lunes, 26 de febrero de 2018

PANGLOSSIANOS (III): ROMPER LAS CADENAS DE LA ESCLAVITUD


Ha vuelto a suceder. Andaba yo en otras cosas y he topado con un artículo de opinión que se desvía un poco de las ilusiones optimistas de Rallo, por decirlo finamente. Este era el texto explicativo de su octavo gráfico: “libertades. Es cierto que las libertades se encuentran siempre amenazadas por muy variados enemigos. En la actualidad, de hecho, las sociedades occidentales han caído en la trampa de otorgar una hiperlegitimidad moral al Estado democrático, merced a la cual este puede conculcar impunemente las libertades de cada ciudadano. Sin embargo, también es verdad que en muchos otros órdenes la libertad sigue avanzando: cada vez existe un mayor respeto jurídico hacia la diversidad étnica religiosa, ideológica o sexual[1]. Como síntoma evidente de este creciente respeto hacia las libertades individuales podemos citar el número de países con leyes que admiten la esclavitud: formalmente, la cifra es igual a cero; materialmente, por desgracia, todavía subsisten regímenes enteros que esclavizan a su población. Como sucede con Cuba o Corea del Norte (pero, en todo caso, el número de esos regímenes radicalmente liberticidas también se ha reducido de un modo muy apreciable desde el derrocamiento del Muro de Berlín)”.
Y aquí el gráfico correspondiente:


Sí, lo sé, es muy zafio. Pero si en lugar de elegir la esclavitud elige alguna de “las libertades”[2] se arriesga a que el gráfico le salga rana. Lo importante para su propósito es encabezar un párrafo con la palabra Libertades y adjuntarle un gráfico que caiga en picado. Mi intención es no volver a ocuparme de él, precisamente por lo grosero de sus argumentaciones, así que aprovecho para apuntar otra de sus trampas favoritas: cuando se ocupa del medioambiente[3] su gráfico recoge la polución en el Reino Unido entre 1970 y 2015. Por supuesto, cae en picado, como no podía ser menos. Es evidente que la pérdida escandalosa de industria en Gran Bretaña ha conllevado una caída pareja de la contaminación, del mismo modo que a la postre ha llevado al triunfo del Brexit... Pero también es evidente que otro gallo cantaría si hubiera dedicado su gráfico a China o, sin ir más lejos, a Madrid y Barcelona.
El artículo me encanta porque lo escribe José Ignacio Torreblanca, que es poco sospechoso. Fue promocionado a jefe de Opinión de El País en 2016 por el director Antonio Caño, como parte de su intención de dar un profundo giro hacia la derecha al periódico.
Dice Torreblanca que hay “Malas noticias para los demócratas. Populistas y autócratas van ganando. Y de calle. Las democracias no solo son menos solo hay 87 países en el mundo que merezcan tal nombre, esto es, el 45% sino que además llevan una década en retroceso: según la organización Freedom House, desde 2006 113 países experimentaron algún tipo de retroceso democrático mientras que solo 62 mejoraron”[4].
Y es que dan un poco de penita estos defensores del ahora, más que nada por lo truculento de sus métodos. Lo cierto es que desde la crisis las cosas van mal. Los jubilados están preocupados por sus pensiones con toda la razón porque mientras este gobierno sigue apostando por el AVE no sabe cómo pagarles, la hucha ya no da más de sí[5]. Y frente a esto solo cabe el palo, dado que no hay argumentos. La democracia se deteriora y se deteriorará por falta de fondos.

Más de lo mismo
Aprovecho aquí para insertar otra nota referente a ese luminoso futuro que nos espera, en este caso referida a la robotización porque los economistas Daron Azemoglu del MIT y Pascual Restrepo de la Universidad de Yale , han presentado un trabajo de investigación sobre la incidencia de los robots en el empleo. Lo novedoso de su estudio es que no sólo evalúa el futuro sino que analiza lo ya hecho. Por citar una de sus conclusiones, “Un robot nuevo reduce el empleo en 5,6 trabajadores y los salarios en un 0,5%”.
Y ahora cito del propio artículo que lo recoge[6]: “¿Y qué hay de ese efecto positivo que también generaría en teoría la adopción de estas máquinas? Toda esa historia de la productividad y creación de otros puestos de trabajo... pues en principio, no aparece por ninguna parte, según los autores. Da igual si se busca por sectores, por tipos de trabajo/profesiones como por niveles de salario. No está. Y esas es una de las conclusiones más llamativas del estudio.
“Curiosamente y quizá sorpresivamente, no encontramos ganancias positivas de empleo que se compensen en otras ocupaciones o grupos con otro nivel de educación” (...) Los autores no aportan ninguna explicación al respecto, simplemente se limitan a constatar este “sorprendente” dato. Tampoco hay grandes efectos positivos vía PIB: “Nuestros cálculos implican un modesto incremento del 0,13% del PIB por el incremento de un robot por cada 1.000 trabajadores””.
Está claro, nunca hemos estado mejor que ahora. Sólo estaremos mejor en el futuro. Y el que no lo acepte es un llorica.
O el que se lo crea es un imbécil.






[1] “El gobernador de Bermudas aprobó el miércoles un proyecto de ley que revoca el derecho de las parejas homosexuales a casarse en el territorio británico de ultramar, a pesar de un fallo de la Corte Suprema que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo el año pasado”, (Agencias): “Bermudas, el primer territorio del mundo en abolir el matrimonio homosexual”, La Vanguardia, 08/02/18. Como se suele decir, mierda para el profeta.
[2] ¿Puede trocearse la libertad en rodajitas, cual si fuera un chorizo?
[3] Con una jerga maravillosa: “A pesar de que las economías actuales no internalizan jurídicamente todas las externalidades dañinas para el entorno” (La gallina, que diría aquel...)
[4] José I. Torreblanca: “Dictaduras perfectas”, El País, 22/02/18.
[5] A día de hoy, en las líneas de alta velocidad se han invertido/derrochado cincuenta mil millones de euros. El AVE le ha costado más de 1.000 euros a cada español, lo utilice o no. En la cifra se incluyen bebés y desahuciados en camas de hospital.
[6] Rebeca Gimeno: “Robot, devuélveme mi curro”, El País, 21/02/18.

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