar una hiperlegitimidad moral al Estado democrático, merced a la cual este
puede conculcar impunemente las libertades de cada ciudadano. Sin embargo,
también es verdad que en muchos otros órdenes la libertad sigue avanzando: cada
vez existe un mayor respeto jurídico hacia la diversidad étnica religiosa,
ideológica o sexual[1].
Como síntoma evidente de este creciente respeto hacia las libertades
individuales podemos citar el número de países con leyes que admiten la
esclavitud: formalmente, la cifra es igual a cero; materialmente, por
desgracia, todavía subsisten regímenes enteros que esclavizan a su población.
Como sucede con Cuba o Corea del Norte (pero, en todo caso, el número de esos
regímenes radicalmente liberticidas también se ha reducido de un modo muy
apreciable desde el derrocamiento del Muro de Berlín)”.
Y aquí el
gráfico correspondiente:
Sí, lo sé, es
muy zafio. Pero si en lugar de elegir la esclavitud elige alguna de “las
libertades”[2]
se arriesga a que el gráfico le salga rana. Lo importante para su
propósito es encabezar un párrafo con la palabra Libertades y adjuntarle
un gráfico que caiga en picado. Mi intención es no volver a ocuparme de él,
precisamente por lo grosero de sus argumentaciones, así que aprovecho para
apuntar otra de sus trampas favoritas: cuando se ocupa del medioambiente[3]
su gráfico recoge la polución en el Reino Unido entre 1970 y 2015. Por
supuesto, cae en picado, como no podía ser menos. Es evidente que la pérdida
escandalosa de industria en Gran Bretaña ha conllevado una caída pareja de la
contaminación, del mismo modo que a la postre ha llevado al triunfo del Brexit...
Pero también es evidente que otro gallo cantaría si hubiera dedicado su gráfico
a China o, sin ir más lejos, a Madrid y Barcelona.
El artículo me
encanta porque lo escribe José Ignacio Torreblanca, que es poco sospechoso. Fue
promocionado a jefe de Opinión de El País en 2016 por el director
Antonio Caño, como parte de su intención de dar un profundo giro hacia la
derecha al periódico.
Dice Torreblanca
que hay “Malas noticias para los demócratas. Populistas y autócratas van
ganando. Y de calle. Las democracias no solo son menos ―
solo hay 87 países en el mundo que merezcan tal nombre, esto es, el 45% ―
sino que además llevan una década en retroceso: según la organización Freedom
House, desde 2006 113 países experimentaron algún tipo de retroceso democrático
mientras que solo 62 mejoraron”[4].
Y es que dan un
poco de penita estos defensores del ahora, más que nada por lo truculento de
sus métodos. Lo cierto es que desde la crisis las cosas van mal. Los jubilados
están preocupados por sus pensiones con toda la razón porque mientras este gobierno
sigue apostando por el AVE no sabe cómo pagarles, la hucha ya no da más de sí[5].
Y frente a esto solo cabe el palo, dado que no hay argumentos. La democracia se
deteriora y se deteriorará por falta de fondos.
Más de lo mismo
Aprovecho aquí
para insertar otra nota referente a ese luminoso futuro que nos espera, en este
caso referida a la robotización porque los economistas Daron Azemoglu ―
del MIT ― y Pascual Restrepo ― de
la Universidad de Yale ―, han presentado
un trabajo de investigación sobre la incidencia de los robots en el empleo. Lo
novedoso de su estudio es que no sólo evalúa el futuro sino que analiza lo ya
hecho. Por citar una de sus conclusiones, “Un robot nuevo reduce el empleo en
5,6 trabajadores y los salarios en un 0,5%”.
Y ahora cito del
propio artículo que lo recoge[6]:
“¿Y qué hay de ese efecto positivo que también generaría en teoría la adopción
de estas máquinas? Toda esa historia de la productividad y creación de otros
puestos de trabajo... pues en principio, no aparece por ninguna parte, según
los autores. Da igual si se busca por sectores, por tipos de
trabajo/profesiones como por niveles de salario. No está. Y esas es una de las
conclusiones más llamativas del estudio.
“Curiosamente y
quizá sorpresivamente, no encontramos ganancias positivas de empleo que se
compensen en otras ocupaciones o grupos con otro nivel de educación” (...) Los
autores no aportan ninguna explicación al respecto, simplemente se limitan a
constatar este “sorprendente” dato. Tampoco hay grandes efectos positivos vía
PIB: “Nuestros cálculos implican un modesto incremento del 0,13% del PIB por el
incremento de un robot por cada 1.000 trabajadores””.
Está claro,
nunca hemos estado mejor que ahora. Sólo estaremos mejor en el futuro. Y el que
no lo acepte es un llorica.
O el que se lo
crea es un imbécil.
[1]
“El gobernador de Bermudas aprobó el miércoles un proyecto de ley que revoca el
derecho de las parejas homosexuales a casarse en el territorio británico de
ultramar, a pesar de un fallo de la Corte Suprema que autoriza el matrimonio
entre personas del mismo sexo el año pasado”, (Agencias): “Bermudas, el primer
territorio del mundo en abolir el matrimonio homosexual”, La Vanguardia,
08/02/18. Como se suele decir, mierda para el profeta.
[2]
¿Puede trocearse la libertad en rodajitas, cual si fuera un chorizo?
[3]
Con una jerga maravillosa: “A pesar de que las economías actuales no
internalizan jurídicamente todas las externalidades dañinas para el entorno”
(La gallina, que diría aquel...)
[4]
José I. Torreblanca: “Dictaduras perfectas”, El País, 22/02/18.
[5] A
día de hoy, en las líneas de alta velocidad se han invertido/derrochado
cincuenta mil millones de euros. El AVE le ha costado más de 1.000 euros a cada
español, lo utilice o no. En la cifra se incluyen bebés y desahuciados en camas
de hospital.
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